RED -EL PANDA ROJO EN LA HABITACIÓN


Pixar estrena Red directamente en Disney Plus, una película muy divertida en la que se aborda el complicado tránsito de la niñez a la adolescencia desde una perspectiva femenina. Dirigida por la canadiense, de origen chino, Domee Shi, la película nos cuenta la historia de Mei, una niña de 13 años que descubre una 'maldición' que 'sufren' todas las mujeres de su familia: se convierten en un gigantesco panda rojo al llegar a la pubertad. A partir de esta premisa, nos encontraremos con un argumento divertido en el que Mei debe lidiar con su metamorfosis y con la reacción de su entorno: su madre, su familia y sus amigos. Algo así como una versión animada y adaptada a los tiempos actuales de Teen Wolf (1985). Red es pura comedia: los chistes y las bromas se suceden con un ritmo que no da descanso y que, de paso, hace que los personajes sean cercanos y entrañables. Como siempre en Pixar, la animación es deslumbrante. El nivel de realismo de las texturas y la luz es tremendo, por no hablar del impresionante manejo de la 'cámara' -pienso en el plano subjetivo en el que Mei descubre su transformación- pero eso no significa que la animación pierda plasticidad e inventiva. De hecho, estamos ante una animación 3D que utiliza la expresividad del anime japonés, con resultados muy estimulantes. Otro punto fuerte de Red es el uso que hace la historia de un escenario real y concreto, local, como es la comunidad china en Canadá, en Toronto, y también resulta curioso que el argumento se desarrolle en el año 2002, lo que indica que hay una cierta voluntad autobiográfica por parte de la directora que le da mucha personalidad a la película. Pero sobre todo hay que destacar la temática de la cinta: la menstruación, un tema poco o nada tratado en la ficción -pienso en películas de terror como Carrie (1976), En compañía de lobos (1984) o Ginger Snaps (2000)- y mucho menos en la ficción dirigida a un público infantil. Como padre, no puedo más que aplaudir que aparezcan estos asuntos en una cinta animada: el difícil tránsito hacia la adolescencia, la compleja relación con la madre, la forma en que las amigas deciden apoyar a Mei contra viento y marea, la manera en que ella misma va convirtiendo a sus supuestos enemigos en aliados y sobre todo, la forma en la que aprende a lidiar con esa parte de su naturaleza, a aceptarla y a no esconderla. Pero como espectador también debo decir que la forma en la que está expuesto este necesario tema es, quizás, demasiado obvia y transparente, lo que en algunos momentos hace que la película parezca demasiado pedagógica -si es que esto puede ser negativo-. Creo que el mensaje de Red no requería de tantas explicaciones para ser transmitido, por lo que seguramente leeréis que estamos, de nuevo, ante un Pixar 'menor'. Pero es que el nivel de Pixar es muy alto.

LA PEOR PERSONA DEL MUNDO -TODOS SOMOS JULIE


¿Quién no se ha sentido alguna vez la peor persona del mundo? Algunos lo sienten constantemente, otros, están convencidos de ello. Pero los peores, creo yo, son los que se sienten las mejores personas. ¿Por qué ha titulado así su película el noruego Joachim Trier? La frase, en la cinta, se le atribuye al personaje de Eivind (Herbert Nordrum), pero parece claro que el título de este film se refiere a su protagonista, Julie, interpretada por Renate Reinsve, en un papel de los que se quedan en la memoria y que le ha valido el premio a la mejor actriz en el Festival de Cannes. Julie es presentada en la historia como una joven que no encuentra su camino: no sabe qué carrera universitaria estudiar, ni cuál quiere que sea su profesión y que va pasando de una pareja a la siguiente de una forma despreocupada y alegre. Quizás, todos esos caminos abandonados, esas relaciones rotas y ese no saber qué hacer con su vida, es lo que hace que Julie se sienta como la peor persona del mundo. O quizás no. La película comienza como una comedia romántica con ecos de Woody Allen, pero no habla de amor -¿O sí?- sino de una insatisfacción existencial -Julie nunca parece satisfecha del todo con nada- cuya vertiente más dramática, eso sí, es la sentimental. El guión de Trier y Eskil Vogt parece decirnos que la vida en pareja no es la respuesta a los problemas, sino uno más a resolver junto al trabajo, la familia, y las aspiraciones personales. Julie vive en una continua huida hacia adelante, casi sin mirar atrás, mientras el tiempo comienza a pasarle factura: ¿No tiene edad para tener un trabajo estable? ¿No debería haber alcanzado ya el éxito, en algo, en lo que fuera? ¿No ha llegado el momento de ser madre? Julie parece escapar de todas esas preguntas mientras intenta no perder, sin embargo, la esperanza de conseguir todas esas cosas. Como si se empeñase en seguir siendo joven, en seguir teniendo un futuro abierto a todas las posibilidades. ¿Cuántas comedias románticas os han hecho pensar en algo así? Lo que más me gusta de esta película es que no se juzga a su heroína, que sigue siendo a nuestros ojos encantadora, frágil y sobre todo valiente y muy libre. Trier incide varias veces en la juventud de Julie, buscando quizás el retrato generacional del millennial, de esos que se han quedado a medio camino entre lo analógico y lo virtual. Frente a Julie, Trier coloca a su interés romántico, a Aksel -interpretado por el actor fetiche del director, Anders Danielsen Lie- un dibujante de cómics -a lo Robert Crumb- enfrentado a los nuevos tiempos de corrección política y feminismo, cuyo discurso final, amargo y nostálgico, sobre la cultura y el formato físico, es un emocionante elogio fúnebre de la generación X (la mía). La peor persona del mundo está nominada a dos premios Óscar: mejor película extranjera y mejor guión original. Pero eso es lo de menos. Para el que esto escribe es una de esas pocas películas que llega hondo, que reconcilia con el cine y con la existencia, que instantáneamente pasa a formar parte de la lista de las mejores de toda la vida.

JACKASS FOREVER -LA ÚLTMA JUERGA


Muchas cosas han cambado desde el año 2000: cuando los móviles todavía no dominaban nuestra vida, internet apenas estaba naciendo y no existan conceptos como los vídeos o los famosos challenge virales. Y la cadena MTV todavía emitía videoclips. Entonces, un grupo de descerebrados skaters y especialistas de riesgo tomaban por asalto la televisión -sí, veíamos la tele- en un programa rompedor titulado Jackass -creado por el actor Johnny Knoxville y los directores Jeff Tremaine y nada menos que Spike Jonze- que mezclaba acrobacias absurdas, bromas de cámara oculta y humor escatológico, todo con la estética de los vídeos caseros. Justo por eso, aquel programa parecía más real que casi toda la televisión de la época, y desde el luego, era mucho más atrevido. Jackass tenía el atractivo chorra de los vídeos de primera de tortazos y caídas, pero llevados al extremo de hacernos apartar la mirada. Destilaba el espíritu de las tonterías que todos perpetrado alguna vez siendo adolescentes. Una energía rebelde mal canalizada en pegarse una leche de puro nihilismo en una especie de último verano antes de hacerse adultos. Aquel programa de televisión acabó en 2007, aunque el concepto ya había dado el salto al cine en 2002, aportando la pantalla grande a las gamberradas televisivas. Dos películas más fueron estrenadas en 2006 y en 2010. Ahora, 12 años más tarde, llega una nueva entrega de la serie, a modo de despedida, Jackass Forever

Como ya he dicho, muchas cosas han cambiado desde el año 2000. Básicamente, gran parte de lo que hacían estos descerebrados ahora es políticamente incorrecto: el que todos sean hombres y de raza blanca -la presencia femenina brilla por su ausencia-; las constantes bromas sobre penes, culos y excrementos; la participación de personas con acondroplasia -el siempre sonriente Jason 'Wee-Man' Acuña- o con sobrepeso -Preston Lacy- como recurso humorístico; el uso de animales; y la irresponsabilidad de mostrar en pantalla conductas poco ejemplares (y peligrosas). Por suerte, puedo decir que toda esta incorrección se mantiene en esta nueva película de 2022, a pesar de algunos -bienvenidos- cambios para adaptarse -mínimamente- a unos tiempos más inclusivos, como la incorporación de una mujer, Rachel Wolfson, o de afroamericanos. Pero el verdadero sentido de estas incorporaciones, hay que admitirlo, es inyectar sangre nueva al elenco, ya que los protagonistas -Johnny Knoxville, Steve-O, Chris Pontius, Dave England y Danger Ehren, entre otros- ya no son precisamente jóvenes, sino cuarentones -Knoxville ya ha cumplido 50- lo que les impide realizar las acrobacias como lo hacían hace 10 años. De hecho, hay que decir que las heridas de guerras pasadas se notan en los miembros de Jackass: les faltan dientes, están llenos de cicatrices, por no hablar de que más de uno ha tenido que superar problemas con el alcohol y las drogas. En ese sentido, se echan en falta a dos miembros del grupo original: Ryan Dunn, fallecido en accidente de coche en 2011, y su gran amigo, Bam Margera, despedido del rodaje por su incapacidad para mantenerse sobrio, lo que ha dado pie a demandas cruzadas y un auténtico culebrón. Tras hablar de estos antecedentes ¿Qué tiene que ofrecer Jackass Forever? Pues se trata de una última, divertida y provocadora gamberrada adolescente que recupera el sabor de la serie original y que nos hace recuperar sensaciones que creíamos perdidas. Tras una espectacular presentación que parodia al blockbuster de Hollywood y las películas de Godzilla -sustituyendo al monstruo por el pene de Pontius- asistimos divertidos, asqueados o en shock, a una sucesión de sketches que consiguen hacernos pensar que el tiempo no ha pasado, al menos en el espíritu de estos gamberros que, sin embargo, ya peinan canas. Una nueva generación de jackasses aparece para someterse a los castigos más sádicos: se incorporan jóvenes que hace 20 años veían el programa en televisión, pero que, como auténticos fans, decidieron repetir las hazañas de sus héroes. No fallecieron en el intento, por lo que ahora forman parte de la última película de Jackass. La cinta da exactamente lo que ofrece y no escapa a la moda nostálgica actual. El paso del tiempo introduce un nuevo e interesante elemento: experimentar la tensión de que cada peligrosa acrobacia podría ser la última. Los fans de Jackass no se la pueden perder. Para ver con amigos y atragantarse a palomitas.

FLEE -EL INCONVENIENTE DE HABER NACIDO...


Basta mencionar las tres nominaciones que tiene Flee a los premios Óscar para darse cuenta de que se trata de una obra bastante especial: mejor película de animación, mejor largometraje documental y mejor película extranjera. La primera se debe a que estamos ante la historial real de Amin, un refugiado de Afganistán que se ve obligado a huir de su país en los años 80, lo que supone separarse de sus raíces, de su familia y mantener oculto su pasado para no perder su condición de asilado político. Amin es homosexual y el descubrimiento de su orientación sexual se complica por la necesidad de emigrar y por la discriminación a la que se enfrenta en Afganistán y también en Rusia. Esto está contando con materiales de archivo reales, pero sobre todo a través de la animación -la película ha ganado premios en festivales especializados- que sirve muy bien para plasmar en la pantalla esta historia humana estremecedora. Por último, Flee compite en los Óscar por Dinamarca -aunque es una coproducción de varios países-. La película, dirigida por el danés Jonas Poher Rasmussen, es un relato emocionante que nos muestra la lucha incansable de un ser humano por conseguir algo tan básico como la felicidad. Si esta parece garantizada a ciertos niveles en países de occidente como el nuestro, esta cinta nos hace reflexionar sobre el azar de nacer en un país que parece destinado al conflicto, en una cultura castradora, en una religión retrógrada, con un color de piel que puede complicar la posibilidad de ser aceptado o con una orientación sexual que todavía, en pleno siglo XXI, sigue siendo perseguida por los que cultivan el odio irracional. El viaje de Amin hacia la libertad, la aceptación y la felicidad, que todos creemos merecer solo por haber nacido, da como resultado un film emocionante que habla de muchas cosas, todas ellas, verdaderamente importantes.

THE BATMAN -SOMETHING IN THE WAY


Con el estreno de The Batman las redes sociales se han volcado en un encendido debate: ¿Supera la nueva película del hombre murciélago a la idolatrada -por muchos- trilogía de Christopher Nolan? La primera respuesta que se me ocurre es: ¿Qué importa? Esto de poner a competir a las películas como si fueran equipos de fútbol me parece poco provechoso y en definitiva absurdo ¿Realmente alguien puede decir que Vértigo (1958) es mejor que Ciudadanos Kane (1941)? Francamente creo que no. El empeño en mantener a El caballero oscuro (2008) de Nolan en la cima del cine de superhéroes e incluso postularla como una 'obra maestra' absoluta -estuvo nominada a 8 premios Óscar- solo se puede explicar por el fanatismo que despiertan tanto Christopher Nolan como el propio personaje de Batman. Los que crecimos con la versión de Tim Burton sobre el superhéroe ya sufrimos que sus obras fueran denostadas debido al éxito de la interpretación de Nolan y es ahora esta generación la que sufre los sinsabores inevitables del paso del tiempo y de la llegada de algo nuevo. Como James Bond, Batman se ha convertido en un personaje cinematográfico con diferentes encarnaciones que se van adaptando a cada época. Es normal que este nuevo Batman esté más en sintonía con la sensibilidad actual y que el de Nolan -que reflejaba los miedos post-11S- nos parezca ahora algo superado.

Las tres películas de Christopher Nolan sobre el caballero oscuro son estupendas y las de Tim Burton tienen una personalidad y un encanto tremendos. Y ahora hay que decir que el director Matt Reeves ha hecho una versión fantástica del personaje. Hay que empezar el análisis por decir que el propio título, The Batman, se puede leer como una declaración de intenciones. Esta no es otra película de Batman. Este es EL Batman. Lo que diferencia a la visión de Reeves de todo lo que hemos visto anteriormente es que nunca se había apostado de forma tan decidida por darle protagonismo al superhéroe. Las dos entregas de Tim Burton con Michael Keaton -y las dos continuaciones dirigidas por el denostado Joel Schumacher- preferían convertir al villano de turno en la gran estrella de la función -siguiendo la línea de la serie de los sesenta protagonizada por Adam West-. La trilogía de Nolan le daba más importancia al personaje de Bruce Wayne -interpretado por un eficiente Christian Bale- reduciendo al máximo las apariciones del superhéroe, que casi siempre se reducían a las escenas de acción. Creo que esto se debía en gran parte a cierto pudor a mostrar en pantalla a un tipo disfrazado de murciélago. En 2022, el público está mas que acostumbrado a ver trajes de superhéroe de todo tipo y esto lo aprovecha Reeves para ser el primero en desarrollar a Batman como personaje y no como un simple álter ego. En The Batman, vemos al héroe (Robert Pattinson) enfundado en su traje durante casi todo el metraje, incidiendo como nunca antes se había hecho en cine en su faceta como detective y en su relación con el comisario Gordon (Jeffrey Wright). Bruce Wayne está mucho menos presente, es más joven y retraído, con una personalidad por desarrollar: su único vínculo con la humanidad es, como siempre, Alfred, bien interpretado por Andy Serkis, que aparece lo justo. Esta adaptación se parece mucho más a los cómics de Batman, sobre todo a los más realistas de los años 70.

The Batman es cine negro -como lo son muchos de los cómics sobre el personaje- con sus bajos fondos, sus criminales mafiosos -El Pingüino (Colin Farrell) y Carmine Falcone (John Turturo)-, sus policías y políticos corruptos y su femme fatale -Catwoman (Zoë Kravitz)-. En algún momento, incluso, me he acordado de Chinatown (1974). Se ha mencionado la influencia del thriller de David Fincher y es imposible no ver algunos paralelismos con Seven (1995), con Zodiac (2007) y darnos cuenta de que para el misterioso Enigma (Paul Dano), Batman era su Tyler Durden. En muchos momentos de la película no sabemos si la mirada que nos muestra Reeves es la del héroe o la del villano y sus caminos, y sus historias, corren en paralelo. Con estas ideas, Reeves crea una historia absorbente, cuyas casi tres horas no pesan y que nos lleva de la mano en este nuevo Año Uno de Batman, en un descenso a los infiernos de Gotham y de la propia génesis del personaje creado por Bill Finger y Boba Kane en 1939. Este Batman comienza siendo un vigilante violento y vengativo, pero acaba convertido en un héroe que ve la luz al final del túnel. Reeves limita su película a cuatro o cinco secuencias de acción -pero son memorables-, nos regala una presentación de Batman que vale la película, y llena su retorcido argumento de diálogos, sí, pero nos cuenta lo importante valiéndose de las imágenes. No perdáis detalle. The Batman es una película oscura, desenfocada, empañada por la lluvia constante: su diseño visual es arriesgado y estimulante. Reeves elige un look entre la fantasía gótica de Burton -la película está llena de guiños al autor de Batman Vuelve (1992), sobre todo cuando aparece Catwoman- y el frío realismo ultramoderno de Nolan y nos muestra una Gotham entre el expresionismo y el Nueva York de Taxi Driver (1976). También hay que mencionar una espectacular banda sonora de Michael Giacchino, que se queda grabada en la cabeza -y ojo al uso de Nirvana para marcar el tono del relato-. Nos encontramos por tanto ante un producto redondo que confirma a Reeves como un valor seguro a la hora de renovar conceptos asentados en la cultura popular: lo hizo con Godzilla en Monstruoso (2008); con los vampiros en el remake de Déjame entrar (2010); con la ciencia ficción de El planeta de los simios (1968) en las dos entregas de las que se hizo cargo. Ahora se supera con uno de los personajes más icónicos de la cultura popular. The Batman es probablemente el mejor blockbuster que veremos este año.

UN HÉROE -LA VERDAD Y LA MENTIRA


En mi opinión personal, el director iraní Asghar Farhadi es un maestro construyendo historias dramáticas que reflejan con precisión la indignidad que supone la vida en sociedad. Las películas de este autor -que han triunfado en Cannes, en Berlín, que han ganado dos premios Óscar y un Globo de Oro- suelen ser la radiografía de su país, pero creo que los retratos humanos que expone tienen un alcance universal. Un héroe, película también ganadora del Gran Premio del Jurado en Cannes, es una indagación en la naturaleza humana que habla de la complejidad de tomar decisiones morales y denuncia la presión que puede ejercer una sociedad que juzga con demasiada facilidad. Farhadi propone como protagonista a un preso desesperado por salir en libertad, tras ser encarcelado por una deuda. Entonces aparece en su vida un evento que puede ser un milagro o una prueba, como se dice varias veces durante la propia película: el hallazgo de un bolso con dinero, que podría ser utilizado para pagar la deuda y salir de prisión. Pero ¿Sería ético hacer eso? Farhadi construye su argumento a partir de ese dilema moral y ético, llevándolo hasta sus últimas consecuencias para acabar en una contundente denuncia de una sociedad tan moralista como hipócrita. Se pone en entredicho, de paso, el sistema penitenciario, los entes públicos, las organizaciones caritativas, el matrimonio y hasta la familia. La premisa es contundente: esa sociedad moralista que busca en todo momento proyectar una apariencia intachable, acaba convirtiéndose en el caldo de cultivo de la hipocresía y la desconfianza, que lleva a actitudes, más que insolidarias, despiadadas. No hay peor mal que exigir el bien sin fisuras. Un héroe se ve con el corazón en un puño, mientras asistimos a las humillaciones que sufre el protagonista -que arrastra de la mano a su hijo, lo que me hizo conectar este film con el neorrealismo de Ladrón de bicicletas (1948)-, y también nos acongoja presenciar los errores que le hundirán cada vez más en un relato que se convierte en algo muy parecido a una pesadilla sin fin. Farhadi nos muestra una sociedad de seres llenos de rencor y desconfianza, egoístas e interesados, y además introduce en la lista de los males que nos aquejan a las redes sociales y su manipulación de la verdad para influir en la opinión pública. Una visión desesperanzada que nos enseña cómo la verdad se diluye en una red de mentiras y de opiniones subjetivas que me parece curiosamente complementaria a cómo se ha aproximado Clint Eastwood, en Estados Unidos, a la figura del héroe en películas como Sully (2016) y Richard Jewell (2019). Un héroe es una de las grandes obras de lo que va de este 2022.

UNCHARTED -CINE (DIGITAL) DE AVENTURAS


Los cómics -sobre todo el tebeo de superhéroes- han nutrido en los últimos 10 o 15 años al blockbuster -el único género capaz, actualmente, de convocar masivamente a los espectadores a las salas- de temas y argumentos en su voraz necesidad de crear 'nuevas' y rentables franquicias. En cambio, el videojuego, industria que desde hace tiempo disfruta del tópico de ser más rentable que el cine, no ha conseguido del todo explotar el atractivo y la fama de sus títulos más señeros, porque también sufre por otro lugar común: que las adaptaciones del videojuego al cine nunca fueron buenas. Esto se puede deber a varias razones: la dificultad de trasladar lo que hace atractivo a un videojuego a otro medio -el componente interactivo, la mecánica jugable-, o que muchos títulos se inspiren en películas. Es el caso, por citar un ejemplo conocido, de Tomb Raider, que cuenta ya con tres títulos y cuyo referente es Indiana Jones. Lo mismo ocurre ahora con Uncharted, estupendo título de Playstation que Sony ha confiado a Tom Holland -la estrella más taquillera del momento-, protagonista del gran éxito actual de los estudios, la trilogía de Spider-Man que comparte con Marvel Studios. Acompaña a Holland el carismático Mark Wahlberg, que hace las veces de mentor/figura paterna -la película sigue las famosas etapas del viaje del héroe de Joseph Campbell- que además aporta un tono de buddy movie que puede dar mucho de sí en las secuelas que seguramente tienen en mente los productores. Uncharted tiene la dosis justa de aventura, acción y humor para ser un estupendo entretenimiento, lo que no impide que seamos conscientes de sus deudas con películas que ya hemos visto: la referencia clara a Indiana Jones, pero también encontramos elementos de la saga de James Bond, de las películas de atracos y hasta de Los Goonies (1985), lo que inevitablemente me ha hecho sentir cierta nostalgia por los tiempos en los que los especialistas se jugaban el tipo en las secuencias de acción: aquí todo es digital. 
Mencionemos también que Antonio Banderas hace de villano, creo que desperdiciado, y que hay referencias a España en la película: la vuelta al mundo de Magallanes y aparece Barcelona como escenario presentado con música de ¡Camarón!. A pesar de todo esto, como ya he dicho, Uncharted es un entretenimiento muy disfrutable. Eso sí, me perdonaréis que hable ahora como padre y me queje de que una película de aventuras cuyo público objetivo debería ser el infantil -que acabará viendo la película de todas maneras- se camufle como cine 'adulto' trufando los diálogos de tacos malsonantes y, mucho peor, exaltando de forma irresponsable el consumo de bebidas alcohólicas innecesariamente.