¿Qué es el cine? Seguramente cada espectador dará una respuesta diferente. Supongo que gran parte de la audiencia piensa que una película debe contar una historia con planteamiento, nudo y desenlace a través de los actores y sus diálogos. Nada de eso es Flow (2025) una cinta difícil de encasillar si atendemos a sus características principales. Primero, se trata de una obra de animación, lo que no quiere decir, necesariamente, que esté dirigida a un público infantil. Lo segundo es la ausencia de diálogos, lo que puede resultar extraño para muchos espectadores a los que supongo poco familiarizados con el cine mudo o silente. Sin embargo, Flow es una película 'de Óscar', nominada en dos categorías, la de animación y la de película internacional, al ser de nacionalidad letona, francesa y belga, por lo que tampoco podemos decir que estemos ante un productor experimental y ajeno a la industria. ¿O sí? Lo que se puede decir es que Flow es una maravilla, si estamos abiertos a disfrutar de su propuesta. Una película sin trama en la que seguimos las peripecias de un gato que intenta sobrevivir en un mundo sumergido. No se nos cuenta nada sobre el año en el que ocurre la historia, ni si ha ocurrido un cataclismo, ni el origen del misterioso mundo que se nos presenta ante nuestros ojos. Simplemente, un gato debe buscar terreno seco, comer, y escapar a los peligros mientras en su camino se van cruzando con otros curiosos animales. Flow no es una película para niños, pero seguramente son ellos los que menos prejuicios tienen ante una película diferente, que apuesta por la narrativa visual y que invita a disfrutar de imágenes de gran belleza, efectos de luz, y una banda sonora de música envolvente. Como su propio título -en inglés- indica, hay que dejarse llevar. Gints Zilbalodis dirige, escribe, se encarga del montaje, de la fotografía, de parte de la música y produce, una obra que se mueve entre la estética y el fluir de un videojuego, y, curiosamente, el documental: uno de los grandes placeres de esta obra es que el gato, se comporta como un gato. Su historia puede resultar misteriosa, pero su sentido se encuentra en la diferencia esencial que hay entre esa imagen inicial en la que el gato protagonista se refleja en el agua y ese mismo plano que se repite al final de la cinta, en el que todo ha cambiado completamente.
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