"Yo soy la Ley" es una de las frases emblemáticas del Juez Dredd y no por casualidad. El personaje es policía, juez y verdugo llevando el concepto del superhéroe a su máxima expresión: un justiciero expeditivo respaldado por un sistema fascista en una sociedad futurista y distópica. Sus aventuras de ciencia ficción fueron creadas por John Wagner y el español Carlos Ezquerra en 1977 para la revista británica 2000 AD. Juez Dredd fue entendido por algunos como una sátira política, y por otros como modelo a seguir (algún neonazi le tendría como héroe). Algo similar había ocurrido ya en Reino Unido con La Naranja Mecánica (Stanley Kubrick, 1962) que fue retirada por el propio director por temor a represalias contra su familia. Los imbéciles tienen dificultades para distinguir lo real de la ficción.
Con un espíritu similar al de Juez Dredd encontramos personajes como The Punisher, creado tres años antes en Marvel Comics como villano de Spiderman. Luego se convertiría en un antihéroe protagonista de sus propias historias. No olvidemos tampoco la pregunta que se hacía el británico Alan Moore, "¿Quién vigila a los vigilantes?" en su obra maestra Watchmen (1986). Pero siempre he pensado que dónde mejor se recoge el espíritu de los cómics de Juez Dredd es en la película Robocop (Paul Verhoeven, 1987), también confundida por más de uno con un actioner ochentero y fascista.
Seguramente recordaréis -para mal- esa primera adaptación cinematográfica del héroe, Judge Dredd (1995) a mayor gloria de un Sylvester Stallone que traicionaba al personaje haciendo algo que este jamás hacía: quitarse el casco. La decepcionante película venía firmada por Danny Cannon, al que ahora tenemos implicado de lleno en la serie Gotham. Resulta fácil decir que todo lo que hizo mal aquella Judge Dredd lo hace bien esta nueva aproximación, titulada simplemente Dredd. Pero también sería injusto: era otra época, son otros presupuestos y las ambiciones son diferentes. En esta adaptación juega a favor un presupuesto más limitado que le permite dirigirse a un público más reducido y más "adulto". Dredd es una película de serie B (en el buen sentido) que recuerda a las (buenas) películas de acción de los años ochenta. Es seca, va al grano y no intenta dar más de lo que puede. Su argumento recuerda a la espectacular The Raid (Gareth Evans, 2011) pero seguramente estará basado en alguna de las miles de aventuras del antihéroe en sus más de 30 años de historia. A este Dredd lo interpreta Karl Urban, y podéis estar tranquilos: no se quita nunca el casco. Sólo por eso le perdonamos -AVISO SPOILER- que se copie el plano final -la voz en off, la moto- de El Caballero Oscuro (Christopher Nolan, 2008).
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