What we do in the shadows (2014) -Lo que hacemos en las sombras- opta por uno de mis subgéneros preferidos, el falso documental cómico -el mockumentary- que ha dado anteriormente obras como, por ejemplo, las grandísimas This is Spinal Tap (Rob Reiner, 1984) y Very important perros (Christopher Guest, 2000). Consigue además algo que puede parecer difícil: hacer algo fresco con un tema tan manido como el de los vampiros. Que a nadie se le hubiera ocurrido antes -corregidme si me equivoco- hacer una película como esta, es para mí un misterio. El film, de nacionalidad neozelandesa, ha sido dirigido a cuatro manos por Jemaine Clement -conocido por el grupo musical, y la serie Fligth of the Conchords (2007)- y Taika Waititi -antes de Marvel- que además interpretan dos de los papeles principales. What we do in the shadows explora metódicamente cómo sería la vida cotidiana de cuatros vampiros que han decidido compartir piso en nuestra sociedad actual. En el proceso el film indaga en una ficticia subcultura vampírica -en un ejercicio similar al de Only Lovers Left Alive (Jim Jarmusch, 2013)- y juega con las diferentes visiones cinematográficas del vampiro a través de la historia del cine, desde el Drácula, de Bram Stoker (Francis Ford Coppola, 1992) hasta la seminal Nosferatu (F.W. Murnau, 1922). Hay incluso un extraño vampiro que podría parecerse al de El aviador nocturno (Mark Pavia, 1997) de Stephen King. La exploración concienzuda de cómo afectaría el vampirismo a la vida cotidiana lleva a estupendos gags mínimos. Uno de los mejores podría ser el que intenta responder a la pregunta de cómo se arreglan para salir los no-muertos cuando no pueden reflejarse en los espejos. Y me gusta especialmente el que juega con los típicos roces de los compañeros de piso -siempre hay uno que se escaquea de las labores del hogar- y deduce que, al ser inmortales, un vampiro podría estar 5 años sin lavar los platos. Si bien el humor en la película es bastante directo, a veces inocente, a veces casi tierno, hay momentos de comedia negrísima y también de gore. Destaca también un plano secuencia virtuoso en el que los vampiros persiguen a Nick (Cori Gonzalez-Macuer) para comérselo. A pesar de las ridículas muecas de los monstruos, la secuencia consigue inquietar.
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