OATHBREAKER (8 DE MAYO DE 2016) -AVISO SPOILERS-
El momento que más me ha gustado de este tercer episodio de Juego de Tronos me hace pensar también en el potencial desperdiciado de esta serie. La escena a la que me refiero nos muestra a uno de los personajes más populares, Tyrion Lannister (Peter Dinklage), esperando a que Lord Varys (Conleth Hill) acabe de interrogar a una colaboradora de los Hijos de la Arpía. Aburrido, Tyrion intenta sacarle conversación a Missandei (Nathalie Emmanuel) y a Grey Worm (Jacob Anderson), sin éxito. El momento es humorístico y se aprovecha de la vis cómica de Dinklage. Funciona de maravilla. Pero lo importante es que, argumentalmente, esta escena no hace avanzar la historia. Es simplemente divertida. No aporta nada nuevo, siquiera, sobre los personajes. Y destaca precisamente por esto. Porque en una serie repleta de personajes y de tramas, parece un lujo este momento distendido. Nos gusta Tyrion, pero sabemos que no le volveremos a ver hasta el siguiente capítulo porque no hay tiempo para más. Lo que cuestiono es la necesidad de que Juego de Tronos -la serie- incluya tantas historias. Nos cuentan demasiadas cosas, lo que significa que momentos como este se sacrifican. En este sentido, creo que la obligación de David Benioff y D.B Weiss de ser fieles a las novelas de George R.R. Martin, impide que esta adaptación brille. ¿No queréis ver más a Tyrion? Yo sí.
Claramente, esta temporada se le está dando más importancia a Jon Snow (Kit Harington), el único personaje que está apareciendo dos veces por capítulo hasta ahora. Ya sabéis, muere, resucita y ahora cuelga a los que le traicionaron, lo que nuevamente tiene un eco del ajusticiamiento que presenció cuando su padre, Ned Stark (Sean Bean), ejecutó a un salvaje en el primer episodio de la primera temporada. Supongo que alguien se acuerda de ello. Quizás he pensado en esto por esa escena que desmitifica a Ned, ese flashback que presencia su hijo Bran Stark (Isaac Hempstead Wright) sobre un episodio de juventud que se revela menos heroico de lo que le había contado su padre. Pero, una vez más, me pregunto ¿Sirve de algo ver estos momentos del pasado sobre personajes ya muertos? ¿No se podrían eliminar? La trama de otra hija de Ned, Arya Stark (Maisie Williams), lleva no sé cuántos capítulos sin avanzar: la hemos visto recibir palos de Waif (Faye Marsay) y responder a las preguntas de Jaqen H´ghar (Tom Wlaschiha) demasiadas veces. Aquí la novedad es que Arya recupera la vista, algo más que predecible. Otro Stark, Rickon (Art Parkinson) reaparece para caer en manos del peligroso Ramsay Bolton (Iwan Rheon). La vida de Rickon debería preocuparnos como espectadores, pero, al menos a mí, este me resulta un completo desconocido. Me da igual Rickon. Tampoco me importan demasiado Samwell Tarley (John Bradley) y Gilly (Hannah Murray), que reaparecen aquí después de bastante tiempo. No sé si lo hacen para cerrar su destino como personajes o si les veremos más en el futuro. Otro personaje importante es el de Daenerys Targaryen (Emilia Clarke) y su historia tampoco avanza nada: básicamente nos dicen que sigue bajo el control de los dothraki. Pues vale.
Tampoco cambian demasiado las cosas en Desembarco del Rey. Cersei (Lena Headey) y Jaime Lannister (Nikolaj Coster-Waldau) por fin toman cartas en el asunto para luchar contra la secta de los Gorriones. Pero la escena en la que intentan conseguir el apoyo de los políticos tiene también algo de humor: la cara que se le queda a Jaime cuando todos se levantan de la mesa del consejo. Por otro lado, el Gorrión Supremo (Jonathan Pryce) comienza a influir en el joven rey, Tommen Baratheon (Dean-Charles Champan). Esta trama sí que tendrá, seguramente, un desarrollo importante.
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