LA PIEL FRÍA -HUMANOIDES DEL ABISMO


Es una pena que La piel fría, un film impecable, tenga un único fallo -en mi humilde opinión- tan importante como su tono. Esto lo puedo resumir en la diferencia entre titular esta historia como La piel fría en lugar de algo así como Humanoides del abismo (1980). El título de la novela de Albert Sánchez Piñol -que lamentablemente no he leído- tiene un aire poético y grave, mientras que el que yo propongo suena a serie B, sí, y eso debería ser bueno, pero también a pulp, a aventura clásica. Y es que el relato de un oficial atmosférico, desencantado del mundo, que busca aislamiento en una isla perdida para descubrir que esta sufre el asedio nocturno de seres anfibios, debería contener elementos como el sentido de lo maravilloso, el espíritu de la aventura, además de tensión, inquietud y terror. Poco de esto hay en una historia que prefiere mantenerse metafórica, incluso en los ataques de los monstruos, trascendental en el sentido último de su temática y algo fría en el dibujo de sus personajes. Y es una pena porque La piel fría bebe claramente de Daniel Defoe, Jules Verne, Herman Melville, y H.P. Lovecraft, lo que me hace pensar que esto me lo podrían haber contado con un ritmo más vivo, con un tono más entusiasta, con personajes algo más humanos. Tampoco habría venido mal una pizca de humor. El director, el francés Xavier Gens -Frontière(s) (2007)-, consigue imágenes de cierta belleza, imprime alguna tensión cuando se aproximan los monstruos -cuando sus siluetas se hacen visibles bajo la luz del faro- y se muestra bastante hábil en las escenas de acción y terror: la batalla final contra los anfibios demuestra que otra película era posible. Ray Stevenson está sobresaliente en su versión de Robison Crusoe -con idéntico comentario sobre el colonialismo, la esclavitud, el racismo-; David Oakes es un protagonista competente en un papel soso; y Aura Garrido sale victoriosa del reto de componer una interpretación bajo gruesas capas de látex, maquillaje y efectos digitales. Su criatura es sin duda heredera de La mujer y el monstruo (Jack Arnold, 1954) -con la que comparte la idea de una evolución alternativa-. Mencionemos también La isla de los hombres peces (Sergio Martino, 1979), la española Dagon: La secta del mar (Stuart Gordon, 2001); el Abe Sapien (Doug Jones) de Hellboy (2004) y la futura y esperadísima criatura de La forma del agua (2018) de Guillermo del Toro. Ante todas estas referencias, lo único que aporta esta película es la poderosa imagen del encuentro sexual entre un ser humano y una criatura anfibia. Lo que me ha hecho pensar en otro referente temático y con criatura -aunque alienígena- la olvidada Enemigo mío (Wolfgang Petersen, 1985).

No hay comentarios:

Publicar un comentario