THE KNICK -TEMPORADA 1- ¿DÓNDE ESTÁ LA DIGNIDAD?-


¿DÓNDE ESTA LA DIGNIDAD? (18 OCTUBRE)

¿Qué sería The Knick sin los sonidos electrónicos, alucinados, hipnóticos, de Cliff Martínez? Ambientada en el año 1900 y grabada con una cámara al hombro casi documental, la música de Martínez contradice  la intención hiperrealista de la ciudadísima ambientación histórica de la serie. Pero el anacronismo funciona y consigue que las imágenes de Soderbergh trasciendan la descripción física de los hechos. La música consigue que lo que vemos sea más denso, más oscuro, más desesperado. 

-AVISO SPOILERS-


En el episodio titulado ¿Dónde está la dignidad? los sonidos de Martínez nos acompañan en el extraño viaje por el Nueva York del inicio del siglo XX hasta un momento cuyo contenido emocional es tan grave que la música se apaga dejando su lugar a un silencio insoportable. El doctor Thackery (Clive Owen) atiende a su antiguo amor, Abbie (Jennifer Ferrin), que ha sido sometida a un terrible injerto para reconstruir su nariz destrozada por la sífilis. La escena es de una dureza extrema, no sólo por la espantosa visión del injerto, sino por el dolor emocional que sufren ambos. Abbie hace lo peor que puede hacer una mujer a su amante abandonado: se arrepiente de no haberle elegido, haciendo todavía más doloroso su desprecio. "Éramos espectaculares", la consuela Thackery. Pero sólo les queda recordar el pasado y soñar con lo que nunca fue. La música vuelve a cobrar protagonismo cuando Lucy (Eve Hewson) sigue a un Thackery que busca consuelo, el único posible, en el opio. No hay dignidad en la postura que se ve obligada a adoptar Abbie, delante del hombre al que despreció, para que el injerto funcione. Y tampoco hay dignidad, en la existencia misma, para Tom Cleary (Chris Sullivan) el brutal camillero cuya visión de la vida le convierte en poco más que un animal, pero que nos sorprende con la reflexión que da título al episodio. Su momento de "debilidad" le une momentáneamente a la que hasta ahora había sido su gran enemiga: la hermana -abortista- Harriet (Cara Seymour). Pero el acercamiento es una ilusión, porque Cleary llega enseguida a un acuerdo económico con la monja. Esa es la verdadera filosofía de vida de Cleary, todo es una transacción.

GOTHAM -TEMPORADA 1- PENGUIN´S UMBRELLA-


PENGUIN'S UMBRELLA (3 DE NOVIEMBRE DE 2014)

El paraguas del Pingüino deja claro que el papel de Oswald Cobblepot (Robin Lord Taylor) es tan importante en Gotham como el de James Gordon (Ben McKenzie). Y en cuanto a carisma, el futuro enemigo de Batman supera al que será su mayor aliado.


-AVISO SPOILERS-

El inicio del episodio pone precisamente al detective en peligro de muerte. El jefe mafioso Falcone (John Doman) envía a su mejor asesino a buscarle y ese es nada menos que Víctor Zsasz (Anthony Carrigan) un villano creado en los años 90 en los cómics y que se ha convertido en un clásico antagonista de Batman (aunque en la imagen inferior se refiera a Superman).


Zsasz es un demente que marca su cuerpo cada vez que mata a alguien. Al ser Gotham una precuela, apenas tiene 28 marcas. Dadle tiempo. Lo cierto es que la persecución de Gordon -su vida parece estar realmente en peligro- le da al capítulo un brío y una tensión que Gotham no había tenido hasta ahora. Eso sí, el auténtico protagonista es el Pingüino: sus tretas para escalar en la jerarquía mafiosa de la ciudad convierten a su personaje en el más interesante de la serie. Con diferencia.

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THE WALKING DEAD -TEMPORADA 5- SLABTOWN


SLABTOWN (2 NOVIEMBRE)

El episodio de esta semana es un alto en la historia. Un paréntesis que nos obliga a esperar todavía más la resolución del cliffhanger del capítulo anterior, y que retoma la imagen del inicio mismo de la serie -y del cómic, y de 28 días después (Danny Boyle, 2002)- y en el que Beth (Emily Kinney) despierta totalmente desorientada en un hospital. Al asomarse por la ventana (re)descubre el mundo tras el Apocalipsis zombie. 


-AVISO SPOILERS-

El hospital, un escenario clásico del cine de terror, se convierte en un pequeño mundo con sus propias reglas. La tiránica agente de policía Dwan (Christine Woods, a la que hemos visto en Hello Ladies) recoge heridos a los que el doctor Edwards (Erik Jensen) salva la vida. Pero en lo parece ser una metáfora de la sanidad privada (¡!) curarse en este hospital tiene un precio: los rescatados -más bien reclutados, como la misma Beth- se convierten en esclavos que deben pagar su "deuda" haciendo trabajos y aguantando el acoso -sexual- del agente Gorman (Cullen Moss). Beth unirá sus fuerzas con Noah (Tyler James Williams) que recoge la tradición del personaje de raza negra positivo de las películas de George A. Romero. Por decir algo. Juntos intentarán escapar del hospital, pero el final de este episodio esconde una sorpresa que me hace sospechar que estos hechos ocurren simultáneamente a los del anterior. Veremos.

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LA ISLA MÍNIMA (ALBERTO RODRÍGUEZ, 2014)


-AVISO SPOILERS-

Una fantasmagórica aparición se asoma por la ventana trasera de un misterioso coche blanco -siempre es un coche blanco- que conduce un desconocido que podría ser la encarnación misma del mal. La imagen, que parece salida de una película de horror, es de esas que se instalan en nuestras pesadillas. Pocos directores de cine pueden fabricar imágenes así.


En ellas se apoya un discurso sobre la naturaleza del mal. Cuando la Guardia Civil arranca de las marismas los cuerpos ultrajados de dos niñas, sacan a la luz también el lado oscuro de una familia, de un pueblo, de un país y quizás incluso del orden cósmico.


En La isla mínima las imágenes son la única forma de conocer la verdad. Unos fotogramas medio quemados muestran el horror que sufrieron las niñas. La ampliación de ese negativo podría revelar al verdadero mal detrás de todo. Y una foto revela también el pasado oculto de uno de los protagonistas.


Dos detectives, de Madrid, se enfrentan a una sociedad primitiva y hostil ante el extranjero que pretende descubrir sus secretos. Los dos policías se empeñan en atrapar al asesino, sí, pero por razones que no pueden ser más opuestas. Pedro (Raúl Arévalo) representa lo nuevo, la democracia, la luz. Juan (Javier Gutiérrez) busca la redención tras verse obligado a enfrentarse a su propia mortalidad. Su pasado como torturador y asesino le convierte quizás en el más capacitado de los dos para darle caza al monstruo. Juan ha salido de las cloacas del orden anterior y es por eso que sabe -mejor que Pedro- que no puede investigar los asesinatos hasta el final.


La conciencia de la muerte le otorga a Juan una mirada diferente de la realidad. Es capaz de ver más allá. Ahí están sus alucinaciones y esa conexión sobrenatural con la ¿falsa? vidente. La muerte le ha quitado el sueño a Juan y ha agudizado sus sentidos: la vista con la que encuentra un bolso en un pozo, el oído con el que adivina el número de teléfono que marca una niña en peligro, el olfato que le permite percibir el perfume de quien podría estar detrás de todo.


La muerte iguala todos nuestros actos ya que la suma de lo bueno y lo malo siempre da el mismo resultado. No hay diferencia entre haber matado a una chica o salvarle la vida a otra. Desde el cielo, desde esos planos aéreos, nuestros dramas no son más importantes que el flujo de unas partículas microscópicas en una gota de agua. Son las imágenes que mejor reflejan el absurdo de nuestra existencia.

AMERICAN HORROR STORY: FREAK SHOW -EDWARD MORDRAKE PARTE 2-


Todos guardamos dentro una historia triste. El espectral Edward Mordrake (Wes Bentley), con su aterradora segunda cara demoníaca, se alimenta de ellas, porque es en realidad un exorcista de traumas y culpas. A pesar de la leyenda que le precede, su aparición no significa acabar en el infierno. Todo lo contrario: morir a manos de Mordrake es redimirse. Encontrar la paz junto a otros fenómenos. Escapar a la soledad a la que están condenados. Los miembros amputados, las deformidades y las minusvalías que marginan a los freaks son metáforas de nuestras propias inseguridades. Desafortunadamente, para nosotros no hay soluciones mágicas como Edward Mordrake.

-AVISO SPOILERS-

Quizás encontremos algún consuelo cuando Twisty (John Carrol Lynch) el payaso asesino -que en realidad nunca fue malvado- escapa por fin de una vida que le ha tratado siempre injustamente. Y probablemente encontremos alguna satisfacción cuando ese rebelde ¿sin causa? que es Jimmy Darling (Evan Peters) se convierte en héroe. La gente del pueblo estrecha su grotesca mano por primera vez. Por un momento parece que los olvidados pueden integrarse. Pero Elsa (Jessica Lange) -que deseaba para sí la muerte que trae Mordrake- sabe bien que la armonía no puede durar. Por eso invita a los del pueblo a su espectáculo, pero cobrándoles la entrada.


Mientras tanto, Dandy (Finn Wittrock) -su deformidad está en su alma- recoge la máscara del payaso que le permite adoptar su espíritu asesino: aflora por fin su verdadero yo.

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SERENA (SUSANNE BIER, 2014)


¿Qué hace que una película sea fallida? En Serena descubrimos que la mera suma de "talento" no necesariamente se traduce en "calidad". Una directora danesa de prestigio, actores oscarizados, algún secundario de lujo, una historia basada en una novela de éxito, una ambientación sugerente... y el público bosteza. Desde luego la valoración de una obra de arte tiene que ser necesariamente personal. Se pueden apuntar elementos objetivos: una historia que abarca varios años, queriendo quizás abarcar toda la novela, y que pasa con demasiada ligereza por todos los hechos que se cuentan sin profundizar demasiado en nada, mucho menos en los personajes. Bradley Cooper le pide matrimonio a Jennifer Lawrence a los 7 minutos de película. Pero insisto en el misterio de por qué una película a veces "conecta" con su público, y otras veces causa indiferencia. Decía Truffaut que es mejor una mala película honesta, que una buena, falsa.


-AVISO SPOILERS-

En Serena, ambientada en los años 30, un héroe es aquel que se sube a un tren en marcha para salvar a alguien en peligro. George Pemberton (Bradley Cooper) lo hace dos veces. Al principio de la historia, cuando necesitamos saber qué tipo de personaje es: un empresario emprendedor que salta a la acción para salvar a uno de sus trabajadores. Y luego al final, cuando Pemberton recupera su verdadera esencia, vuelve a ser el del principio y se sube a un tren para salvar a su hijo. Entre una escena y otra, Pemberton se ha casado con Serena (Jennifer Lawrence), una lady Macbeth que le ha convertido en un empresario capitalista explotador -perdonen la redundancia- y asesino. Curiosamente, si a Macbeth las brujas le presagian que su final llegará cuando el bosque de Birnam se mueva -en realidad un ejército camuflado con ramas- en Serena, Pemberton se dedica a talar los árboles de Carolina del Norte. Si Macbeth habla de ambición y traición, lo más interesante de Serena es que sus protagonistas son personajes que en cualquier otra película habrían sido "los malos": ricos, clasistas, egoístas, paranoicos y sedientos de poder. Serena, el personaje, acaba quitándose la vida como lady Macbeth. Pero antes, ha sido la perdición de Pemberton: una criatura maligna, humanizada por un trauma hitchcockiano relacionado con el fuego y por una maternidad frustrada. Que un personaje acumule esos dos hechos trágicos en una sola película puede ser el mejor ejemplo de por qué Serena es una película descompensada que quiere abarcar demasiado. Pemberton se pasea con Serena como si fuera un trofeo de caza, una metáfora de esa pantera -extinta- que se empeña en matar y a la que dedicará sus últimos instantes de libertad. Pemberton y la fiera se darán muerte mutuamente en una imagen que, para mí, roza el ridículo. Además, a Bradley Cooper el sombrero le queda fatal.

AGENTES DE S.H.I.E.L.D -TEMPORADA 2- A FRACTURED HOUSE


A FRACTURED HOUSE (21 OCTUBRE DE 2014)

En el prólogo que sitúa el detonante de la historia de este capítulo, el General Talbot (Adrian Pasdar) hace mención a la invasión extraterrestre de los Chitauri ocurrida en la película The Avengers (Joss Whedon, 2012). Es un ejemplo de la aspiración de Marvel Studios: conectar todo su universo de ficción audiovisual. La invasión antes mencionada servía de marco para la primera temporada de Agentes de S.H.I.E.L.D -más bien floja- y esta segunda nace de Capitán América: el soldado de invierno (Anthony y Joe Russo, 2014) en la que se descubría que la agencia de espionaje había sido víctima de la infiltración del grupo terrorista HYDRA. S.H.I.E.L.D dejaba de existir oficialmente y sus agentes se convertían en prófugos de la justicia. Bajo esta premisa la segunda temporada de la serie ha dejado de ser uno de mis placeres culpables para convertirse en algo que no me da vergüenza a ver. Estoy dispuesto a afirmar que Agentes de S.H.I.E.LD comienza a molar. 


-AVISO SPOILERS-

Buena prueba de que la cosa ha mejorado y mucho, es A fractured house, un capítulo centrado en uno de esos infiltrados de HYDRA, el agente Grant Ward (Brett Dalton) y en su hermano, el senador Christian Ward (Tim Dekay). El conflicto entre ambos se resuelve con dos interrogatorios, narrados paralelamente, que demuestran que esta serie comienza a atreverse a ser inteligente. En el primero, el agente Coulson (Clark Gregg) intenta pactar con el senador Ward para que la ONU deje de perseguirles. En el segundo, Skye (Chloe Bennet) intenta sacarle información a Grant sobre su hermano, y de paso sobre el misterio de su padre. La intriga está en saber cuál de los dos hermanos es el verdadero enemigo, y cuál de los dos miente. La resolución de este dilema se apoya en que nos han engañado: los interrogatorios no eran paralelos: el de Skye es posterior al de Coulson, que ya había pactado con el senador, y por tanto, ella jugaba con ventaja sobre Ward. Además, el capítulo incluye una estupenda pelea protagonizada por las agentes May (Ming-Na Wen) y Bobbi (Adrianne Palicki) enfrentadas a un nuevo villano, Marcus Scarlotti (Falk Hentschel), mejor conocido en los cómics como Whiplash. Los dos epílogos del capítulo dan pistas de lo que está por venir y enganchan. Más no se puede pedir. 


Y un guiño. Nada más empezar el episodio, la agente Bobbi Morse -una espectacular Adrianne Palicki- convierte un objeto eminentemente friki, como una camiseta de Star Wars, en una prenda erótica cuyas letras parece que van a saltar al hiperespacio. La referencia no es gratuita: Marvel Studios y Star Wars son familia bajo el ala de Disney. La fraquicia de George Lucas recibirá el mismo tratamiento interconectado que vemos hoy en Marvel, y que ya ha empezado con Star Wars Rebels. No puedo esperar.

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