EL ETERNAUTA -EL FIN DEL MUNDO


El Eternauta (1957) es un clásico del cómic, un tebeo argentino de ciencia ficción creado por el guionista Héctor Germán Oesterheld y dibujado por Francisco Solano López en 1957 y reeditado en numerosas ocasiones desde entonces. Dos cosas llaman poderosamente la atención tras su imprescindible lectura. Lo primero, su tono pesimista, desesperanzado. A un grupo de personajes los pilla el fin del mundo en Buenos Aires, jugando a las cartas y todo indica que no hay salvación posible. Esa nieve mortal que aniquila todo lo que toca es solo el principio: el relato se va desarrollando poco a poco y con cada revelación, parece cada vez más difícil que el final del relato sea feliz. Los protagonistas están atrapados y amenazados por fuerzas invencibles, viven atemorizados, ocultándose y huyendo como pueden, mientras buscan una forma de luchar, de resistir. Lo increíble de ese tono oscuro es cómo, un poco a la manera de cómo el cine expresionista alemán se anticipó en los años 20 del pasado siglo al surgimiento del nazismo, Oesterheld, sin saberlo, está describiendo el sentir de los argentinos bajo el peso de la dictadura militar que acabará con la vida del guionista en 1977, casi 20 años después de la publicación de El Eternauta. Lo segundo que llama la atención sobre esta historieta es cómo su esquema, basado en la narración por entregas, esas continúas revelaciones que permitían enganchar al lector, parecen anticiparse también a lo que es hoy una serie de televisión de ciencia ficción, sobre después de Perdidos (2004-2010). En esto último, la serie de televisión creada por el cineasta argentino Bruno Stagnaro -que también dirige cada episodio- sigue a rajatabla las revelaciones del tebeo, descubriendo poco a poco la verdadera naturaleza del escenario apocalíptico de la historia. Sin embargo, ese tono pesimista y opresivo del tebeo no se traslada a la ficción televisiva, quizás, por decisiones creativas. Curiosamente, el cómic apostaba por mantener el relato desde la perspectiva del reducido grupo protagonista, y, en sus primeros compases, la acción se mantiene en el interior de la vivienda en la que los amigos juegan al 'truco'. Eso cuando la historieta como medio permite el despliegue imaginativo al no haber límites de presupuesto: nos podrían haber mostrado el fin del mundo desde una perspectiva global, pero Oesterheld mantiene el relato cercano, cotidiano, a pie de calle. La serie de Netflix, en cambio, abre el espectro, nos muestra diferentes lugares para ver cómo llega el apocalipsis, amplía el reparto de personajes y hace uso del flashback para contarnos cómo eran las cosas antes -un poco al estilo, precisamente, de Perdidos-. Se apuesta, lógicamente, por lo espectacular. Así, en los primeros capítulos, El Eternauta decepciona con respecto al cómic, al no ser capaz de reproducir esa atmósfera opresiva y claustrofóbica. La trama se interesa sobre todo en el miedo al otro, en mostrarnos la desconfianza entre semejantes ante una situación límite, temas ya tratados, por cierto, en otras conocidas ficciones apocalípticas como The Walking Dead (2010). Los personajes se van desarrollando poco a poco y no sin alguna inconsistencia, pero en general el reparto se beneficia de la presencia de un actor tan carismático como Ricardo Darín, que no necesita casi nada para sostener la serie sobre sus hombros y mantenernos interesados. Señalemos hallazgos puntuales, quizás no del todo desarrollados como el apunte de un personaje que siente alivio ante el fin del mundo porque se han saldado sus deudas económicas. Y es que resulta interesante ver el apocalipsis desde un grupo de argentinos, pueblo lamentablemente acostumbrado a sobrevivir a dictaduras, crisis económicas periódicas, guerras perdidas contra el imperio o liderazgos populistas -en el mismo sentido, la inclusión del personaje de una venezolana, no debe ser casualidad-. Curiosamente, esta ficción va de menos a más. Cuando llegan las secuencias de acción y las que implican un despliegue de efectos especiales, todo comienza a funcionar francamente bien, gracias a una efectiva planificación y al montaje. La trama se vuelve más dinámica y avanza rápidamente hasta el final de la primera temporada en la que la historia enseña sus mejores cartas y plantea situaciones de gran alcance. El Eternauta es un tebeo de ciencia ficción clásica pero los creadores de la serie han apostado por la fidelidad, antes que por actualizar la amenaza con nuevos diseños más modernos, una decisión que me encanta y que permite esperar una segunda tanda de episodios, incluso, con ilusión.

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