THE BLITZKRIEG BUTTON (27 DE ENERO) -AVISO SPOILERS-
El cuarto episodio de Agent Carter no es precisamente emocionante. A pesar de algunos giros sorprendentes, parece éste un capítulo de construcción narrativa cuya función es sentar las bases de acontecimientos que veremos más adelante. No nos engañemos, estamos ante una serie de presupuesto limitado, en su primera temporada, que debe escatimar en secuencias de acción y variedad de escenarios.
En el episodio se alternan tres tramas. En la primera, Howard Stark (Dominic Cooper) -ya sabéis, el padre de Tony Stark (Robert Downey Jr.)- reaparece para pedirle a Peggy (Hayley Atwell) que haga inventario de sus artefactos recuperados por la SSR, precursora de la futura S.H.I.E.L.D. Para ello la agente Carter contará con un gadget que debe ser un clásico: un bolígrafo cámara. Luego Stark le pedirá a Peggy que robe concretamente uno de sus inventos: un artilugio que resulta ser nada menos que una muestra de sangre de Steve Rogers (Chris Evans), más conocido como el Capitán América. El problema es que Stark ha engañado a Peggy para conseguir esa muestra, ya que teme que los sentimientos de ella hacia su antiguo amor -en 1946 creen que el superhéroe ha muerto- le impidan completar su misión satisfactoriamente. Resurge aquí el tema del machismo de la época -una mujer es incapaz de controlar sus emociones- muy coherente con lo bien que se lo ha pasado Stark en el hotel Griffith para señoritas en el que reside Carter. Como un zorro en un gallinero. La trama sirve además como excusa para el cameo de Stan Lee, ya sabéis, un señor mayor que es básicamente el coautor -junto a Jack Kirby- de todo el Universo Marvel.
La segunda subtrama, protagonizada por el agente Sousa (Enver Gjokaj), parece de relleno. Su interrogatorio a un vagabundo no lleva más que a profundizar en el trauma del personaje por la herida de guerra que le ha dejado lisiado. El giro del desenlace es ingenioso: el vagabundo acaba soltando la información a cambio de comida y bebida que le ofrece Thompson (Chad Michael Murray), antes que por solidaridad con otro veterano de guerra. Pero la trama no hace avanzar la historia. No lleva a nada.
La otra misión, protagonizada por el jefe Dooley (Shea Whigham), revela a un misterioso guerrero -o guerreros- capaz de despedazar a cientos de soldados en la batalla de Finnow ¿de quién se trata? Por último, un nuevo enemigo asoma la cabeza: Otto Mink (Gregory Sporleder) un rubio con aires de asesino frío y eficiente que porta un revolver automático retrofuturista. Pero no le veremos en acción: una inquilina de la residencia -Dottie (Bridget Regan)- resulta ser una asesina mucho más hábil… y guapa.
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