Si eres occidental, de raza blanca y de clase media, probablemente tu mayor miedo sea morir a manos de un criminal que no ha tenido tanta suerte en la vida como tú. Es una putada, porque no eres un millonario explotador y no puedes aliviar tu mala conciencia con lujos, pero como tampoco eres "pobre": te das los caprichos justos para sentirte culpable por tu situación de privilegio. Si eres de derechas, quizás sientas que debes defenderte. Si eres de izquierdas, en el fondo piensas que es justo que te roben y te maten. Para un estadounidense seguramente hay que agregar los prejuicios raciales a todo esto. En el cine, el subgénero que explota este miedo de "nosotros los blanquitos" es el de las home invasion movies. Hay ejemplos tan ilustres como Funny Games (Michael Haneke,1997), La habitación del pánico (David Fincher, 2002), la reciente You´re Next (Adam Wingard, 2011) o la española Secuestrados (Miguel Ángel Vivas, 2010).
The Purge (James DeMonaco, 2013) partía de una idea muy interesante: una noche al año la sociedad estadounidense puede cometer cualquier crimen. Incluso el asesinato. La premisa es que la violencia forma parte de nuestra naturaleza y que es saludable dejarla salir -de vez en cuando- para purificarnos. Pero ese concepto tan sugerente se convertía en otra home invasion movie en la que James Sandin (Ethan Hawke) -AVISO SPOILERS- debe defender a su familia de los invasores, que en este caso son niños ricos perversos, vecinos envidiosos y hasta un yerno enfadado. Al final, el protagonista acaba convertido él mismo en un ser violento capaz de matar para sobrevivir, en un desarrollo presente en no pocas películas de terror, como por ejemplo en la clásica La última casa a la izquierda (Wes Craven, 1972). Si The Purge resulta decepcionante es precisamente porque no desarrolla del todo el potencial de su propio concepto. Pero también porque el manejo de la tensión de su director, James DeMonaco, es más bien plano. Como home invasion movie, La noche de las bestias no está entre las mejores.
El éxito de The Purge provocó una secuela inmediata, escrita y dirigida por el mismo James DeMonaco. Sorprendentemente, esta segunda parte resulta -en mi opinión- superior a la propuesta original. Anarchy desarrolla el concepto de la primera película de una forma mucho más satisfactoria y se aleja del gastado esquema de las home invasion movies para dibujar un panorama más general que se atreve a explorar todas las posibilidades de la purga. Su planteamiento coral es un intento de hacer un comentario más social: ya no es una familia la que está en peligro, sino individuos de diferentes estratos sociales: una mujer latina (Carmen Ejogo) y su hija (Zoë Soul) de clase trabajadora y un matrimonio -estos sí de clase media- pero en proceso de separación. Además, nos encontramos con otro personaje, el Sargento (Frank Grillo) que parece emular al Frank Castle (Dolph Lundgren) de The Punisher (Mark Goldblatt, 1989). En esta línea, Anarchy acumula referencias, pero todas molan: los pandilleros maquillados que recuerdan a The Warriors (Walter Hill, 1979); los ricos pervertidos que pagan para torturar como en Hostel (Eli Roth, 2005); o esos -todavía más- ricos que se permiten el lujo de una cacería humana como en el clásico El malvado Zaroff (Irving Pichel, Ernest B. Schoedsack, 1932). No hace falta afearle a Anarchy que tampoco llegue a sus últimas consecuencias -el grupo antipurga de corte revolucionario en la línea de las panteras negras que lidera Carmelo Johns (Michael K. Williams) se queda en nada- yo prefiero considerarla un buen entretenimiento con una pizca de comentario social.
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