La espiral, uno de los símbolos más antiguos de la Humanidad -que representa el ciclo "nacimiento-muerte-renacimiento"- se encuentra en prácticamente todos los fotogramas de Song of the Sea, una película utiliza la estética de las ilustraciones de los cuentos infantiles para conseguir una de las animaciones más hermosas que he visto nunca. Tan bellas imágenes nos cuentan, además, una profunda historia sobre superar los miedos y encontrar nuestra propia voz.
En cada familia, entre padres e hijos, se cuentan historias. Algunas inventadas, otras leídas o escuchadas, esos relatos acaban creando un pequeño universo narrativo compartido de princesas, brujas, lobos y otros seres fantásticos. En Song of the Sea, la historia que escucha Ben de su madre -basada en el mito celta del selkie, un ser que vive en las focas- le sirve al niño para escapar al inmenso dolor de una pérdida. Es esta ausencia, o más bien, la presencia de la muerte, la que aleja esta película -nominada al Óscar 2015 como mejor film animado- de otros productos infantiles destinados al puro entretenimiento.
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