La vida sigue por encima de cualquier tragedia, parece decirnos la espléndida Aún estoy aquí (2025), un drama que reivindica la memoria histórica y la reparación de los desmanes del poder. Y lo hace a través de algo tan cercano como una familia, en este caso, real, cuya historia atraviesa varias décadas desde 1971 hasta 2017 reflejando también la historia de Brasil. El padre de esta familia es Rubens Paiva (Selton Mello), un ingeniero retirado de la política que sigue luchando por sus ideales en plena dictadura militar, lo que lo acaba covirtiendo en represaliado. La gran protagonista del film es su mujer, Eunice Paiva, a la que interpreta una magnífica Fernanda Torres cuya presencia y fuerza emocional es la película. El director Walter Salles nos presenta a esta familia y su casa, a poco metros de la playa, y nos dibuja toda una época a través de canciones de pop rock británico, bossa nova, carteles de películas de Jean-Luc Godard, partidas de backgammon, coches enormes, y demasiados cigarrillos fumados. Lo que Salles hace de forma perfecta es crear un retrato impresionista de un momento histórico de su país y también de un estado de ánimo, un paraíso que será irremediablemente perdido cuando se pongan en funcionamiento los terribles resortes del poder fascista. Es entonces cuando esta magnífica película desciende a los infiernos de la represión, la tortura y el asesinato político, mientras una mujer valiente lucha por mantener a flote a su familia y tirar para adelante con sus cinco hijos. Aún estoy aquí es la historia de una resistencia contra el poder corrupto, y un manual de cómo no rendirse y de cómo una sonrisa al objetivo de una cámara puede mandar el mensaje de que la vida sigue, las dictaduras caen, pero los ideales no, aunque se transmuten hacia otras causas, como la defensa de los pueblos indígenas. Estamos ante una película hermosa y emocionante, convencional -es un producto perfecto para el Óscar- pero profunda y sensible, que además permite a Salles cerrar el círculo abierto con Estación central de Brasil (1998) gracias a la emocionante participación de Fernanda Montenegro.
AÚN ESTOY AQUÍ -MEMORIA HISTÓRICA
La vida sigue por encima de cualquier tragedia, parece decirnos la espléndida Aún estoy aquí (2025), un drama que reivindica la memoria histórica y la reparación de los desmanes del poder. Y lo hace a través de algo tan cercano como una familia, en este caso, real, cuya historia atraviesa varias décadas desde 1971 hasta 2017 reflejando también la historia de Brasil. El padre de esta familia es Rubens Paiva (Selton Mello), un ingeniero retirado de la política que sigue luchando por sus ideales en plena dictadura militar, lo que lo acaba covirtiendo en represaliado. La gran protagonista del film es su mujer, Eunice Paiva, a la que interpreta una magnífica Fernanda Torres cuya presencia y fuerza emocional es la película. El director Walter Salles nos presenta a esta familia y su casa, a poco metros de la playa, y nos dibuja toda una época a través de canciones de pop rock británico, bossa nova, carteles de películas de Jean-Luc Godard, partidas de backgammon, coches enormes, y demasiados cigarrillos fumados. Lo que Salles hace de forma perfecta es crear un retrato impresionista de un momento histórico de su país y también de un estado de ánimo, un paraíso que será irremediablemente perdido cuando se pongan en funcionamiento los terribles resortes del poder fascista. Es entonces cuando esta magnífica película desciende a los infiernos de la represión, la tortura y el asesinato político, mientras una mujer valiente lucha por mantener a flote a su familia y tirar para adelante con sus cinco hijos. Aún estoy aquí es la historia de una resistencia contra el poder corrupto, y un manual de cómo no rendirse y de cómo una sonrisa al objetivo de una cámara puede mandar el mensaje de que la vida sigue, las dictaduras caen, pero los ideales no, aunque se transmuten hacia otras causas, como la defensa de los pueblos indígenas. Estamos ante una película hermosa y emocionante, convencional -es un producto perfecto para el Óscar- pero profunda y sensible, que además permite a Salles cerrar el círculo abierto con Estación central de Brasil (1998) gracias a la emocionante participación de Fernanda Montenegro.
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