Feminista, más arriesgada de lo esperado, noventera y divertida, Capitana Marvel consigue mantenerse fiel al canon del origen de un superhéroe sin perder frescura. El Universo Marvel Cinematográfico culminó en Vengadores:Infinity War, tras unas 20 películas interconectadas, que permiten a esta nueva cinta convertirse en una precuela en toda regla, que se propone como la pieza oculta que unía todo el puzle que ya conocíamos. Desde el logo de Marvel Studios, en el que se sustituyen los superhéroes de la casa por imágenes del fallecido Stan Lee -este es uno de sus últimos cameos- estamos ante el primer film Marvel que se permite la nostalgia: la recuperación de Nick Fury y el agente Coulson, además de múltiples guiños para el fan, dan fe de que ya estamos ante un fenómeno similar al de Star Wars. O para ser más exactos, se ha conseguido replicar en las pantallas de cine la experiencia de leer un tebeo Marvel en los años 70.
Eso por no hablar de la ambientación en los años 90 que
permite escuchar temas musicales de la época, nada menos que de Nirvana, Hole, Elastica,
y Garbage. No sé si las estupendas canciones de estas bandas
encajan del todo, pero tras unos 5 años machacando los 80 en series y
películas, ver una recreativa de Street Figther o a Stan Lee
leyendo el guión de Mallrats (Kevin Smith, 1995), mola. Como
he dicho, habiendo un universo ya creado, esta película se beneficia
reutilizando el entorno cósmico de Guardianes de la Galaxia, las
tramas de Vengadores y hasta el cine de espías de Agentes
de SHIELD. La acción es
espectacular, como siempre en estos productos, acompañada de unos efectos
especiales competentes y vistosos. Pero yo destacaría un look diferente,
una fotografía que se aleja del blockbuster habitual, una
narrativa fragmentada que desempolva un poco el clásico viaje del héroe, y la
voluntad de difuminar las fronteras entre quiénes son los buenos y quiénes son
los malos. Los primeros compases del film, la amenaza de los Skrulls -casi salidos de la Invasión de los ultracuerpos (1978)- son
pura ciencia ficción y tienen
ingenio y brío. Algo de personalidad -y alma- aportan los codirectores,
Anna Boden y Ryan Fleck, cuyo origen es el cine independiente.
Como en todo producto Marvel, hay una importante dosis de
humor, muy de agradecer. Pero esta comicidad es además es deliciosamente extraña: ojo a los sorprendentes
Skrulls y mucha atención al gato ‘Goose’. Brie Larson es una heroína
francamente cercana y graciosa, en la línea de Han Solo e Indiana Jones. Me
gusta. Le acompañan Samuel L. Jackson -aquí se encarga de desmitificar a su personaje-, Jude
Law, un divertido Ben Mendelson y Annette Bening, todos correctos. Hay guiños maravillosos para el fan de los cómics más veterano
-la guerra Kree-Skrull- y encontramos aquí el mismo enfoque que tiene la
editorial en sus tebeos: la Casa de las Ideas en los años 60 y 70 intentaba
reflejar en sus escapistas aventuras temas sociales y políticos. En Capitana
Marvel se habla de un imperio malvado que amenaza a todos, de
inmigrantes y refugiados; pero sobre todo hay en ella un feminismo decidido y
molón que merecen desde hace tiempo las espectadoras más jóvenes.
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