Emilia Pérez (2024) puede ser la película del año, quizás la mejor de una filmografía sólida como la del director francés Jacques Audiard, una celebración de la experiencia del cine en salas. Un musical espléndido, original y nada pretencioso -o casi-, que se sirve del sentido del humor para transitar por una historia que es muchas cosas a la vez -algo almodovariana, sí-, como suele ocurrir en la obra del autor de Un profeta (2009). La protagonista es una abogada mexicana, Rita Mora, a la que da vida una fantástica Zoe Saldaña, pero el personaje principal es el del título, Emilia, una figura compleja, contradictoria, de luces y sombras, que representa a la perfección los conflictos del mundo en el que vivimos, de este siglo XXI de ideas, valores y género líquidos. Emilia Pérez es de esos personajes inolvidables, de los que pasan a la historia del cine, y con el que descubrimos a una estrella, una actriz, Karla Sofía Gascón, que irrumpe y se consagra al mismo tiempo, con un carisma irresistible, una fuerza en la pantalla que concentra toda la atención del espectador hasta subyugarlo y que da pie a la transformación de su personaje en una leyenda popular, en una virgen postmoderna adorada en un altar casero. Audiard ha hecho una película muy divertida -y eso que supera las dos horas- con una puesta en escena fascinante, creativa y audaz, que sorprende en cada número musical, sirviéndose de un fantástico diseño de producción -Virginie Montel- que aprovecha el escenario mexicano pero no cae en lo obvio, valiéndose de una estupenda fotografía -Paul Guilhaume- y, claro, con una música maravillosa de Camille y Clément Ducol. Audiard nos muestra a una serie de personajes extremos -el reparto lo completan Selena Gómez, Edgar Ramírez y Adriana Paz- para contarnos una historia fantástica -en todos los sentidos- en la que aparecen temas como la corrupción del sistema -político, judicial, económico-, además de la identidad de género y la violencia machista en un melodrama trágico que, sin embargo, resulta estimulante y lleno de vida. Una película capaz de generar todo tipo de emociones, que utiliza la música para profundizar en los complejos temas que plantea, y que parece inagotable en sus lecturas, invitando al espectador a repetidos visionados. Emilia Pérez entusiasma, es el tipo de película que debería llevarnos sin falta a las salas.
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