La nueva película del director y guionista francés, Christophe Honoré, Habitación 212, podría ocurrir antes, después, o incluso durante el confinamiento. Se trata de una comedia dramática de aliento teatral, pero también de gran inventiva visual y cinematográfica: Honoré tiene ideas de puesta en escena atrevidas y preciosas, que se aprovechan de que la historia ocurre seguramente en la mente de su protagonista. María es una mujer madura que se ve obligada a revisar su vida sentimental cuando su marido descubre, por casualidad, una infidelidad. Protagoniza Chiara Mastroianni, divertidísima y espectacularmente atractiva, que por este papel se llevó premio en Cannes, a la mejor actriz en la sección Un Certain Regard. María desencadena toda la historia con su desliz y decide mudarse, al menos por una noche, a una habitación de hotel justo enfrente del piso que comparte con su marido, Richard (Benjamin Biolay), que poco a poco gana terreno en el relato, para hacer repaso también de su trayectoria vital. Así la película se va llenando de recuerdos y de personajes; los pisos y las habitaciones, las puertas que se abren y se cierran, se convierten en metáforas de la memoria. Comedia divertida, sexy, muy francesa, Habitación 212 es una refrescante fantasía sobre el amor, algo nostálgica. Una historia sobre el pasado, sobre los caminos no tomados, sobre la vida no vivida y sobre las frustraciones que acompañan a las relaciones de pareja, a las que seguramente no se les debe pedir la felicidad plena, si es que eso existe realmente.
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