Para los que no tenemos la suerte de poder acercarnos a Sitges cada año para disfrutar de su festival de cine fantástico, la versión online que ofrece la organización nos da la vida. Es la oportunidad de ver películas, aunque tenga que ser en la privacidad del hogar y sin disfrutar del estupendo ambiente del festival. Este año hay unas 22 películas disponibles -hasta el domingo 16 de Octubre- y yo he podido ver cinco de ellas, que comento brevemente.
La paradoja de Antares es la ópera primera de Luis Tinoco, cuyo cortometraje Caronte (2017) le valió numerosos premios y nominaciones en festivales internacionales. En este primer largometraje, Tinoco propone una idea que, más que ciencia ficción, es especulación científica: la búsqueda de vida extraterrestre a través del rastreo de señales en el espacio infinito. A esto se dedica la protagonista, Alexandra, interpretada por Andrea Trepat, sobre cuyos hombros carga todo el peso de la historia. Alexandra es una científica obsesionada con su misión en los cielos, que tiene que lidiar, sin embargo, con los problemas mundanos: la falta de compromiso de sus colaboradores, la falta de inversión en investigación, la incredulidad y, sobre todo, su entorno familiar. El padre de Alex está enfermo, pero ella evitará enfrentar esa situación poniendo como excusa su absorbente labor. De hecho, a Tinoco parece interesarle mucho más hablar de estos problemas terrenales de su personaje -que se enfrenta a cortes de luz, tormentas y problemas informáticos- que de la posibilidad de contactar con vida extraterrestre. El gran mérito de la cinta es el uso de un solo escenario, la estación en la que trabaja la protagonista, y la capacidad de hacernos sentir que fuera hay un mundo, un universo, en el que ocurren cosas. Con reminiscencias de Contact (1997), La paradoja de Antares es un buen ejercicio de cine con presupuesto limitado.
Shin Ultraman es un poco la continuación, espiritual, de la estupenda Shin Godzilla (2016). Firmada por el mismo equipo creativo, Hideaki Anno y Shinji Higuchi, la película recupera al personaje clásico de la serie televisiva japonesa -Ultraman (1966)- que nos mostraba a un colosal superhéroe luchando con monstruos gigantes. Puro kaiju eiga. Si en la mencionada Shin Godzilla asistíamos a un remake del film original en clave ecológica y en el que los funcionarios gubernamentales, como un todo, se unían para combatir a la monstruosa amenaza, aquí un grupo de hombres y mujeres de traje y corbata se enfrentan también a extrañas y colosales criaturas -mencionemos en el reparto nada menos que a Hidetoshi Nishijima, conocido por Drive my car (2021)-. Sin embargo, aunque el inicio de la película tiene un bestiario bien nutrido, estos desaparecen en la segunda parte, para dejar paso a una invasión extraterrestre, proponiendo a Ultraman como una figura mesiánica.
Carnifex es una monster movie ambientada en Australia, de trasfondo ecologista, sin mayor aspiración que entretener al espectador. Es la ópera prima de Sean Lahiff, hasta ahora editor cinematográfico que ha participado en obras de género como Relic (2020) y Wolf Creek 2 (2013). La película nos presenta a una documentalista que busca concienciar sobre las especies australianas en peligro, a la que acompañan dos biólogos. Juntos tendrán un encuentro muy poco agradable con una especie desconocida y agresiva. La película se toma su tiempo en presentarnos a sus personajes, supongo que con la intención de que nos preocupemos por ellos cuando la criatura haga su aparición, cosa que no ocurre hasta el último tercio del metraje. Estamos ante un entretenimiento correcto, con un monstruo aceptable, aunque Lahiff no sea capaz de imprimir tensión a los momentos de terror y el desenlace no sea satisfactorio.
Nightsiren es una película eslovaca y de la república checa dirigida por Tereza Nvotová que plantea la brujería como vehículo para hablar del patriarcado. Una mujer regresa al pueblo en el que nació, marcada por dos hechos trágicos: la muerte de su hermana, de la que se siente culpable, y que su madre fuera acusada de brujería por los vecinos. La cinta es un drama con elementos de terror en el que la protagonista debe descubrir el misterio de su pasado y lidiar con el rechazo del pueblo. Nightsiren propone que las tradiciones ancestrales -fiestas populares, leyendas, supersticiones- son burdas excusas para mantener vigente el machismo, el maltrato infantil y otras lacras sociales. La película habla de la culpa, de la maternidad, de la amistad entre mujeres, de la violencia y de romper con el pasado para construir un futuro mejor. El fuego, que sirviera para quemar a las brujas en tiempos pretéritos, se convierte aquí en un elemento purificador y renovador. La película, sin embargo, no resulta demasiado estimulante.
Arde! de Paco Campano propone una inmersión en sus imágenes dejando en el misterio la posible relación argumental entre ellas. La imaginería es la del cine exploitation: erotismo y sexo gratuito, violencia, un poco de gore y hasta OVNIS, por no hablar de referencias al formato VHS que forjó la cinefilia de toda una generación. Hay una voluntad de homenaje al cine argentino no canónico, adoptando como padres a Armando Bo e Isabel Sarli, director y actriz que realizaron una serie de films sexploitation en ese país y también aparece por ahí el cartel de una película de Jorge Porcel, que hizo películas similares a las del destape español. Arde! es cine underground, algo provocador, que abraza la estética del vídeo digital. Protagoniza una despampanante Rocío López Ferreira, que se pasea por la película desatando su sexualidad contagiosa -en plan La Invasión de los Ultracuerpos (1978)- y a la que vemos siendo pretendida -y acosada- por los hombres que se van cruzando en su camino. Curiosa.
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