MOONLIGHT: GRANDES SOLEDADES


Moonlight es una película importante. El segundo largometraje de Barry Jenkins es un drama sobre un joven afroamericano, homosexual, que crece en un barrio pobre, castigado por el tráfico de drogas. Pero estos elementos no son más que los hechos concretos que necesita una historia para ser contada. La película trasciende estas particularidades para trasladarnos un mensaje más profundo, universal y humano. La soledad de Chiron -personaje que tiene varios nombres durante el film, y que es interpretado por varios actores- está expresada en una mirada esquiva, en la cabeza siempre gacha que se repite en el niño, en el adolescente y en el joven adulto. Es mérito del director conseguir que tres actores parezcan una misma persona. Esta es una película sobre soledades disfrazadas: Chiron es diferente, desde niño, y por tanto un marginado. La película nos dice que la sociedad huele al que es distinto. O, más bien, castiga al que no es capaz de camuflarse. Por fortuna, Chiron se topa con Juan, de origen cubano, interpretado por el actor Mahershala Ali, que aquí está más grande que la vida -nominado justamente a un Oscar-. Entre ambos ocurre un encuentro equiparable al de Pip y el convicto de Grandes Esperanzas de Dickens. La relación de Juan con Chiron es una lección de la que se podría aprender mucho. Cada uno de nuestros actos públicos es presenciado por un niño, aunque no seamos conscientes de ello, lo que convierte nuestro comportamiento social en educativo, para bien o para mal. Juan no se abstiene de su responsabilidad y decide intervenir en la vida de Chiron. El encuentro entre ese hombre y ese niño es el corazón de la historia. Nominada a 8 premios de la Academia, cada momento en Moonlight es tan doloroso como bello. Incluso la pequeña anécdota detrás de su título es hermosa. Hay algo muy físico -quizás habría que hablar de sensualidad- en cada escena, lo táctil es tremendamente importante: la brisa del mar en el rostro, la arena entre los dedos, el hielo sobre la piel para curar las heridas. Desde esa aproximación epidérmica es más fácil acercarse a unos personajes enfrentados al reto de existir. Cada uno gestiona su soledad de una manera diferente. Por eso hay violencia, drogas y sexo. Chiron, representa a todos los pobres diablos que transitan por la vida sin haber sido tocados por absolutamente nadie. Este mensaje adquiere una fuerza demoledora al colocarlo en un niño -entonces le llamaban Little- que busca desesperadamente un asidero, alguien que rompa su coraza, para sacarle de su terrible aislamiento. Yo he salido de Moonlight con los ojos muy abiertos, en busca de ese niño que pide ayuda a gritos sin abrir la boca.

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