ANNABELLE VUELVE A CASA -¿ECHAS DE MENOS A JAMES WAN?


James Wan es para mí uno de los directores actuales a seguir, por su inmenso talento detrás de la cámara, su inventiva visual y porque con él la diversión está garantizada. El autor de Saw (2004), Silencio desde el mal (2007) y de la saga de Insidious, ha firmado en el diptíco sobre los Expedientes Warren dos artefactos imprescindibles del género del terror que ofrecen una experiencia inolvidable de sustos en una sala de cine. No se puede decir lo mismo de los derivados surgidos del ‘Warrenverso’. Las películas sobre Annabelle (2014) y La monja (2018), aunque simpáticas y con algunos aciertos, son francamente mediocres. Pero ahora llega esta Annabelle vuelve a casa. La tercera película dedicada a la muñeca poseída -inspirada en un caso real del matrimonio Warren- sorprende por estar a la misma altura que las películas de Wan. El director Gary Dauberman, guionista de las anteriores cintas mencionadas sobre la muñeca y la monja, firma aquí una ópera prima impresionante que le coloca como alumno aventajado de Wan. Hay que alabar la forma en la que Dauberman prepara los sustos en cada secuencia, desesperando al espectador haciéndole esperar hasta el último segundo, sin abusar de los jump scares y prescindiendo muchas veces de la música, utilizando el silencio de forma ejemplar y creando, además, modélicas atmósferas terroríficas. Dauberman tiene varias ideas afortunadas (cuidado spoilers) como la escena del cementerio, las monedas que caen, el juego de luces de la lámpara de colores, la pantalla que proyecta una imagen desincronizada o el apunte 'meta' del exorcismo proyectado en la pared en Super-8. Un derroche de inventiva que mantiene el interés durante todo el metraje. El guión no se queda atrás, proponiendo leyendas, demonios, espíritus y fantasmas nuevos, que amplían la mitología de la franquicia en lo que amenaza con ser una fuente inagotable de spin-offs. Dauberman consigue algo que me parecía imposible: que no eches de menos a James Wan. Ayuda sin duda que aparezcan aquí los titulares de la franquicia, los magníficos y carismáticos Vera Farmiga y Patrick Wilson, en papeles más amplios, lo que aporta la sensación de estar viendo, casi, una tercera parte de The Conjuring. A esto también ayuda la escalofriante música del compositor habitual de Wan, Joseph Bishara. La película está protagonizada por tres competentes chicas: Madison Iseman, Katie Sarife y la estupenda McKenna Grace -Un don excepcional (2017)- como la hija de los Warren. Si os gusta el terror no dejéis de ver esta película por nada del mundo.

STRANGER THINGS 3 -EL AMOR LLEGA A HAWKINS


La primera temporada de Stranger Things fue un éxito tremendo, seguramente exagerado, que llevó a muchos espectadores a llevarse una tremenda decepción con la segunda entrega. Ahora que se estrena la tercera tanda de episodios de la serie de los hermanos Duffer, podemos decir que la primera no era tan buena, la segunda no eran tan mala y esta tercera, mantiene el nivel. La divertida y nostálgica ficción anclada firmemente en los añorados años ochenta mantiene sus virtudes, su simpatía, pero también sus defectos. Esta tercera temporada, sin embargo, creo que aporta algunas pequeñas innovaciones, suficientes para que esto no parezca más de lo mismo. Al menos, no demasiado. El primer cambio es que estamos ante una historia con un tono algo menos terrorífico, sobre todo menos oscuro visualmente, con los mismos elementos de ciencia ficción, pero una carga mayor de comedia -ochentera, claro- y de mucho romance teen con sabor a chicles y piruletas. La fotografía tenebrosa de las dos primeras entregas -recordemos la imagen icónica de los niños hiriendo la penumbra con sus linternas- deja paso a un montón de colores. Los de de la ropa hortera de la época, y sobe todo, los de tres escenarios principales en los que se desarrolla casi toda la acción: una piscina pública, una feria con su atracciones, y sobre todo el típico centro comercial, Starcourt. Eso sí, visualmente, esta temporada es tan chula como una tienda de chuches. En cuanto a la realización, podemos decir que los hermanos Duffer siguen robando planos de Steven Spielberg, pero han pulido todavía más la planificación para que esta resulte todavía más atractiva. 

En cuanto al contenido, no podemos ser tan benevolentes. La sensación es que lo que se cuenta en 8 episodios, se podía haber contado en un largometraje apañado. Los hermanos Duffer y sus guionistas prescinden, una vez más, del desarrollo argumental o de los personajes. Se dedican a fabricar momentos atractivos para que la historia avance, aunque no haya una verdadera conexión entre estos. Lo que obliga a emplear constantemente recursos argumentales como sorpresas, giros y revelaciones para mantener el interés. Otro recurso habitual es el de agregar personajes nuevos -la temporada pasada fueron los hermanos, Billy (Dacre Montgomery) y Max (Sadie Sink), que básicamente no aportaron nada: de hecho, es en esta temporada cuando adquieren -por fin- un papel relevante. Ahora llega también Robin, personaje francamente atractivo, mejor construido que otros de la serie, interpretado por Maya Hawke, joven actriz con un carisma tremendo, nada menos que la hija de Uma Thurman e Ethan Hawke. Robin es probablemente lo mejor de esta tercera temporada, que, por otro lado, parece tener menos ingenio: creo que no hay momentos memorables como la escena de las luces de Navidad en la primera entrega, o los extraños dibujos de Will (Noah Schnapp) que se conectaban entre sí, de la segunda. Aquí, el argumento vuelve a girar -ojo spoiler- en torno a la otra dimensión de 'el otro lado' y el 'azotamentes'. Hay que decir que la mitología de la serie apenas se ha expandido en tres temporadas, aunque se apunten algunos elementos que despiertan el interés, como el tema del doble y de los universos paralelos. En todo caso, la clave argumental, la de emparejar a todos los personajes, me parece un error, que hace repetitivas las dinámicas entre ellos. Todos mantienen una relación sentimental, en diferentes etapas: en los inicios del enamoramiento, en la crisis de una pareja consolidada o en el fracaso absoluto por diferencias de caracteres. Temáticamente la cosa tampoco funciona. No sé si hay una intención real de hablar de política al situar la historia en plena era Reagan, con la presencia de militares soviéticos en suelo estadounidense, y sobre todo con la presencia de ese político corrupto y sin escrúpulos que interpreta Cary Elwes, cuya subtrama no lleva a ningún lado.

Por suerte, el tramo final se centra narrativamente, reúne a los personajes que habían estado desperdigados y, con bastante acción y efectos especiales, resulta bastante entretenido cuando los protagonistas se enfrentan con algún peligro. Lo mejor, como siempre en esta nostálgica serie de Netflix, es recrearse en las referencias -confesas- y guiños varios: se mantiene la inspiración en Stephen King, sobre todo en It, pero apuntemos también El día de los muertos (1985), Regreso al futuro (1985), La Cosa (1982), Amanecer Rojo (1984), El terror llama a su puerta (1986), Terminator (1984), La historia interminable (1984), Xtro (1983), la broma sobre bigotes y camisas hawaianas a costa de la serie Magnum (1980-1988), y las monster movies de los 50.

PAQUITA SALAS -TERCERA TEMPORADA- ¿LA MEJOR COMEDIA ESPAÑOLA?



Paquita Salas comenzó siendo una modesta serie que emulaba felizmente el formato y la comicidad de The Office aplicándolos al famoseo nacional. La torpe representante interpretada por el fantástico Bray Efe era la encargada de hacernos sufrir -y reír- con situaciones de vergüenza ajena que -como Extras- se aprovechaban en gran medida del cameo y la confusión entre ficción y realidad. En el primer episodio de esta esperada tercera temporada, Cadillac Solitario, sin embargo, los front runners, los 'Javis' -Javier Ambrossi Javier Calvo- continúan la tendencia ya presente en la entrega anterior: de la comedia del ridículo pasan a la comedia romántica cinematográfica, aquí con una heroína tan adecuada cómo la actriz Macarena García. De nuevo se confunde la realidad, Macarena sufre por un novio 'rockerillo', y la ficción, según Paquita, Loquillo compuso la canción Cadillac solitario pensando en ella. Los 'Javis' juegan todo el tiempo al borde de lo cursi y lo sensiblero, pero nunca caen en ello, a pesar de canciones y momentos de alta carga emocional. Lo que lo salva todo es que en esta comedia romántica no hay príncipe azul ni galán, ni Hugh Grant, sino la reivindicación de la amistad -femenina- y la reformulación del discurso de los autores sobre los sueños y el éxito. 6/10

El segundo episodio, Edwin, recupera la textura de las primeras temporadas, el falso documental de The Office, y coloca a Paquita en situaciones vergonzosas. La idea absurda de que Lidia San José interprete a un hombre transexual peruano en un cortometraje -dirigido por Julián López- genera situaciones graciosas, pero el humor resulta más cruel cuando presenciamos los intentos de Paquita de volver a una asociación de representantes -entre elloLidia Bosch- que la rechaza por no tener trabajo. Hay que alabar la capacidad del guión para hacer creíble, en unas pocas escenas, que Paquita ha mantenido relaciones durante años con esos otros representantes. Luego, todo lo cómico del cortometraje mencionado choca de una forma brutal con la reivindicación social cuando Paquita se enfrenta a un grupo que defiende al colectivo LGTBI y a una actriz transexual que nunca ha encontrado trabajo. Un apunte maravilloso: colocar a Paquita como una conservadora que vota a Ciudadanos. Pero el final vuelve a rozar lo cursi con el uso de la canción Lágrimas de mármol de Sabina. La intención es buena, pero el resultado algo obvio. 6/10

B-Fashionme hace pensar que uno de los puntos fuertes de los 'Javis’ es su capacidad para mezclar sin prejuicios todas las “Españas”. Aquí están representados la prensa rosa de Sálvame con Terelu Campos, sorprendentemente más creíble en este papel de jefa de un show room que cuando es ella misma; aparece también el nuevo y talentoso cine español (y la tele) encarnado en Úrsula Corberó; y por último la vieja guardia televisiva, el legado de las series actuales, que es Emilio Aragón. Todo esto en un episodio en el que no sale Paquita, protagonizado por Mapi: Belén Cuesta hace comedia sin esforzarse, en una trama de errores poco original, y Anna Castillo, actriz muy veraz, se enfrenta como Belén de Lucas a una prueba teatral. Aquí el guión se muestra perezoso y nos entrega una trama sobre lo importante que es ser uno mismo. Úrsula Corberó sirve como vehículo del tema que más le gusta a los 'Javis', el de la guapa heroína romántica insatisfecha con la fama y el éxito, que busca recuperar su alma en un mundo superficial. Esto, ilustrado con la canción de moda, no deja de ser el camino fácil. Pero funciona. 7/10

Viral recupera a una auténtico monstruo de la comedia, Yolanda Ramos, que acapara todo el protagonismo del episodio con su personaje de Noemí Argüelles -quizás el mejor de la serie y que seguramente merece un spin-off-. Esta esteticista oportunista estafadora aparece ahora metida a community manager -tocaba hacer burla de la tontería de las redes sociales, los followers y los influencers-. No me puedo creer que lo que dice Yolanda Ramos, en un flujo constante de verborrea divertidísima, esté escrito en un papel. El capítulo es bastante gracioso: crea un escándalo sexual en Internet con Belinda Washington haciéndose 'un dedo' y tiene, por supuesto, su moraleja, que se podría resumir en la dignidad de los perdedores -pero honestos-. Y le dan un bofetón a Terelu. 8/10

Bailes regionales puede ser el mejor episodio de Paquita SalasUn nuevo regreso al pueblo de la protagonista, Navarrete, con motivo de la muerte de su madre. El tema es manido, sí, pero sirve estupendamente para 'desnudar' a Paquita, que tiene aquí su gran momento -impresionante Brays Efe, fantástica Gracia Olayo como Charo- en una escena de altísimo voltaje emocional muy bien resuelta. Planea sobre esto la sombra de Almodóvar, en ese retrato de la relación con la madre, y de la vida complicada en un pueblo pequeño si eres diferente -gordita, homosexual, síndrome de down o trans- y sobre todo en la reivindicación de la solidaridad femenina -el momento en el que echan de casa a los hombres-. La trama recupera la historia de Clara Valle, actriz que se inventó una carrera exitosa en Hollywood para encontrar trabajo y se hundió tras ser desenmascarada. El episodio se permite criticar la voracidad de los medios, reivindica el derecho a equivocarse sin ser juzgados y tiene momentos de comedia gamberra, como el esperpéntico velatorio o la guarra descripción que hace Paquita de sus encuentros sexuales con el marido de Charo. 10/10

Hasta Navarrete II comienza coel videoclip Cinco deditos de Belinda Washington -a lo Leticia Sabater- y sigucon un triple juego de ficción dentro de la ficción, que es simplemente digno de elogio. El personaje de Anna Castillo, Belén de Lucas, decide hacer una película sobre la historia de Clara Valle. Esto da pie a todo tipo de bromas -siempre recuerdo la cuarta temporada de Seinfeld- como el casting de los actores que interpretan a los personajes de la serie. No revelaré la elección para hacer de Paquita, pero es magistral. Pero la decisión que eleva este capítulo a otra categoría, es la de hacer que Anna Allen, cuya historia real inspira el personaje de Clara, interprete su papel en la película dentro de la serie. Esto le da la oportunidad a Allen de lucirse en un monólogo que demuestra que, más allá del escándalo y la tontería mediática, es una estupenda actriz que merece todas las oportunidades del mundo. Como cualquiera. Un gesto por parte de los 'Javis' que da pistas sobre su talento y su futuro papel en la ficción nacional, como creadores a tener en cuenta, sin prejuicios, reivindicativos y con la capacidad de resucitar carreras o dar valor a los mal llamados frikis. 9/10

YESTERDAY -SHE LOVES YOU


¿Qué puede sentir alguien que escucha por primera vez Yesterday, In My Life o The Long and Winding Road? Tengo 44 años y por tanto nací en una época en la que The Beatles se daban por sentado. En la que son tan parte del mundo como el canto de un pájaro. El cartel de la película Yesterday sitúa su premisa en un lugar en el que “todo el mundo se ha olvidado de los Beatles”. Un concepto irresistible: el cantante fracasado, Jack Malik (Himesh Patel), tras un accidente digno de Un Yanqui en la corte del Rey Arturo, es el único que recuerda a la banda y decide aprovecharse presentando su repertorio de éxitos inmortales como propio. Esto da pie a todo tipo de ideas ingeniosas sobre cómo funciona este mundo divergente. La pregunta que me hago es ¿Vivimos realmente en se mundo? ¿Desconocen las nuevas generaciones las canciones de aquellos cuatro tíos de Liverpool? ¿Están escuchando los espectadores más jóvenes de esta película estos temas por primera vez, como lo hace Ellie (Lily James) con mirada conmovida y enamorada? Ahí está la magia de esta cinta dirigida por Danny Boyle, pero sobre todo escrita por Richard Curtis -autor de Cuestión de tiempo (2013), y que aparece en el documental de Ron Howard, The Beatles: Eight Days a Week (2016)-. Estamos ante un genio de las comedias románticas -Love Actually (2003) también es de él, como ya sabréis- que se vale de la estructura canónica del 'chico pierde chica' para reflexionar sobre el poder de la música en los tiempos que corren ¿Seríamos hoy capaces de reconocer el genio de los Beatles? ¿O de Mozart? -atención al estupendo  Ed Sheeran que sirve para hablar de ello- ¿O nuestra propia mediocridad nos impediría escuchar Let It Be de una sola sentada? Curtis plantea que vivimos en un mundo lleno de distracciones -redes sociales, teléfonos que suenan, pero también sueños absurdos de éxito y materialismo- que nos separan de lo verdaderamente importante -vivir, ser felices, reconocer la belleza en el arte y por supuesto, amar-. Ya hemos visto dos películas apoyadas descaradamente en el repertorio de artistas famosos como Queen y Elton John. Aquí las canciones son mucho mejores y demuestran su belleza esencial cuando comprobamos que funcionan de maravilla en las pequeñas versiones que escuchamos en la película, 'mal' cantadas por una sola persona con una guitarra como único instrumento -también hay una rabiosa y estupenda versión punk de Help! que funciona muy bien narrativamente-. Sobre todo, Yesterday no nos somete a un biopic obligado a escandalizar, humanizar, o edulcorar la vida de un artista. Estamos obviamente ante una película de amor a los Beatles. Buscad la referencia a Helter Skelter y qué papel interpreta Robert Caryle, viejo conocido de Boyle. Pero también es una película romántica: un consejo, si vais a verla, permitíos algo de romanticismo, al fin y al cabo, gran parte del repertorio de John, Paul, George y Ringo va de eso: All You Need is Love. Y otra cosa, Yesterday también es una feel good movie. Permitíos también eso. Sentirse bien no tiene nada de malo.

SPIDER-MAN: LEJOS DE CASA -UN NUEVO COMIENZO


Es fácil entender cómo funciona la fantasía del superhéroe: por encima de ideales como la justicia, se trata de una imaginaria vía de escape de una vida mediocre, de reglas y limitaciones. Ponerse un traje y saltar por la ventana para volar por encima de compañeros del instituto, de profesores y de chicas que han preferido a otro. La genialidad de Stan Lee es haber pensado en un Peter Parker para el que esa fantasía se convierte en un inmenso marrón. Spider-Man: Lejos de casa comprende perfectamente la esencia de este grandísimo personaje de la cultura popular y entiende que, por alguna razón muy humana, nos identificamos más fácilmente con ese chaval que con Superman o Thor. La estupenda nueva película de Marvel Studios se desentiende enseguida del drama de Vengadores: Endgame y nos devuelve a la  Tierra. A lo mundano. Tom Holland es la persona más abrazable de Hollywood y un Peter Parker adolescente perfecto: transmite inocencia, sensibilidad y una bondad innata que son la esencia de siempre del personaje, que nunca ha tenido un lado oscuro. Es un buen tipo. Parker aquí se ve implicado en una trama de espías -vuelve Nick Fury (Samuel L. Jackson)- y se enfrenta a enemigos descomunales que le superan, por lo que se ve fuera de su elemento. Pero sobre todo, Peter Parker debe elegir entre ser un chaval, divertirse con sus amigos, declararse a la chica que le gusta o salvar al mundo como superhéroe. Es el conflicto clásico del personaje: un gran poder conlleva una gran responsabilidad. La película se arriesga con varias decisiones: la primera es sacar a Spider-Man de su hábitat, Nueva York, para embarcarlo en un viaje por Europa. Esto se resuelve con éxito: si Homecoming era una comedia de instituto, esta secuela es una de vacaciones a lo EuroTrip en el viejo continente. Arriesga también colocando a un villano menor, como Mysterio, en la película: solo puedo decir que el giro que le han dado funciona de maravilla, que Jake Gyllenhaal está estupendo, y que hay momentos con sabor a tebeo dibujado por Steve Ditko. Por otro lado, la inocente historia de amor funciona de maravilla, precisamente por su torpeza adolescente, casi incómoda, con una Zendaya perfecta en un papel que se aleja de los clichés de la Manic Pixie Dream Girl. El resto de secundarios es amplio, variado y divertido: cada uno tiene su pequeño momento de lucimiento, aunque sea un breve gagPor último, estamos en una película Marvel y el momento más emocionante de la historia requiere haber visto las entregas dedicadas a Iron Man para potenciar su disfrute. Espectacular, divertida, graciosa y sorprendente, Spider-Man: Lejos de casa mantiene ese espíritu liviano y pop con música de los Ramones que tanto me gusta. Quiero más.

JESSICA JONES -TERCERA TEMPORADA -EL FINAL


La show runner Melissa Rosenberg se despide de Jessica Jones con una tercera temporada que comienza con un episodio -A.K.A The Perfect Burger- en el que nos muestra claramente la esencia del personaje. Primero, estamos ante una conjunción del cine negro clásico -Jessica (Krysten Ritter) es una detective privada alcohólica que se enfrenta a casos criminales- y la narrativa del superhéroe -nuestra protagonista femenina -y feminista- posee superfuerza-. El universo moralmente gris y pesimista de los detectives choca con el de los justicieros disfrazados -como el Capitán América- y su obsesión por hacer el 'bien'. Este concepto, precisamente, es el que se pone en duda tanto en la serie como en el interior de Jessica. Su conflicto es que ya no cree que sea posible arreglar el mundo. Cuando Batman captura a un ladrón de bancos o Los Vengadores evitan una invasión extraterrestre, el mal parece estar claramente delimitado. Pero cuando Jessica recupera a una menor secuestrada por su propio padre tras un conflictivo divorcio ¿Cómo saber cuál de los progenitores tiene la razón? ¿Qué es lo mejor para la menor cuya custodia se disputan? Este primer episodio explora esta disyuntiva moral a través de varios personajes. Además de Jessica, la abogada Jeri Hogarth (Carrie Anne Moss) se enfrenta a la muerte y también parece querer 'hacer el bien', aunque enseguida descubrimos que sigue siendo tan egoísta como siempre  y que su verdadero objetivo es un viejo amor, Kith Lyonne (Sarita Choudhury). El exdrogadicto Malcolm Ducasse (Eka Darville) tiene serias dudas sobre la ética de su trabajo como detective de Hogarth y decide, de hecho, saltarse las leyes para hacer lo que él considera correcto -ese conflicto con el jugador de béisbol-. Por último, Trish Walker (Rachael Taylor), aparece convertida ya en una justiciera que actúa a espaldas de todos, incluso de su madre, Dorothy (Rebecca de Mornay), y de la propia Jessica. Todo esto se plantea en el primer capítulo y además se apuntan temas como la eutanasia, Jessica ejerce de nuevo su sexualidad como le da la gana y, por supuesto, aparece un nuevo peligro. 8/10

A.K.A Your Welcome reincide en el tema de la búsqueda de la identidad personal, de expiar culpas del pasado, a través de 'hacer el bien'. En este segundo episodio, por primera vez, el punto de vista no es el de Jessica Jones, sino el de su mejor amiga y hermana, Trish Walker -en los cómics, Gata Infernal, a cuyo disfraz original se hace un guiño aquí-. Trish vive un origen superheroico en toda regla: descubre sus poderes, entrena, confecciona un traje para proteger su identidad secreta -recordemos que es famosa-, busca una tapadera para su actividad justiciera -una teletienda desde la que lanza mensajes feministas a las consumistas amas de casa que la ven- y se embarca en una primera misión decididamente feminista: detener a un violador que droga a sus víctimas con escopolamina. Todo esto se conjuga en un episodio francamente divertido, que trabaja sobre uno de los puntos fuertes de la serie: el retrato de la amistad -femenina- entre Jessica y Trish, que siempre me ha parecido profundo y entrañable. 8/10


A.K.A I Have No Spleen sigue desarrollando a los cuatro personajes principales, enfrentados, como ya hemos dicho, al peso de sus acciones. Trish duda sobre el éxito que tiene en su programa de teletienda, no se siente orgullosa de su capacidad para convencer a sus espectadoras para que compren sus productos. Su concepto de lo que significa ser un héroe la llevará a chocar de nuevo con Jessica. Paralelamente, Malcolm obedece las órdenes de Hogarth para dejar al descubierto los pecados del marido de Kith. No por casualidad se trata de un profesor de ética, con el que Malcolm se desahoga sobre el relativismo moral. Precisamente, lo que Hogarth cree que son pecados -las infidelidades de ambas partes de la pareja que busca romper, de Kith y su marido, no son tales si ellos no los consideran así. Pero la trama principal es interesante y feminista. Jessica Jones es una superheroína, fuerte, independiente, una 'tía dura' que aquí descubre, por primera vez, que no es imparable, ni invencible -tras sufrir una puñalada en capítulos anteriores-. Jessica descubre lo que significa ser una 'víctima' y se rebela contra todos los que quieren 'protegerla'. 8/10

Encuentro muy interesante cómo este capítulo, A.K.A Customer Service Is Standing By, desarrolla el tema de lo heroico, de qué es lo correcto, sin dejar de plantear una historia entretenida y con acción. Jessica quiere vengarse del hombre que le apuñaló, sin más. Pero para dar con el culpable se ve prácticamente obligada a detener a un pedófilo y a una oficinista corrupta. Ella misma reconoce que es lo más heroico que ha hecho en meses. Complementariamente descubrimos que su ligue, Erik  (Benjamin Walker) no es el hombre perfecto, sino un ludópata que acarrea deudas con mafias y chantajea a personas con vidas en ocultas. Precisamente el súperpoder de Erik viene muy a cuento: es capaz de sentir si una persona es buena o mala. Quizás por eso su filosofía de vida es que ayudar, ser heroico, no servirá de nada. Siempre existirá el mal. En este relativismo moral, cabe preguntarse si hacer algo tan cuestionable como chantajear a personas verdaderamente malvadas, puede estar 'bien'. Trish se enfrenta también a un dilema similar: en su empeño por ser una heroína causa una posible muerte, aunque sea la de una mafiosa ¿se puede hacer el mal haciendo el bien? ¿Es mejor no hacer nada como predica Erik? Paralelamente, la trama que comparten Malcolm y Hogarth tiene mucho que ver con estos temas. Sobre todo con el lado oculto de las personas: Malcolm descubre un pecado verdaderamente imperdonable por parte del marido de Kith ¿Se justifica entonces que la abogada destruya ese matrimonio por amor, o más bien, por el deseo egoísta de quedarse con Kith? Y es muy divertido cómo Malcolm y su pareja, Zaya, se ven obligados a tener secretos el uno para el otro tras haber firmado una cláusula de confidencialidad en el bufete para el que ambos trabajan. Por todo esto es coherente que el gran enemigo a batir, que se desvela aquí, sea la máxima personificación del mal, el psicópata asesino en serie, Gregory Sallinger (Jeremy Bobb). 8/10

A.K.A I Wish, se ocupa de las consecuencias de los conflictos ya planteados. Jessica y Trish se reconcilian -más o menos- y comienzan a vigilar a Sallinger: eso significa asomarse al abismo, al 'bad guy' por antonomasia, como dice la propia Jessica, aunque ella no se considere una heroína ni remotamente. Perseguir a un asesino en serie significa descender a los infiernos, como expresa visualmente el cuarto oscuro iluminado de rojo donde el asesino revela las fotos de sus víctimas o el depósito en el que Sallinger esconde los cadáveres y en el que Jessica casi se queda atrapada. Significa también descubrir secretos de los personajes implicados, como la hermana drogadicta y prostituta de Erik, Brianna o Berry (Jamie Neumann), a la que el asesino psicópata amenaza. Por otro lado, otro infierno se desata cuando Malcolm, siguiendo las órdenes de Jeri Hogarth expone los pecados del profesor Peter Lyonne (John Benjamin Hickey) provocando que Kith rompa con él, pero también sumiéndole en un estado de desesperación que le llevará al suicidio -el rojo vuelve a aparecer en la sangre qué tiñe el agua de su bañera- eso sí, arruinando con tal acción la reputación de la abogada, en un episodio muy oscuro. 7/10

A.K.A Sorry Face pone a prueba a los personajes. Empezando por Jessica Jones, que no consigue sentirse una heroína, a pesar de haber conseguido la detención del peligroso asesino en serie y de las felicitaciones del detective Eddy Costa (John Ventimiglia). El psicópata demuestra ser más inteligente que todos y consigue salir libre, lo que pone de manifiesto la esencia de la idea del superhéroe: la necesidad individualista de hacer 'justicia' cuando falla el sistema y las leyes. Trish cree necesario actuar, pero Jessica prefiere actuar dentro de los límites legales, quizás para demostrarle al asesino que hay una diferencia entre 'buenos' y 'malos'. Es divertido cómo Trish dice constantemente frases que Jessica entiende como clichés de comic book, en su intento de ser la sidekick de esta. Como Robin a Batman. Quizás para darle una lección de realidad, Jessica obliga a Trish a 'salir del armario' delante de su madre, lo que lleva a un emotivo momento entre las dos mujeres, en el que afloran los traumas de una infancia que agregan capas psicológicas a su necesidad de ser una superheroína. Jessica es escéptica y pesimista, pero su heroicidad se comprueba cuando Erik -capaz de reaccionar físicamente a la bondad y a la maldad- le asegura que tiene un efecto analgésico en él. Por el contrario, cuando el psicópata Sallinger descubre el efecto que tiene su maldad en Erik, descubrimos que incluso un asesino en serie puede justificarse y que no se ve como una mala persona. ¿Es mala la abogada Jeri Hogarth? Es imposible no apiadarse de ella cuando intenta acercarse a Kith y es agredida por el dolido hijo de esta. Todos los personajes en la serie tienen sombras, zonas grises, y sus motivaciones pueden ser comprendidas dependiendo de las circunstancias. Lo mismo ocurre con Malcolm, que se venga violentamente del proxeneta de Berry y luego se deja 'consolar' por ella, cometiendo una clara infidelidad. 8/10


A.K.A The Double Half-Wappinger. Hay quien opina que el psicópata puede ser un salto evolutivo, un escalón superior del ser humano que se convierte en depredador para el resto de sus congéneres, al liberarse de ataduras morales. Precisamente, Sallinger siente rencor hacia la figura del superhéroe, que se cree superior y cuyas habilidades metahumanas le parece que son 'hacer trampa'. La figura de Sallinger polariza al resto de personajes: por un lado, Jessica Jones y Trish se dedican a combatirle. Pero sorprendentemente, Jeri Hogarth decide representarle. Esto permite establecer diferencias entre la maldad pura del psicópata, y la falta de escrúpulos de la abogada. No son exactamente lo mismo, como comprobamos cuando se enfrentan por llevar las riendas del caso judicial. Jeri, además, tiene de su parte a su asistente, Zaya (Tiffani Mack). Entre medias, el novio de esta, Malcolm, debe elegir qué es lo correcto y decide que, evidentemente, ayudar a un asesino en serie muy bueno no es. Hay dos escenas potentes en este capítulo: cuando Jessica desentierra el cuerpo de la primera víctima de Sallinger, delante de sus desesperados padres, y a pesar de la oposición de la madre y de la sheriff del pueblo. Jessica hace el 'bien' a pesar de la desconfianza y el rechazo con el que la trata casi todo el mundo. Pero es que a Jessica no le importa lo que piensen los demás. La otra escena clave enfrenta a Jessica y a Sallinger en un combate de lucha libre en el que ella debe respetar las reglas de este deporte para no aprovecharse de su superfuerza. Pero Jessica barre completamente a Sallinger, en un momento en el que se mezcla la euforia de la victoria de nuestra protagonista, con una incómoda piedad hacia el derrotado, que no deja de ser un cruel asesino. 9/10

A.K.A. Camera Friendly. Tras plantear los conflictos de los personajes, y los temas de la temporada, el argumento enfrenta a cada personaje con un dilema -moral-. Jessica y Trish intentan capturar a Sallinger, en arresto domiciliario, pero este consigue jugar con ellas, amenazando con matar a alguien y planteando un acertijo. Todo en el más puro estilo del psicópata cinematográfico, o de un villano de Batman, que pone a prueba al héroe, pensemos, por ejemplo, en el Joker. Hay otro juego, paralelo, el del 'relato' que hay que construir de cara a la opinión pública. Sallinger quiere dejar en mal sitio a los superhéroes, la abogada Jeri Hogarth quiere aparecer como una profesional competente ante sus clientes, el detective Costa debe convencer a sus jefes para obtener los permisos necesarios para apresar al asesino, Zaya manipula un vídeo -en plan fake news- para exculpar a Malcolm. Ser un héroe o un villano es tan importante como parecerlo: Jessica ofrece una entrevista televisiva para obligar a la policía a actuar, Trish se deja ver en televisión como una superheroína. Su madre, (Rebecca De Mornay) intenta controlar la imagen de Jessica y Trish en los medios, pero acabará siendo una víctima del juego, más real, que propone Sallinger. Su intención al cobrarse la vida de ella es manipular a Jessica y a Trish para que se conviertan en lo que él es, en un planteamiento muy similar al desenlace de Seven que lleva a un cliffhanger irresistible. 8/10

A.K.A I did Something Today afronta las consecuencias de lo que hemos visto en el episodio anterior. La sorpresa es que a Trish no le ha hecho falta matar a Sallinger para convertirse en una 'villana'. Ella le perdona la vida al asesino en serie, pero se ve igualmente perjudicada ante la amenaza de este de desvelar su identidad secreta. Ante el relato creado de que los superhéroes son peligrosos, semejante revelación sería el fin de Trish. Para evitarlo, Jessica debe tomar, una vez más, una decisión moral: salvar a su amiga a costa de dejar libre al asesino. Una vez más, las circunstancias personales propician que Jessica se salte las reglas. Las consecuencias son curiosas, porque su esfuerzo no sirve de nada: el detective Costa es suspendido por relacionarse con superhéroes y la identidad de Trish está en peligro de todas formas porque Jeri Hogarth ha conseguido descubrirla. Jeri, paradójicamente, actúa sin atender a la moral ni a la ética, pero poco a poco va consiguiendo sus objetivos. Parece haber recuperado el amor de Kith y consigue imponer su 'relato' sobre los superhéroes. La serie se vuelve, moralmente, cada vez más gris: el policía Nussbaumer es corrupto, pero condecorado, y ayuda a Jessica a destruir pruebas. Jessica ha hecho algo ilegal, pero pide a Erik que use sus poderes para comprobar si su percepción sobre su 'bondad' ha cambiado, tras dejar libre a un asesino. 7/10

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e forma algo forzada, A.K.A Hero Pantsintroduce una nueva serie de asesinatos, empezando por el del policía corrupto Nussbaumer, del que culpan a la propia Jessica. Esta nueva trama, seguramente mal introducida, lleva de nuevo al conflicto central de la temporada, el de la definición  de heroísmo o como el 'bien' y el 'mal' se convierten en conceptos relativos, dependiendo de las circunstancias. Jessica ha intentado ocultar pruebas para exculpar a su hermana por la agresión a Sallinger. Aquello se justificaba no solo por el lazo afectivo con Trish, sino porque la víctima es un asesino en serie. Algo similar ocurre cuando Kith acepta finalmente que Jeri Hogarth actúe, de forma poco ética, contras sus enemigos, que encima no son más que víctimas de la estafa de su marido. Aún así, Jeri pretende dejar de defender a Sallinger y lavar su conciencia representando de nuevo a Trish. Paralelamente, Malcolm ha dejado precisamente a Jeri por estas prácticas, con las que no se sentía a gusto, pero ahora le vemos -un poco inexplicablemente- siéndole infiel, de nuevo a su pareja. Todo esto nos lleva a Trish, personaje supuestamente heroico, por el que Jessica se arriesga, al que Jeri quiere ayudar, al que Malcolm vuelve en un esfuerzo de seguir el camino recto. El problema es que la última imagen del episodio nos muestra a Trish destrozando a una nueva víctima, convertida en una auténtica gata infernal. 7/10

A.K.A. Hellcat. Lamentablemente, Trish se ha convertido en la asesina desalmada que parecía. Digo tristemente porque un enfrentamiento entre Trish y Jessica, tras cómo se había presentado su amistad durante la serie, es algo triste, un golpe de efecto, quizás, innecesario para causar un shock en el espectador: ¿A alguien le recuerda este giro a cierta madre de los dragones? Pero también es cierto que la idea es absolutamente coherente con los temas planteados esta temporada. Este capítulo vuelve a centrarse en Trish: era necesario apartarse del punto de vista de Jessica para mostrarnos el engaño. Trish y Erik han estado trabajando juntos para hacer justicia, primero, y tras la muerte accidental del policía corrupto, para evitar que Jessica sea incriminada. Unos flashbacks de la infancia de Trish reinciden en la temática del heroísmo y sirven de homenaje al personaje desaparecido de su madre. Esas escenas del pasado nos muestran cómo siendo una niña aprendió de su madre a saltarse las reglas. Que el fin justifica los medios. Ayudada por su madre, Trish logró el éxito como estrella infantil colándose en los castings y manipulando a los demás con su imagen angelical. Ahora, como superheroína, aprovecha los poderes de Erik para detectar a los criminales que se han escapado de la ley por los fallos del sistema. Y matarlos. 7/10

A.K.A.  A lot a worms. Este episodio es el último esfuerzo de Jessica Jones por evita la caída de Trish en el lado oscuro. Obviamente, no lo consigue, por lo que el episodio sirve para preparar un gran enfrentamiento final entre las dos hermanas. Ella no se ha vuelto una villana, sino que cree estar haciendo lo correcto. El episodio sirve para desnudar a los personajes en el contexto del tema central de la temporada, el heroísmo, el bien, el mal, lo justo y lo legal. Descubrimos, por las confrontaciones entre los propios personajes, que lo que los mueve es la culpa. Trish quiere ser una heroína, cambiar las cosas, para enmendar el mal que la obligó a hacer su madre, pero también para complacerla, como cualquier niña. Jessica, a pesar de su fachada de tía dura y descreída, quiere ser una heroína para que la muerte de sus padres no haya sido en vano, como desvela Sallinger en una escena estupenda. El asesino en serie, por otra parte, se ha inventado un complejo código moral para justificar lo que hace y para ocultar que siente placer con sus asesinatos y que es el mal puro. Malcolm sigue viéndose a sí mismo como un adicto y ante la presión de ser lo que su novia cree que es, un tío valioso y recto, prefiere dejarla y ponerle los cuernos. Erik, a pesar de su escepticismo, disfruta con la idea de que sus dolores de cabeza disminuyen porque está haciendo el bien, y de que puede sentirse un poco héroe. Por último, Jeri Hogarth es, sobre todo, una superviviente, que puede hacer lo que sea con tal de seguir con vida. Por eso teme la amenaza de Trish. Todo esto ocurre mientras el guión se las arregla para sorprendernos con el juego del gato y él ratón entre Jessica y Sallinger. El desenlace marca el punto de no retorno para Trish. 7/10

A.K.A. Everything. Jessica Jones se despide para siempre con un episodio que reincide en los temas ya mencionados. Nos han hablado de heroísmo pero también de lo importante que es la percepción de los demás para decidir quién es heroico y quién, no. Eso que ahora llaman el 'relato'. Para vencer, Jessica necesita que la opinión pública perciba a Trish como una villana para poder capturarla: por eso lanza a las redes un vídeo desvelando su identidad. Tras esto, detenerla es relativamente fácil, justo cuando Trish se preparaba para una nueva vida, a la que accedería simbólicamente escondiéndose en un ataúd, como una resurrección. Una vez apresada, Trish, trágicamente, se da cuenta de que ella es 'la mala' en esta historia. Por el contrario, Jessica Jones aparece en las portadas de los periódicos con el titular de 'heroína'. ¿Pero se lo cree ella? La gran villana de la función, Jeri Hogarth, consigue todos sus propósitos, menos el más importante, ser percibida como una heroína por el ser amado, Kith. Malcom debe enfrentarse al reproche de su exnovia, Zaya, en una breve escena: ella se siente engañada, él quiere huir de las expectativas. Por último, Erik se lleva una decepción cuando es rechazado por Jessica, que, fríamente, le dice que no confía en él. Luego descubrimos que no es cierto y que Jessica le ha emparejado con el detective Costa para que, con el tiempo, se convierta también en un héroe. Al final, Jessica ha hecho lo correcto -como le aconseja Luke Cage en una aparición sorpresa- hace el sacrificio más doloroso al separarse, de nuevo, de un ser querido, y deja abierto un futuro en el que, adivinamos, no podrá evitar seguir ayudando a los demás. El guiño final a Killgrave (David Tennant) nos recuerda que tras una estupenda primera temporada, la ausencia de ese gran villano ha pesado demasiado. A pesar del carisma de Krysten Ritter, Jessica Jones se despide con una tercera entrega estupenda, pero sin el brillo de aquella. 7/10

DRAGGED ACROSS CONCRETE -POLICÍAS Y LADRONES


Tras un western de terror como Bone Tomahawk (2015) -con Kurt Russell- y una de acción con escenario carcelario, Brawl in Cell Block 99 (2017), el director y guionista S. Graig Zahler propone un policíaco crepuscular y políticamente incorrecto en Dragged Across Concrete, protagonizado por Mel Gibson, al que su rol le viene como anillo al dedo. Zhaler, antes un escritor que director de cine, tiene una aproximación literaria a esta historia, que se permite ser episódica y expansiva, deteniéndose en los personajes que van a participar en un atraco y desarrollando con cierta profundidad lo que en cualquier otro film serían caras secundarias. Aquí conocemos bien al conductor que llevará a unos misteriosos atracadores -Henry Johns (Tory Kittles)-, a la empleada bancaria que trabaja en la sucursal que será atracada -Kelly Summer (Jennifer Carpenter)- pero sobre todo a la pareja de policías que se verán implicados. Mel Gibson -como Brett Ridgeman- es un veterano de la vieja escuela que  se ve incapaz de cambiar con los tiempos, que se ha quedado anclado en su puesto y cargo, a diferencia de su excompañero y ahora jefe, el teniente Calvert (Don Johnson). El personaje de Gibson se ve envuelto en una polémica mediática cuando un vídeo, en el que detiene a un narco de poca monta, se filtra en los medios y le cuesta una suspensión junto a su compañero, algo más joven, pero igualmente conservador, Anthony Lurassetti (Vince Vaughn). Estos personajes son el centro de la historia de Zahler y llegaremos a conocerlos lo suficiente como para empatizar con ellos. El guión se encarga de individualizarlos hasta en la forma de hablar: Vaughn utiliza la palabra ‘anchoa’ como interjección y Gibson juega con las probabilidades ante cada situación que se le presenta. Hay que decir también que Zahler aborda el cine de género desde una perspectiva de autor: estamos ante un policíaco al uso, pero sin concesiones al espectador. El film habla abiertamente de racismo, machismo y brutalidad policial, pero no necesariamente criticando estas realidades, sino contextualizando, matizando, hasta conseguir que su film se aleje del blanco y negro maniqueo de buenos y malos, para conseguir un gris moral en el que las circunstancias vitales pueden llegar a justificar que se rompa la ley. Estamos ante un film policíaco pero también político, social y existencialista, que tiene, además, un ritmo muy particular. Lejos de buscar lo espectacular o la tensión, Zahler prefiere los tiempos muertos; la espera a que salga un sospechoso de un piso; la vigilancia día y noche delante de la guarida de unos criminales; el turnarse para dormir durante la espera; el seguimiento cauto del coche de los criminales que se dirigen hacia un destino desconocido.