RALPH ROMPE INTERNET -RELACIONES TÓXICAS


¡Rompe Ralph! (2012) era a los videojuegos lo que ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988) fue a los dibujos animados -o lo que más tarde ha sido Ready Player One (2018) a la cultura pop de los 80-. Esta secuela, Ralph rompe Internet, inesperadamente, convierte todo lo que eran píxeles luminosos y una historia sobre escapar del cómo nos ven los demás -para descubrir la amistad- en la oscura e incómoda exploración de los peores sentimientos humanos: la dependencia, la inseguridad, los celos, los impulsos autodestructivos. Semejante temática sorprende, volcada en el entrañable gigantón de Ralph (John C. Reilly), que experimenta con la infantil Venellope (Sarah Silverman) algo muy similar a una relación de pareja que ha caído en la rutina. Esto da pie a un relato claramente feminista de liberación, en el que la niña se descubre atrapada en el arquetipo de las princesas Disney -aparecen todas en el mejor momento del film-. Aunque este modelo conservador revela un aspecto positivo: el de estimular a la niña a perseguir su verdadero sueño. Con un escenario tan poco infantil como Internet, dibujado como una síntesis de lo peor del capitalismo, el consumismo y el individualismo, Ralph Rompe Internet entretiene a base de guiños a las redes y a las webs más conocidas, sin hacer sangre. Hay además referencias a la ya mencionada factoría Disney -que saca músculo enseñando sus propiedades más valiosas como Marvel y Star Wars- y a los videojuegos online para ‘adultos’ con sus derroches de violencia inocua y su risible galería de antihéroes. Ralph Rompe Internet desdice -una vez más- a los que ven en los estudios del ratón a una fábrica de cuentos infantiles conservadores para mostrarnos, con una animación técnicamente espectacular, asuntos espinosos con múltiples lecturas psicológicas. Para padres que buscan algo más que un entretenimiento inocuo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario