CARDO -SEGUNDA TEMPORADA -VIDA SANTA


La desorientación existencial como motor argumental. Ana Rujas y Claudia Costafreda nos traen de vuelta a María en la segunda temporada de Cardo, disponible en Atresplayer Premium. En un giro argumental muy interesante con respecto a la primera temporada, vamos a ver a una protagonista, recién salida de prisión -por los hechos ocurridos en la primera entrega- empeñada en recuperar su vida y en transitar por el camino recto. Ahora María solo tiene buenas intenciones y está armada con las enseñanzas de Santa Teresa de Jesús: se empeñará en recuperar su relación con su madre, en volver a trabajar, buscar pareja y hasta en arreglar la vida de una compañera de prisión que ha sido su apoyo y que se ha distanciado de su hija. Pero todos estos cambios en la vida de María no significan que no siga igual de perdida. María están tan desequilibrada como en esa primera temporada en la que era adicta a las drogas y al sexo. Esta segunda temporada consta de seis capítulos en los que cada episodio tiene un escenario muy diferente: la prisión, una fiesta de alto perfil, el parque de atracciones de Madrid, un hotel de carretera, y hasta llegar a Torrevieja en Alicante. Cardo es un sobrecogedor relato -no exento de humor- sobre la salud mental que gira sobre el personaje principal, fantásticamente interpretado por Ana Rujas, que se ha creado un papel a su medida. María representa la gran duda que, en el fondo, tenemos todos: ¿Qué sentido tiene nada? ¿Dónde está la razón para vivir? A esa desorientación se añade la culpa -por los pecados del pasado- y se propone de forma socarrona que la religión es una muleta existencial, como lo son también las drogas. Lo que sea para sacar la cabeza del foso. Y la serie también propone que podemos encontrar ese 'sentido de la vida' en cualquier parte. No hace falta triunfar. Cardo es una serie muy bien producida e interpretada -el casting me parece excelente, con actrices como Nur Olabarría en un papel que, perdonad el cliché, transmite verdad- que consigue ser entretenida a pesar de plantear temas sociales como la ya mencionada salud mental, pero también la reinserción, la maternidad, la brecha generacional, el consentimiento en las relaciones sexuales, las adicciones, y haciendo de paso un retrato sorprendente pero exacto de la sociedad española actual. Todo expuesto de forma muy sutil, dejando que el espectador haga el trabajo de reflexionar sobre lo visto, o no. Hay que resaltar también el trabajo tras la cámara de Claudia Costafreda, que se permite fugas estéticas que dejan respirar la trama y equilibran el drama que en realidad está viviendo María, aportando otra dimensión muy interesante. Una serie inteligente y de calidad que, lamentablemente, no tendrá una tercera temporada.

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