AMERICAN HORROR STORY: COVEN -TEMPORADA 3-

Witches are the new zombies
¡Brujas! Hace dos años todo eran zombis*. Ahora son las brujas: las de Lords of Salem (Rob Zombie, 2012), las de Zugarramurdi (Álex De la Iglesia, 2013), las teenagers de The Originals (2013), y las que (probablemente) veremos en la serie pendiente de estreno, Salem (2014). Y en el fondo de todas las historias de brujas, una carga más o menos feminista, que también tiene Turistas (Ben Wheatley, 2012) que, por cierto, incluía en su banda sonora la canción Season of the witch (Donovan, 1966). En American Horror Story: Coven no hay ningún personaje masculino relevante hasta el quinto episodio.

La serie se erige espiritualmente sobre el cómic Uncanny X-Men (Stan Lee & Jack Kirby, 1963). Aquí las brujas son equivalentes a los mutantes de Marvel: son jóvenes con poderes sobrenaturales. Pero esas habilidades, lejos de ser una ventaja, constituyen una maldición que los convierte en marginados, proscritos, freaks. En ambos casos, estos jóvenes se ven obligados a asistir a una escuela para aprender a controlar sus poderes: en los cómics, la Escuela Xavier para jóvenes talentos; y en la serie, la academia ubicada en la mágica New Orleans. Estos superpoderes, además, apartan a los protagonistas de la raza humana, que les rechaza. Ante este divorcio entre humanos y mutantes/brujas, hay dos maneras de defenderse: la pacífica, que defienden el Profesor Charles Xavier y Lana Winters (Sarah Paulson); y la más agresiva que promueven Magneto y Fiona Goode (Jessica Lange), respectivamente. Además, el personaje de Zoe Benson (Taissa Farmiga) es una vuelta de tuerca sobre el personaje de Pícara: si en los cómics la joven no puede tocar la piel de otros y esto le impide mantener relaciones sentimentales, la joven bruja matará al que mantenga relaciones sexuales con ella. Un poco lo mismo, pero sin rodeos. 

En todo caso, no hay que señalar como un defecto las similitudes entre los X-Men y la tercera temporada de AHS. Los personajes de los cómics de Marvel son ya arquetípicos, e incluso más familiares que los mitos griegos o las obras clásicas de Shakespeare: no hay trampa alguna en utilizar a los X-Men como base sobre la que construir algo nuevo.

American Horror Story sorprendió en su primera temporada (2011) al definirse como una antología de terror. Cada entrega de la serie cambia su argumento tocando diferentes subgéneros del cine de terror. Hasta ahora: casas encantadas, manicomios, y las brujas. Pero además, dentro de cada una de sus dos primeras entregas, la serie ha mezclado sin complejos todo tipo de temáticas. En la segunda temporada encontramos un cóctel que incluye asesinos en serie, posesiones diabólicas, abducciones extraterrestres, experimentos médicos nazis, y freaks. Una mezcla muy loca, pero tremendamente divertida. En la tercera temporada se mantiene el ritmo de sorpresas: demonios, un minotauro, zombies, una mujer inmortal, magia vudú... pero hay menos fugas. Todas las historias están relacionadas de alguna manera con la brujería. Todo resulta más coherente.

A pesar de lo heterogéneo de cada temporada, la serie mantiene siempre un mismo tono, un estilo y unos temas de fondo. Brad Falchuk y Ryan Murphy, creadores también de Nip/Tuck (2003-2010) y de Glee (2009) imprimen a sus series ciertos temas comunes: la defensa del marginado, el racismo, la homosexualidad, el fundamentalismo religioso, o el feminismo ya apuntado. Además, comparten sus creaciones una voluntad de provocación que se sirve del gore, el sexo, y ciertos tabúes sociales. Elementos que otorgan a American Horror Story un tono transgresor, al menos, en su superficie.

* Sí, las brujas son los nuevos zombis, pero también es verdad que en los episodios 4 y 5 de American Horror Story: Coven, las brujas protagonistas se enfrentan a unos muertos vivientes. Los cadáveres han sido reanimados utilizando la magia vudú y deberían recordar al Carrefour de Yo anduve con un zombie (Jacques Torneur, 1943), pero tienen el aspecto más familiar de los zombies de La noche de los muertos vivientes (George A. Romero, 1968). En el quinto episodio, aprovechan a los zombies para hacer un guiño a El ejército de las Tinieblas (Sam Raimi, 1992) motosierra incluida.

CONTENIDO EXTRA - SPOILERS-
Hay una tendencia que resulta molesta en esta tercera temporada de AHS: las resurrecciones. Demasiados personajes mueren y son resucitados, lo que resta peso dramático a la desaparición de los mismos: esto lo saben bien los fans de los cómics de superhéroes, y los de Juego de Tronos. Las muertes y las resurrecciones se suceden tan rápidamente, que no hay tiempo para asimilarlas y explorar sus consecuencias. Ocurre lo mismo con otros hechos dramáticos, como la pérdida de los ojos de Lana (Sarah Paulson) que luego los recupera, y enseguida se los arranca de nuevo. La sensación general es que la trama no avanza. Por ejemplo, Queenie (Gabourey Sidibe) traiciona a sus compañeras de aquelarre y se marcha con las brujas que practican vudú, luego parece morir, reaparece, y vuelve con sus compañeras originales. Una sucesión de acciones para, al final, devolvernos al punto de inicio.

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