Ahora que los Oscar y los Goya han premiado el cine de buen rollo y sin aristas que parecen representar Green Book y Campeones, quizás una película como Larga vida y prosperidad encuentre a su público. Desde luego, no busquemos en ella la calidad que atesora la ganadora del premio a la mejor película, de Peter Farrelly. Tampoco las risas de la cinta de Javier Fesser. Convencional y sencilla, aquí dirige sin aspavientos Ben Lewin -Las sesiones (2012)- una historia que con tono amable nos presenta a Wendy, una joven autista interesada por la ciencia ficción de Star Trek. De ahí que el título sea una referencia al conocido saludo vulcano de Spock, hierático pero superdotado personaje de orejas puntiagudas con el que la protagonista se identifica. Wendy no es solo una fan capaz de memorizar los detalles más frikis de las aventuras creadas por Gene Roddenberry, sino que además tiene el proyecto de escribir un episodio de la serie -en plan fan fiction-. Presentar dicho guión a un concurso será el objetivo que obligará a Wendy a enfrentarse a la vida y a salir de la burbuja en la que vive. Tendrá que aprender a ser independiente y a valerse por sí misma. Pero no esperéis obstáculos demasiado inquietantes, ni peligros que nos pongan al borde de la butaca. Larga vida y prosperidad transcurre plácidamente y es apta para todos los públicos. Lo mejor, Dakota Fanning -El alienista, Brimstone (2016)- que interpreta a Wendy, de forma eficaz y entrañable, aunque no necesariamente memorable. La acompaña una actriz de la talla de Toni Collette -Hereditary (2018)- y Alice Eve -la segunda temporada de Iron Fist- que con mucha humanidad cumplen en sus roles para encabezar un reparto de personajes secundarios demasiado amables. Todos son majos en esta película, que destaca por sus buenas intenciones, pero que no es apta para cínicos.
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