X-MEN: FÉNIX OSCURA -¡ADIÓS AMIGOS MUTANTES!


La única razón para ir al cine a ver X-Men: Fénix Oscura es que hayas visto las entregas anteriores de la franquicia mutante de Fox y quieras despedirte tras 19 años. Esta última entrega no tendrá continuidad debido a la absorción de los estudios por parte de la voraz Disney, que reintegra en Marvel Studios los derechos de estos X-Men y de los Cuatro Fantásticos. Conocidos como la Patrulla X en España, estos superhéroes marginados fueron creados, como casi siempre, por Stan Lee y Jack Kirby, pero no se harían verdaderamente populares hasta la llegada de autores como Chris Claremont, John Byrne y luego Jim Lee, entre otros. Las películas inauguradas en el año 2000 por Bryan Singer han sido tremendamente irregulares, empezando por el estupendo díptico inicial, algo superado hoy, y con cumbres pulp como X-Men: Primera Generación y obras de madurez como Logan. Pero la franquicia también ha tocado fondo con cintas como X-Men Orígenes: Lobezno. Curiosamente, otra de sus peores entregas, X-Men: La decisión final contaba ya la historia que propone de nuevo esta Fénix Oscura: Jean Grey se convierte en una telépata súper poderosa que sucumbe al mal y debe ser detenida por sus propios compañeros. Antes fue Famke Janssen, ahora es Sophie Turner, y lo primero que sorprende de esta cinta es la decisión de despedirse con un pseudo remake. Lo segundo que sorprende deriva de esta decisión -y de otras cosas que ocurren en el argumento que no revelaré- y es que resulta imposible encajar esta entrega con las -en teoría- cronológicamente posteriores películas de Singer. En todo caso, la verdadera despedida que ataba cabos y cerraba el argumento fue precisamente el retorno de Singer a la franquicia, X-Men: Días del futuro pasado, que unía los repartos de las dos etapas. Justo por eso, la posterior X-Men: Apocalipsis y esta película que nos ocupa, se antojan innecesarias o, más bien, sin dirección clara en sus argumentos. Justo por eso se echa en falta en este film un mayor riesgo: si se tenía la libertad de romper con el pasado y de no tener ataduras con el futuro ¿Por qué no hacer algo más atrevido? Dicho esto, la cinta es bastante correcta y entretenida, haciendo un magnífico uso de sus posibilidades, teniendo en cuenta que aquí no se manejan los presupuestos, ni la cantidad de personajes de Vengadores: Endgame. El guión es eficiente, aunque no brilla, los efectos especiales funcionan, sin sorprender y sus actores son solventes, aunque no tengan escenas para lucirse. Es digno de mención la calidad de los actores implicados: James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Evan Peters o nada menos que Jessica Chastain, todos desperdiciados, sin la más mínima oportunidad de explorar o desvelar sus personajes -algo que sí conseguía Matthew Vaughn en Primera Generación-. Todo esto lleva a un final deslucido, que cierra sin convicción casi 20 años de películas. Decía que me parecía esta entrega una oportunidad perdida, pero no ha sido así para el guionista y productor Simon Kinberg, que ha estado detrás de los X-Men desde 2006, cuando escribió, precisamente el guión de la desastrosa Decisión Final, que aquí realiza su ópera prima como director y que probablemente esté saldando alguna cuenta pendiente y desde luego cerrando un círculo.

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