CAZAFANTASMAS: IMPERIO HELADO -TODO TIEMPO PASADO


Vaya por delante que, para mí, Cazafantasmas (1984) es de esas películas ‘perfectas’. Una combinación poco frecuente de comedia, fantasía y terror que marcó una época y que creo que ha sido más influyente de lo que parece en el cine actual -Guardianes de la Galaxia (2014) y similares-. Ni siquiera una casi inmediata Cazafantasmas 2 (1989) pudo replicar la excelencia de la primera, más que nada, por su incapacidad de proponer algo nuevo con respecto a la original. ¿Era tan complicado idear, simplemente, nuevas aventuras del grupo de héroes ya formado? La serie de dibujos animados, The Real Ghostbusters (1986-1991) ha quedado como el ejemplo perfecto de lo que pudo ser. El remake femenino de 2016, aunque consiguió replicar el espíritu cómico del original gracias a sus estupendas actrices, tampoco fue capaz de ir más allá del mismo concepto. Quizás por eso, lo mejor de Cazafantasmas: Más allá (2021) era la rareza de la propuesta: una película intimista sobre una familia, de corte indie, que dialogaba con la franquicia con la coartada de estar dirigida por Jason Reitman, hijo de Ivan Reitman. Así, la película se presentaba como una obra muy personal, pero al mismo tiempo nostálgica y llena de guiños para los fans. Su secuela, Cazafantasmas: Imperio helado (2024), sin embargo, resulta decepcionante. Aunque Reitman sigue llevando las riendas del proyecto, detrás de la cámara se coloca Gil Kenan, director de la estupenda Monster House (2006). Lamentablemente se trata de una película que pugna contra sí misma, buscando su identidad. Desechado el tono de comedia pura, la película se desarrolla entre un drama familiar con toques de humor -estilo indie- y la aventura fantástica familiar. La película es posiblemente todo lo que un niño de 10 años quiere ver. El problema es que, si vamos más allá, el guión va planteando tramas e introduciendo personajes de forma caótica: por un lado, se nos habla de una familia en la que cada miembro tiene su propio conflicto, pero ninguno de esos desarrollos resulta satisfactorio y apenas están esbozados. Además, dichas tramas estorban a la historia principal, ralentizándola: el enemigo principal no aparece hasta casi el final del metraje. El argumento es, encima, una réplica del de la película original de 1984, pero descafeinado y predecible, mientras las mencionadas subtrarmas -la de Moquete, por ejemplo- no llevan a nada. Por si fuera poco, la aparición de los actores de la película de 1984 es testimonial: el fan service se queda en mero guiño. Replicando el ritmo narrativo de la entrega a anterior, esta película necesitaba mucho más dinamismo, y si bien las escenas de ‘terror’ o de atmósfera fantástica funcionan dignamente, la comedia necesitaba mucho más fuelle.

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