Viendo la estupenda Nightcrawler no pude dejar de pensar en una película que seguramente conocéis: El rey de la comedia (Martin Scorcese, 1982). El personaje que compone un fantástico Jake Gylenhaal -Louis "Lou" Bloom- podría ser una versión extrema del Rupert Pupkin interpretado por Robert DeNiro. Individuos con mucho empuje, algo desconectados de la realidad, capaces de llegar muy lejos para cumplir una fantasía delirante. Los dos personajes oscilan entre los cómico y lo siniestro. Y ambos consiguen al final, sus objetivos.
Me parece un error extraer de Nightcrawler una crítica a los medios, al amarillismo y al sensacionalismo. La falta de escrúpulos en el "periodismo" televisivo -os puedo asegurar que es absolutamente real- encarnada en el personaje de Rene Russo nos produce repulsa, sí, pero aquí es solo el medio ideal para que un personaje como Lou revele su verdadera naturaleza. En el mismo sentido, tampoco creo que Nightcrawler sea una película sobre cómo convertimos la realidad -el horror- en meras imágenes simuladas. No se trata de convertirnos en vouyeurs de lo macabro como en Peeping Tom (Michael Powell, 1960). Lo que vemos a través del visor de la cámara de Lou es una metáfora de la distancia con la que él mismo observa la realidad, las relaciones, las vidas humanas, la muerte.
Lou no siente empatía porque es un psicópata. Por eso es capaz de llegar a los extremos a los que llega en su nuevo trabajo como cámara freelance. En realidad podría haber elegido cualquier otra profesión. Pero en esta, su falta de escrúpulos es una ventaja. La frialdad con la que Lou contempla el horror, la muerte, mientras repite robóticamente los eslogans motivacionales que ha leído en Internet como fórmula del éxito empresarial produce escalofríos. Nigthcrawler habla de la pasmosa facilidad con la que un individuo así es capaz de meterse donde sea y hablar con quien sea. Es capaz incluso de llegar hasta la directora de informativos de una cadena. Por eso creo que el mensaje de Nightcrawler es que la mejor aptitud, la más necesaria para el éxito, es estar loco.
Y la denuncia para mí es que permitimos que individuos así existan. Elegimos a nuestros amigos, parejas y hasta compañeros de trabajo sin ningún criterio. Fallamos a la hora de evaluar lo que esconden los que nos rodean. Entre tanto imbécil y tanto fantasma robando nuestro tiempo, ¿quién sabe qué sociópata se oculta? ¿cuánto tardaríamos en detectarle? Sólo me tranquiliza que en España tenemos el enchufismo tan instalado que es difícil que estos personajes nos dominen. Aunque de vez en cuando se cuele alguno hasta la proclamación de Felipe VI.