El realismo en el cine está sobrevalorado. Muchos espectadores, no sé si la mayoría, necesitan que lo que ven en pantalla parezca de verdad. Pero creo que más de una vez se llega a la verdad a través de la fantasía, de lo imposible, de la ficción. La premisa de No mires a los ojos, dirigida por Félix Viscarret, es directamente inverosímil. Un hombre se esconde en un armario que acaba dentro de una vivienda familiar y decide quedarse allí, viviendo escondido. Una situación imposible que, si la aceptamos -y está expuesta en pantalla de forma impecable y hasta realista- genera una tensión constante en la película ¿Cuánto tiempo puede permanecer Damián (Paco León) sin ser descubierto por la familia formada por Lucía (Leonor Watling), Fede (Álex Brendemühl) y María (María Romanillos)? El guión plantea esta situación encerrada en sí misma y lo interesante de esta película es ver cómo la historia se las arregla para continuar siguiendo sus propias reglas, permitiéndose, eso sí, sorprendentes fugas narrativas que no conviene revelar. No mires a los ojos ofrece una reflexión sobre lo que hacemos cuando estamos solos, cuando pensamos que nadie nos mira y se sirve de su personaje protagonista para explorar las zonas más oscuras del alma humana. Porque todos escondemos algo. La película muta desde el cuento fantástico a la comedia surrealista, pero también pasa por el thriller y el terror en una propuesta original y estilizada que permite a Viscarret diseñar una puesta en escena marcada por el punto de vista de ese personaje oculto que espía a los demás, planteamiento que solo rompe cuando la trama -y el espectador- lo piden de forma natural. Un ejercicio notable e interesante de cine.
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