LA TEORÍA DEL TODO (JAMES MARSH, 2014)


Me parece escandaloso que La teoría del todo esté nominada a mejor película en los Óscar de este año. Y eso que no me gusta decir que una película es "mala" -no soy quién- ni creo en los premios de la Academia como referente. Cualquiera que piense que el Óscar se le otorga realmente a la mejor película del año, es que no ha pensado en ello lo suficiente. Es como creer que Miss Universo es la mujer más hermosa de la tierra. Perogrulladas aparte, es verdad que La teoría del todo tiene esos ingredientes que hacen que una película sea candidata a los Óscar... y también muy repelente.


Una historia ejemplar -sin duda- y basada en hechos reales -posiblemente edulcorados- son sus grandes bazas. Pero es que todo lo demás, falla. No sé exactamente qué intenta contarme esta película que mezcla temas -la superación, las dificultades de la vida conyugal, la religión vs. la ciencia- y que no se decide por un punto de vista: a veces parece la película de Stephen Hawking (Eddie Redmayne, nominado, claro) y otras la de Jane (Felicity Jones, también nominada). Mal contada para mí y creo que con graves problemas de ritmo, contiene además sorpresas como encontrarse a Emily Watson -en el papel de la madre de Jane- en mitad de la película: la actriz aparece solo en una escena. Destaco también dos secuencias -AVISO SPOILERS- que me han parecido vergonzosas. La primera es el desenlace de la historia de amor entre Jane y el personaje que interpreta Charlie Cox. Ella entra en una iglesia para decirle que por fin es libre y que pueden consumar su amor, pero él parece rechazarla. Entonces el personaje de Cox reaparece de repente tocando el piano gracias a un corte de lo más tramposo. Por alguna razón, tocar el piano significa que sí ama a Jane.


El otro momento bochornoso ocurre durante un -poco inspirado- discurso de Hawking. El físico ve cómo se le cae un bolígrafo a una chica. Si los autores de esta película respetaran mínimamente a su público, habría bastado la mirada del nominado Eddie Redmayne para comprender el drama de no poder realizar una acción tan sencilla como levantarse y coger el bolígrafo del suelo. Pero prefieren hacer un subrayado innecesario en el que se nos muestra una ensoñación de Stephen Hawking ¡Levantándose de su silla de ruedas! Tal escena me ha parecido casi una grosería.


Por último, La teoría del Todo sufre de una puesta en escena muy plana, demasiado funcional, que en mi opinión no propone nada. Apenas podemos destacar ese esbozo de leitmotiv que es la repetición de patrones circulares que recuerdan a los agujeros negros que obsesionan a Hawking. La otra idea es el rebobinado de toda la historia -muy coherente con las teorías del físico sobre el tiempo- que acaba convirtiéndose en mi deseo: me gustaría retroceder y no haber visto esta película.


No todo es malo. Quiero salvar a Felicity Jones. Qué vestiditos le ponen. Qué maravilla.

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