EXPEDIENTE X -TEMPORADA 10- BABYLON


BABYLON (15 DE FEBERO DE 2016) -AVISO SPOILERS-

Uno de los elementos más importantes -y menospreciados- del éxito de Expediente X en los años 90 es la tensión sexual no resuelta entre los agentes Mulder (David Duchovny) y Scully (Gilliam Anderson). La posibilidad de una relación sentimental entre los personajes consiguió que la serie llegase a un público más amplio cuando podría haberse limitado a un nicho de fanáticos de la ciencia ficción. De frikis. Obviamente, esa tensión sexual acabó resolviéndose durante las nueve temporadas clásicas: Mulder y Scully fueron pareja, tuvieron un hijo, se separaron. Por lo tanto, en este revival resultaba complicado -casi imposible- recuperar esas sensaciones. Probablemente por ello, el padre de la criatura, Chris Carter, se ha sacado de la manga a los agentes Miller -Robbie Amell de The Flash- y Einstein -Lauren Ambrose de A dos metros bajo tierra (2001)-, dos indisimuladas versiones jóvenes de los protagonistas que provocan un hecho inédito: que el "matrimonio" de agentes maduros se ponga los cuernos mutuamente. Scully se va con Miller, Mulder con Einstein, lo que produce flirteos y escenas de celos.


En una imagen que a los listos de Homeland nunca se les hubiese ocurrido, un terrorista islámico (Artin John) se come algo tan estadounidense como un sandwich de mantequilla de cacahuete y mermelada antes de perpetrar un horrendo atentado suicida en una galería de arte. Esto propicia una investigación del FBI que no tiene nada de paranormal: lo que convierte el caso en un expediente X es la decisión de Miller -y luego de Mulder- de intentar interrogar al terrorista -en coma- utilizando métodos poco ortodoxos. Chris Carter sitúa la historia en el corazón de Estados Unidos, en Texas, donde todos llevan sombrero y botas vaqueras. Aprovecha Carter para lanzar dardos contra Fox News y la mentalidad retrógrada del Tea Party o de Donald Trump.


Lo mejor del episodio, sin embargo, es el tono de humor de una sorprendente secuencia de tono lisérgico ocurrida tras la ingesta por parte de Mulder de unas setas alucinógenas. En ella encontramos una conexión con el otro papel de Duchovny, el fiestero Hank Moody de Californication (2007-2014); un momento de pura guasa con baile country; la aparición estelar de los añorados Pistoleros solitarios; una secuencia sadomasoquista con la agente Einstein; otra en la que recibe latigazos del fumador (William B. Davis) que parece sacada de El Doctor Jekyll y Mister Hyde (Victor Fleming, 1941) y que da rienda suelta a una imaginería católica que recuerda a Viaje alucinante al fondo de la mente (Ken Russell, 1980) y que equipara al terrorista islámico en coma con Jesucristo en una imagen de la piedad. Tras estas alucinaciones, en la vida real, en el hospital, la corona de espinas es reemplazada en la cabeza del yihadista por electrodos que intentan "leer" su mente. 


Lamentablemente, Carter se olvida del subtexto de estas poderosas imágenes y hace que sus personajes -los cuatro agentes- se interroguen en voz alta sobre el poder de las palabras, de la sugestión -la droga ingerida por Mulder era un placebo- de la religión, del odio, del amor y de Dios. No eran necesarias tantas explicaciones, encima apoyadas por la música buenrrollista de The Lumineers.

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