Hay algo en una road movie que siempre funciona. El trayecto que tienen marcado los personajes imprime una dirección clara en el relato, da movimiento al argumento, y facilita la identificación con el protagonista al convertirnos en su compañero de viaje. Sin ánimo de ser pedantes, nos podemos acordar de la Odisea, relato itinerario arquetípico que en el cine ha inspirado obras maestras como Centauros del desierto (1956) o estupendas cintas como O Brother! (2000), en las que el héroe, de alguna manera emprende un retorno a sus orígenes. Un coche, una carretera, un puñado de canciones, son todo lo que hace falta para montar una road movie, y eso es lo que hace Guillermo Polo en su debut en el largometraje, Lo carga el diablo (2025). Un escritor frustrado, Tristán (Pablo Molinero), se mete en un lío cuando decide transportar el cuerpo de su hermano (Isak Férriz) cruzando España, de Avilés a Benidorm, trayecto en el que se enfrentará a todo tipo de obstáculos en un tono de comedia negra grotesca. Los referentes de la película están claros: los perdedores existencialistas de los hermanos Coen, los ambientes criminales de poca monta de Quentin Tarantino, trasplantados al esperpento español en la línea de la recordada Airbag (1997). Por el camino del protagonista se van cruzando personajes variopintos, principalmente Álex (Mero González), una adolescente aficionada a las sustancias que trae su propia mochila y que se convertirá en la gran compañera de viaje de Tristán. Pero la película tiene además toda una fauna a la que dan vida Antonia San Juan y Manuel de Blas, Pino Montesdeoca y Emilio Buale -y hay que mencionar a la llorada Itziar Castro, en un breve papel-. Guillermo Polo tiene muy claras las imágenes de su película, de estética de cómic, con una cuidada fotografía que saca provecho a los paisajes que se van encontrando los protagonistas, y una vistosa dirección de arte de Carla Fuentes, además de una playlist con temas que van desde Pony Bravo hasta Dover pasando por Cálido Lehamo. El cóctel es potente y solo se resiente porque al guión le falta una base más sólida, aunque el segundo punto de giro sea realmente sorprendente y divertido. Polo gravita entre la comedia loca y la película de personajes, que acaban ganándose al espectador, sobre todo la pareja que forman Tristán y Álex -estupendos Pablo Molinero y Mero González- con los que nos volveríamos a subir al destartalado coche para coger corretera otra vez.
LO CARGA EL DIABLO -DOS O TRES EN LA CARRETERA
Hay algo en una road movie que siempre funciona. El trayecto que tienen marcado los personajes imprime una dirección clara en el relato, da movimiento al argumento, y facilita la identificación con el protagonista al convertirnos en su compañero de viaje. Sin ánimo de ser pedantes, nos podemos acordar de la Odisea, relato itinerario arquetípico que en el cine ha inspirado obras maestras como Centauros del desierto (1956) o estupendas cintas como O Brother! (2000), en las que el héroe, de alguna manera emprende un retorno a sus orígenes. Un coche, una carretera, un puñado de canciones, son todo lo que hace falta para montar una road movie, y eso es lo que hace Guillermo Polo en su debut en el largometraje, Lo carga el diablo (2025). Un escritor frustrado, Tristán (Pablo Molinero), se mete en un lío cuando decide transportar el cuerpo de su hermano (Isak Férriz) cruzando España, de Avilés a Benidorm, trayecto en el que se enfrentará a todo tipo de obstáculos en un tono de comedia negra grotesca. Los referentes de la película están claros: los perdedores existencialistas de los hermanos Coen, los ambientes criminales de poca monta de Quentin Tarantino, trasplantados al esperpento español en la línea de la recordada Airbag (1997). Por el camino del protagonista se van cruzando personajes variopintos, principalmente Álex (Mero González), una adolescente aficionada a las sustancias que trae su propia mochila y que se convertirá en la gran compañera de viaje de Tristán. Pero la película tiene además toda una fauna a la que dan vida Antonia San Juan y Manuel de Blas, Pino Montesdeoca y Emilio Buale -y hay que mencionar a la llorada Itziar Castro, en un breve papel-. Guillermo Polo tiene muy claras las imágenes de su película, de estética de cómic, con una cuidada fotografía que saca provecho a los paisajes que se van encontrando los protagonistas, y una vistosa dirección de arte de Carla Fuentes, además de una playlist con temas que van desde Pony Bravo hasta Dover pasando por Cálido Lehamo. El cóctel es potente y solo se resiente porque al guión le falta una base más sólida, aunque el segundo punto de giro sea realmente sorprendente y divertido. Polo gravita entre la comedia loca y la película de personajes, que acaban ganándose al espectador, sobre todo la pareja que forman Tristán y Álex -estupendos Pablo Molinero y Mero González- con los que nos volveríamos a subir al destartalado coche para coger corretera otra vez.
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