NOCHE DE MIEDO (TOM HOLLAND, 1985)


Noche de Miedo está protagonizada por Charlie Brewster (William Ragsdale) un chaval cuyo padre está ausente: estos personajes abundaban en las películas de los 80. Charlie es un poco la versión patosa del James Stewart de La Ventana Indiscreta (Alfred Hitchcock, 1954). Él también sospecha que su vecino esconde algo: la pequeña diferencia es que Jerry Dandrige (Chris Sarandon) no es un asesino, sino un vampiro.


Que Charlie Brewster crea que los vampiros existen demuestra que sigue siendo un niño, que se niega a “crecer”, esto es, le da miedo perder su virginidad. El vampiro personifica los miedos edípicos de Charlie. El no muerto intenta ligarse a su madre,  y encima se le adelanta y "desvirga" primero a su novia Amy (Amanda Pearse): le clava sus colmillos en el cuello, convirtiéndola en una vampiresa que da tanto miedo como una mujer sexualmente experimentada... para un chico virgen. 


Para convertirse en un hombre, Charlie tendrá que matar al padre/vampiro y dejar de creer en los monstruos que salen en la tele de su habitación. Noche de Miedo pretende modernizar el mito del vampiro -esencialmente es Drácula- y lo hace usando los efectos especiales más sofisticados de 1985 -unos estupendos maquillajes de látex- un tono prestado de la Amblin de Spielberg y sobre todo mucho humor postmoderno. Porque en el fondo, el director, Tom Holland, no se fía, no se atreve a ir en serio con su vampiro, y llena su película de tantos golpes de humor que vista hoy, Noche de Miedo es pura comedia: el homenaje a Nosferatu (F.W. Murnau, 1922) resulta hilarante. 

Holland marca diferencias entre su vampiro “realista”, y los chupasangres de la tele que Charlie Brewster tiene en su habitación. Esa pequeña pantalla es otra ventana indiscreta, pero hacia los terrores del pasado: clásicos que recuerdan a la Hammer de los sesenta, porque en 1985 el terror de "ese cine" ya no se encuentra en pantalla grande. Curiosamente, los risibles murciélagos de goma de las películas de los años sesenta de las que Noche de Miedo se ríe con cariño en 1985, tienen el mismo efecto que sus maquillajes de látex ochentero para el espectador de 2014 acostumbrado al hiperrealismo digital.


Esas películas dentro de la película están protagonizadas por un cazador de vampiros: Peter Vincent, un homenaje a Vincent Price y a Peter Cushing, dos señores que en 1985 ya no asustaban a nadie. El actor en decadencia encarnado por Roddy Mcdowall ha tenido que caer muy bajo: para sobrevivir se ha reciclado en presentador de un programa de televisión. Pero enseguida pierde también ese trabajo porque ya nadie cree en vampiros: la chavalería sólo quiere psicópatas con machetes como Michael Myers o Jason Voorhees. En 1985 el monstruo ya no representaba “al otro”, sino a nosotros mismos.


NOCHE DE MIEDO Y YO...
Noche de Miedo es una de mis películas favoritas de todos los tiempos. Probablemente eso dice más de mí, que de la película. Pero estoy hablando de una experiencia personal, de nostalgia, y no de calidad cinematográfica en el sentido tradicional. Me gusta Noche de Miedo porque en 1985 yo tenía 10 años, y no pude verla en un cine. Un amigo mayor que yo, que sí la había visto, me la contó entera. Y mi imaginación infantil estuvo recreando la película hasta que un par de años después, una televisión decidió emitirla, aunque con varios cortes. Tras ese pase, Noche de Miedo se convirtió instantáneamente en una película de culto en el patio de mi instituto. Años después conseguiría verla en vídeo, y descubrí por fin la versión íntegra. Y mucho más tarde, gracias a Phenomena Experience, pude verla en una pantalla grande, con la mejor compañía posible, en una noche que nunca olvidaré. 

Una cosa más. La segunda parte, Noche de Miedo 2 (Tommy Lee Wallace, 1988) también me encanta, y provocó en mí un crush tremendo por la nueva novia de Charlie, Alex, y la actriz que la interpretaba, Traci Lind.

¡Ojo!

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