WENDELL Y WILD -SELICK Y PEELE


Henry Selick es conocido sobre todo por su asociación con Tim Burton para dirigir el clásico animado Pesadilla antes de Navidad (1993), y ahora une su nombre a Jordan Peele -Déjame salir (2017)- para fabricar otra maravilla en stop motion, Wendell y Wild, disponible en Netflix. La historia nos presenta a una niña, Kat (Lyric Ross), que tras sufrir la trágica pérdida de sus padres será ingresada en un orfanato, donde descubrirá que tiene una conexión mística con el inframundo de diablos y demonios. Dos de ellos, Wendell y Wild, forman una divertida pareja que reedita el dúo cómico formado por el propio Jordan Peele y Keegan-Michael Key en Key and Peele (2012-2015). Visualmente, la película es luminosa, con unos diseños artísticos espectaculares y una animación fascinante, sobre todo cuando recrea ese infierno que, lejos de ser un lugar de castigo y tortura, parece un gran parque de atracciones en estilo cartoon. La película está llena de ideas interesantes sobre monjas caza demonios y muertos que resucitan, todo ello animado con música punk. Lamentablemente, el guión que firman Selick y Peele acumula situaciones que recuerdan a Bitelchús (1988), ParaNorman (2012) y la inevitable Pesadilla antes de Navidad, pero en lugar de presentarlas ordenadamente y de forma sencilla, va saltando de una cosa a la otra desinflando la tensión y haciendo que se pierda el interés. A temas como la pérdida, el miedo a la muerte y la soledad, hay que añadir asuntos sociales -que Peele suele introducir en sus ficciones- como el capitalismo feroz que representan los villanos -casi ausentes, la verdad-, ese matrimonio pijo de empresarios sin escrúpulos: el peinado de él recuerda inequívocamente a Donald Trump. Esta acumulación de motivos argumentales y temas de fondo acaban por lastrar una película que se habría beneficiado de un planteamiento más visual, con más sentido de lo fantástico y más acción.

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