Sensible, cercana y autobiográfica es Jone, a veces (2025), ópera prima de la directora Sara Fantova que propone como protagonista a Jone -estupenda Olaia Aguayo, también en su primer papel- una joven veinteañera que se encuentra en pleno tránsito hacia la vida adulta: el primer amor, el descubrimiento de su sexualidad, pero también la llegada de las responsabilidades. Lo que diferencia este coming of age de otros relatos similares es que la vida modifica los planes de Jone colocando a su padre (Josean Bengoetxea) también en un momento vital de descubrimiento, aunque opuesto: el de la enfermedad y la conciencia de la muerte. Mientras Jone está experimentando un estimulante despertar como mujer y persona, debe intentar afrontar la responsabilidad de cuidar de su padre enfermo y atender a su resabida hermana pequeña. Unas responsabilidades que, lógicamente, complican que Jone sea capaz de vivir plenamente todo lo que le está pasando. Este es el conflicto central de una película que Fantova mantiene apegada al realismo, haciendo coincidir el relato con la semana grande de Bilbao y mostrándonos siempre a los personajes en situaciones cotidianas y reconocibles. Pero también es cierto que Fantova trasciende el costumbrismo para dejarse llevar por lo poético en varios momentos, apoyándose en la fotografía de Andreu Ortoll y en la música de Pablo Seijo para expresar en la pantalla las emociones de los personajes. Hay además un recurso argumental afortunado: el uso del diario del padre de Jone -en la vida real, el padre de Fantova- que emparenta a esta directora con Carla Simón y esa necesidad artística de contar la historia propia.
JONE, A VECES -ASÍ ES LA VIDA
Sensible, cercana y autobiográfica es Jone, a veces (2025), ópera prima de la directora Sara Fantova que propone como protagonista a Jone -estupenda Olaia Aguayo, también en su primer papel- una joven veinteañera que se encuentra en pleno tránsito hacia la vida adulta: el primer amor, el descubrimiento de su sexualidad, pero también la llegada de las responsabilidades. Lo que diferencia este coming of age de otros relatos similares es que la vida modifica los planes de Jone colocando a su padre (Josean Bengoetxea) también en un momento vital de descubrimiento, aunque opuesto: el de la enfermedad y la conciencia de la muerte. Mientras Jone está experimentando un estimulante despertar como mujer y persona, debe intentar afrontar la responsabilidad de cuidar de su padre enfermo y atender a su resabida hermana pequeña. Unas responsabilidades que, lógicamente, complican que Jone sea capaz de vivir plenamente todo lo que le está pasando. Este es el conflicto central de una película que Fantova mantiene apegada al realismo, haciendo coincidir el relato con la semana grande de Bilbao y mostrándonos siempre a los personajes en situaciones cotidianas y reconocibles. Pero también es cierto que Fantova trasciende el costumbrismo para dejarse llevar por lo poético en varios momentos, apoyándose en la fotografía de Andreu Ortoll y en la música de Pablo Seijo para expresar en la pantalla las emociones de los personajes. Hay además un recurso argumental afortunado: el uso del diario del padre de Jone -en la vida real, el padre de Fantova- que emparenta a esta directora con Carla Simón y esa necesidad artística de contar la historia propia.
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