ONLY LOVERS LEFT ALIVE (JIM JARMUSCH, 2013)


Me gustan los vampiros de Jim Jarmusch con sus casas repletas de cosas. Es normal, llevan siglos viviendo y tienen sus pisos hasta arriba de libros, discos y aparatos de música. Son no muertos fetichistas que saben mucho de guitarras, que llenan sus maletas de libros en diferentes idiomas y que siguen vistiendo chalecos de hace 100 años. No les hace falta una nevera, pero disfrutan tomando polos de sangre. Desayunan tras el atardecer y llevan gafas de sol durante la noche. Los vampiros de Jarmusch no se peinan, pero, eso sí, tienen colmillos. Son inmortales, pero para saberlo todo, para ser expertos en todo, para ser frikis en absolutamente todo. Me gustan estos vampiros.


En Only Lovers Left Alive, Jim Jarmusch hace una película de vampiros, que no de terror. Puede que ya esté todo dicho sobre los no muertos, pero el director de Dead Man (1995) nos regala un film contado con la parsimonia que le caracteriza, creando imágenes nocturnas de apacible belleza a las que acompaña perfectamente la música en no pocas disgresiones poéticas. Jarmusch no construye exactamente una historia -pero evoca muchas- y prefiere crear estados de ánimo. Eso sin caer en lo pretencioso, gracias a un sentido del humor autoconsciente: cuando la víctima de uno de los vampiros acaba transformado en una horrible calavera, Eve (Tilda Swinton) lo celebra diciendo: "ha quedado muy visual". Esa calavera -muy Hammer Films- denota respeto por la tradición, pero el comentario de la protagonista aporta una distancia postmoderna: esta es -obviamente- una película de autor. Sea lo que sea que signifique eso. 


-AVISO SPOILERS-

Adam (Tom Hiddleston) se ha dedicado durante siglos a la música y se ha quedado en lo analógico. No le importa que le hayan plagiado otros músicos -¡Schubert!- pero ya no quiere compartir su sonido con nadie. Adam es un artista, odia la fama, y no en vano uno de sus héroes es el inventor menos respetado de todos: Nikola Tesla. Su amante se llama Eve, lo que da a entender que estos dos han estado aquí desde el principio de la Humanidad y quizás también hasta el final: Adam pregunta a Eve que si ya han comenzado "las guerras del agua", a lo que ella responde "todavía no". Puede ser que para Jarmusch los vampiros no perciban el tiempo como nosotros. Para estos no muertos, los humanos somos zombies. Tienen razón. Estos vampiros que lo saben todo, están condenados a compartir sus días con humanos que no saben nada. Debemos ser como niños para ellos. Y lógicamente se aburren. Si Adam se plantea quitarse su no vida con una bala de madera, es porque está harto de los zombies y de como "temen a su propia imaginación". En otro momento, Adam desprecia Los Angeles como "la central zombie". ¿Se refiere Jarmusch así a Hollywood? 


Las ciudades son importantes para el director de Los límites del control (2009). Aquí los largos paseos nocturnos en coche -con parada incluida en la casa en la que vivió Jack White- convierten a una decadente Detroit en un personaje más, vampirizado por los tiempos. Luego, la pareja protagonista hace un paseo similar en Tánger, con especial atención a sus viejas -y hermosas- salas de cine. Allí son confundidos con yonquis en un momento en el que desfallecen de hambre: la sangre para ellos no es solo alimento, sino también una droga a la que son adictos. "Te has bebido a Ian" -interpretado por Anton Yelchin- le dice Adam a su cuñada, Ava (Mia Wasikowska). Hay un conflicto generacional con esta joven no muerta a la que le gusta ver YouTube, pero que se comporta como un vampiro "de los de antes". Los protagonistas de Only Lovers Left Alive son diferentes y por eso Jarmusch espera hasta el plano final para que dejarles hacer -en off- lo que normalmente esperamos de unos vampiros de película.

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