BETTER CALL SAUL -TEMPORADA 2- SWITCH


SWITCH (15 DE FEBRERO DE 2016) -AVISO SPOILERS-

Probablemente ninguna serie ha dado tanta importancia a la evolución de su personaje protagonista como la esencial Breaking Bad (2008-2013). En ella, se narraba la transformación de un profesor de química, Walter White (Bryan Cranston), en un genio criminal. En un monstruo. Los creadores de aquella, Vince Gilligan y Peter Gould, demuestran en Better Call Saul un idéntico interés por hacer de las decisiones morales de su protagonista, Jimmy McGill (Bob Odenkirk), el motor de su argumento. Recapitulemos. En la magnífica primera temporada, Jimmy había sido un estafador de poca monta rehabilitado, con la intención de convertirse en un honesto abogado interesado en causas sociales, como la de defender a los indefensos ancianos de las prácticas abusivas de un geriátrico. Jimmy emprendía esa -primera- transformación para complacer a su hermano mayor, Chuck (Michael McKean) y obtenía la recompensa de una lucrativa oferta de trabajo. Pero en el último minuto, cambiaba de opinión. Decidía que ser un abogado honesto no era para él.


Hay que recordar que la transformación del protagonista de Better Call Saul necesariamente debe terminar cuando Jimmy se convierta en el sinvergüenza sin escrúpulos que conocimos en Breaking Bad. El prólogo de este primer episodio de la segunda temporada nos muestra a ese futuro Saul, que, al final de aquella serie, acababa en una especie de programa de testigos protegidos. Le vemos "disfrazado" de empleado de una cadena que vende café y rollos de canela. La escena puede parecer desconectada de la historia del episodio, pero no es así. Muestra a Saul en una situación algo absurda, que permite conocer la catadura moral de los personajes de esta ficción. Tras quedarse encerrado en una sala de contenedores de basura, Saul debe decidir si abre una puerta que activaría una alarma o si prefiere esperar, indefinidamente, a que alguien más abra desde fuera para tirar la basura. Decide esperar. La espera es primordial en la narrativa de esta serie. Pero además, la decisión es significativa. Saul no abre la puerta para no alertar a la policía, lo que pondría en peligro su nueva identidad. Agacha la cabeza. Prefiere perder el tiempo. Y escribe en la pared su nombre: Saul Goodman. 


Pero en esta serie, nuestro protagonista todavía responde a Jimmy. El argumento de esta nueva entrega comienza justo en el momento en el que decide no aceptar la oferta laboral que le convertiría en un abogado de prestigio. El anillo que acaricia en su mano es el de su fallecido amigo Marco (Mel Rodríguez) su antiguo compañero estafador. Jimmy quiere volver a ser un timador y con la ayuda de su amiga/novia Kim (Rhea Seehorn) engaña a un corredor de bolsa tan arrogante como poco inteligente, Ken (Kyle Bornheimer) -un personaje episódico de Breaking Bad que aparece aquí como guiño para súper fans-. El pequeño engaño a Ken parece demostrar que Jimmy volverá a ser un sinvergüenza. Entonces todo cambia. Una decisión se produce en su interior. No sabemos cuál. Seguramente la descubriremos en episodios futuros. Pero lo cierto es que Jimmy acepta trabajar en el bufete. Todo parece indicar que las condiciones son tan favorables -por fin un escritorio de cocobolo- que no hace falta dar más explicaciones. Pero este episodio se titula Switch porque en el nuevo y flamante despacho de Jimmy hay un interruptor con un letrero que pone "no apagar nunca". Jimmy lo apaga. Y esto quiere decir que, aunque aparentemente ha decidido seguir las reglas, piensa subvertirlas de alguna manera. Recordemos ahora a ese Saul Goodman del futuro que no se atrevió a abrir una puerta para escapar del cuarto de basura. Better Call Saul es la historia de lo que separa a este Jimmy de ese Saul. 


Este excelente episodio se redondea con una pequeña subtrama protagonizada por Daniel Warmolt (Mark Proksch) un mediocre informático que aprovecha su trabajo en una empresa farmacéutica para convertirse en un pequeño narcotraficante. ¿Os suena la historia? La estupidez de Daniel le convierte en el reverso perfecto del genial Walter White.

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