Chris Carter, que para eso es el padre de la criatura, firma el último episodio de los seis que conforman esta tardía décima temporada de Expediente X. Probablemente más de uno estará pidiendo ahora que Carter haga "un George Lucas": que venda su creación a las nuevas generaciones, como hizo este con Star Wars. La verdad es que este revival de la serie no ha sido del todo satisfactorio, pero desde luego es muy defendible: sobre todo los episodios que no ha escrito y dirigido el propio Carter.
Esta décima temporada propone un macro argumento que enlaza -débilmente- los seis capítulos, pero que permite la estructura de casos episódicos -el "monstruo de la semana"- clásica en la serie de los noventa. La idea es buena, pero en la práctica, el primer My Struggle y este sexto My Struggle II -no se han comido la cabeza con el título- producen la sensación de ser episodios que habrían funcionado mejor seguidos. Es cierto que en las 4 entregas intermedias aparecen temas importantes que usan aquí -como el ADN de Scully (Gillian Anderson) o el hijo perdido de los agentes- y que se presentan a los nuevos Miller (Robbie Amell) y Einstein (Lauren Ambrose). Pero estos añadidos no aportan tanto como para justificar la separación de estos capítulos.
My Struggle II funciona muy bien en sus primeros dos tercios, cuando Carter nos cuenta el Apocalipsis utilizando solo un par de decorados y a cuatro personajes: Mulder (David Duchovny), Scully, Miller y Einstein, enfrentados todos a una epidemia mundial orquestada por el fumador (William B. David). La agente Mónica Reyes (Annabeth Gish) -recuperada de la octava y novena temporada- cumple ese rol de "garganta profunda" que tanto le ha gustado siempre a Carter. Y el presentador televisivo Tad O'Malley -Joel McHale de Community me parece un error de casting- aporta la sensación de que la emergencia es global. Este fin del mundo de bajo presupuesto se puede disfrutar como una serie B de ciencia ficción de los años 50. Hasta aquí, nada que objetar. Pero, curiosamente, es en el último tercio del episodio, cuando comienzan a aparecer los supuestos valores de producción -atascos multitudinarios, saqueos, un puente lleno de coches, Scully abriéndose paso para llegar a Mulder- cuando la cosa pierde credibilidad. La sensación es que Carter mete todo lo que vimos repartido en 9 temporadas de conspiranoia en un solo episodio. El OVNI, un deus ex machina en toda regla, aparece cuando hemos dejado creer, para un cliffhanger no del todo satisfactorio. Eso sí, habrá más Expediente X.
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