LO QUE HACEMOS EN LAS SOMBRAS -VAMPIROS DOMÉSTICOS


Basada en el estupendo falso documental del mismo nombre, Lo que hacemos en las sombras es una serie divertida, entrañable y un festín para el fan del terror y de los vampiros. Detrás de la propuesta están los autores originales, Jemaine Clement y Taika Waititi -Jo Jo Rabbit (2019)-, que aquí se implican escribiendo, dirigiendo algunos episodios y hasta apareciendo en breves cameos. El concepto de la serie es una mezcla de The Office con la mitología de los vampiros. Sus protagonistas, compañeros de piso, encarnan a diferentes arquetipos del mito vampírico, siempre de forma paródica. Nandor (Kayvan Novak) representa a Vlad Tepes, Laszlo Cravensworth -estupendo Matt Berry- es el vampiro romántico, sofisticado, elegante, y Nadja (Natasia Demetriou) es su pareja, una vampira que responde también a la aproximación de Anne Rice en sus famosas novelas. Estos tres personajes principales tienen dos contrapuntos muy interesantes. Primero, Guillermo (Harvey Guillén), el 'familiar', el sirviente humano que en la tradición de Renfield sirve a los vampiros realizando las tareas que ellos no pueden hacer, sobre todo durante el día, con la eterna promesa de ser 'convertido' por su amo. En varios episodios, el entrañable Guillermo deviene protagonista de la trama, funcionando como punto de vista humano para que podamos identificarnos con su mirada atónita -y a cámara- ante las extravagancias de los vampiros. Por último hay que mencionar a mi personaje preferido, el vampiro 'energético', Colin (Mark Prosch), que sustrae la energía de los que lo rodean generando aburrimiento. El clásico cenizo o gafe que solemos evitar en los pasillos de la oficina. En dos temporadas, Lo que hacemos en las sombras -disponible en HBO España- conjuga sátira social con la parodia de los clichés de literatura y cine sobre vampiros. Me gusta la inteligencia con la que, de vez en cuando, los autores de la serie insertan momentos terroríficos, de verdad inquietantes, que demuestran la borrosa frontera entre humor y terror. Y me gusta también el físico de sus actores, que parece una apuesta por la diversidad. No hay aquí 'guapos' y 'guapas' luciéndose, algo habitual en el cine, sobre todo si hablamos de vampiros.

En la primera temporada, la acción se desencadena por la llegada de un antiguo señor de los vampiros, el barón Afanas, interpretado por el experto en monstruos Doug Jones, como un Nosferatu desfasado y aterrador, que necesariamente choca con la modernidad y que exige a los protagonistas la absurda aspiración de dominar el mundo. Esta idea resulta infantil e inocente por parte de los vampiros, lo que contrasta con su naturaleza depredadora y despiadada, un contraste en el que la serie reincide una y otra vez. Los protagonistas de Lo que hacemos en las sombras son como niños, se les compara constantemente con frikis, nerds o jugadores de rol, como adultos que siguen recurriendo a la fantasía para sobrevivir en un mundo complejo y deshumanizado, todo esto bien expresado en el episodio City Council y luego en CitizenshipEl tercer capítulo es una reiteración de ideas presentes en el largometraje original, como el enfrentamiento con los hombres lobo; pero también incluye mi subtrama favorita de la serie, protagonizada por Colin Robinson, quien encuentra a otro vampiro energético en su oficina, Evie -perfecta Vanessa Bayer-, dando pie a ideas brillantes sobre las relaciones humanas y sobre ciertos individuos tóxicos. Luego, una salida de marcha incide en la idea del vampiro discotequero, casi un cliché del género en los últimos tiempos -pensemos en el prólogo de Blade (1998); la idea del amor eterno que cruza 'océanos de tiempo' -popularizada en el film de Francis Ford Coppola sobre Drácula- aparece en Animal Control, cuando Nadja se reencuentra con Gregor (Jake McDorman). El séptimo capítulo incluye un juicio vampírico que da pie a numerosos guiños cinéfilos, empezando por los cameos de los propios Waititi y Clement, pero también de Tilda Swinton -que fue vampira en Solo los amantes sobreviven-, Wesley Snipes -nada menos que Blade-, Danny Trejo -Abierto hasta el amanecer-, o Evan Rachel Woods -True Blood-. El humor de la serie es prácticamente blanco, si no fuera por los excesos sangrientos o por los chistes burros presentes, por ejemplo, en el episodio titulado The Orgy, que explora la faceta sexual del vampiro, presente desde sus orígenes literarios como Carmilla (1872) de Sheridan Lefanu o el propio Drácula de Stoker. Este episodio, por cierto, tiene la genial idea de incluir a un Babadook en la mencionada fiesta. La primera temporada finaliza con Ancestry, un episodio que revela los sorprendentes orígenes de Guillermo.

En la segunda temporada se retoman los problemas de Guillermo, entrañable personaje atrapado entre la lealtad a los vampiros a los que sirve -pero al que en realidad ningunean- y el descubrimiento de su linaje como descendiente del más famoso cazador de vampiros. Resurrection es un divertido capítulo que presenta a un zombie, encarnado por Haley Joel Osment -ese niño que en ocasiones veía muertos-. Como su título indica, Ghosts introduce la figura de los fantasmas en la serie y un divertido misterio ¿Tienen fantasma los vampiros? Brain Scrambles es una sátira de la sociedad estadounidense y de las relaciones de pareja que presenta como excusa argumental una fiesta para ver la Super Bowl, nombre que provoca un malentendido entre los vampiros. Pero lo mejor del capítulo es la introducción de un grupo de cazavampiros que, por supuesto, no son más que un puñado de frikis que parecen aficionados a los juegos de rol. Los guiños al frikismo son recurrentes en esta serie. The Curse juega con la inocencia de los vampiros y con el que crean, lógicamente, en la magia, para hablar de algo tan idiota como las cadenas de correos electrónicos, que los no muertos, por supuesto, interpretan de forma literal. El mejor episodio de toda la serie es Colin's Promotion, en el que el vampiro energético consigue enormes poderes al ser ascendido. Su puesto como jefe le permitirá absorber más energía que nunca en una sátira divertidísima de los ambientes de oficina que lamentablemente conocemos y sufrimos. On the Run tiene a un hilarante Mark Hamill como Jim, el vampiro, pero lo mejor es la tapadera que se inventa Laszlo como Jackie Daytona, esperpéntico personaje que juega con los tópicos de la América profunda, y que merecería una serie propia. The Return marca el regreso de Simon, que vuelve a aparecer con una corte de vampiros estrafalarios como el Conde Rápula o Elvis Vampiro. Tres subtramas conviven en Collaboration, primero la idea de que los 'familiares' de los vampiros nunca serán convertidos, aparece expresada en dos personajes relacionados con Guillermo: Benjy (Jack O'Connell), el olvidado sirviente de Nandor de los años 70 y la frívola Celeste (Greta Lee), que sí ha conseguido convertirse en vampira gracias a su ama. Además, Nadja y Lazslo reviven su carrera musical con temas sospechosamente familiares. Witches introduce en la serie a las brujas, lo que permite una serie de gags bastante divertidos sobre aquelarres. Para acabar, Noveau Theatre des Vampires cierra la temporada con una nueva reunión de vampiros y el cameo de uno de los creadores de la serie, Jemaine Clement. El final de la temporada podría haber sido más espectacular, pero desde luego deja varias incógnitas abiertas sobre lo que veremos en la siguiente entrega.

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