Una cantera retiene a cientos de muertos vivientes que amenazan con liberarse en cualquier momento. Es una de las primeras imágenes de lo nuevo de The Walking Dead, en una apuesta evidente por la espectacularidad: el plano que muestra a la muchedumbre de caminantes es sin duda el money shot del capítulo, el plano en el que se han gastado más dinero. Un despliegue que contradice, por cierto, la línea del spin-of: en Fear the Walking Dead los zombies estaban contados. Lo malo es que esa espectacularidad no salva un guión que parece chapucero. La historia se nos cuenta en dos líneas temporales que se entrecruzan. Primero, la preparación de los protagonistas ante la amenaza de la mencionada cantera y luego la ejecución de dicho plan. El problema es que estos hechos son consecutivos en el tiempo, lo que me hace dudar de la necesidad de utilizar esa estructura en flashbacks. El gran fallo, además, es que no se establece un diálogo entre lo que ocurre en el presente y en ese pasado inmediato. O peor, la relación entre ambos momentos es demasiado obvia: vemos un muro para contener a los muertos vivientes y luego el flashback nos muestra su construcción. Estas escenas del pasado se hacen cada vez menos necesarias y probablemente serían muy difíciles de diferenciar de lo que ocurre en el presente si no hubieran sido viradas a un espantoso blanco y negro que parece una decisión tomada a última hora durante el montaje. Creo que esta serie funciona mejor cuando se acerca en sus formas a una narrativa más sencilla y efectiva -más cómic, más serie B- que cuando intenta ser pretenciosa.
Cualquier ambición artística en The Walking Dead, cualquier intento de no ser simplemente "una de zombies", debería inferirse de su contenido antes que de sus formas. El último plano de la temporada anterior enlaza con el primero de esta nueva entrega y nos muestra a Rick (Andrew Lincoln) disparando contra alguien fuera de campo. La duda que nos dejó aquel cliffhanger es a quién disparaba el expolicía, líder del grupo y protagonista de la serie. Podría haber apretado el gatillo contra Reg Monroe (Steve Coulter) -asesinado por Pete Anderson (Corey Brill)- para evitar su transformación en zombie. Esa primera opción mantendría intacto el carácter heroico del personaje. La otra opción que quedaba en el aire era que Rick mataba -ajusticiaba- al propio Pete, castigándole con la muerte por ser un maltratador y un asesino. Estaríamos entonces ante un Rick convertido en el brazo ejecutor de la pena de muerte. Una decisión moral que necesariamente tiene que cambiar nuestra percepción del personaje como espectadores de la serie. ¿Podemos seguir comprometidos con alguien que justifica la pena capital? ¿Podemos aprobar tal acción en el marco de un escenario apocalíptico, aunque sea pura ficción? Los guionistas saben bien que esto es lo más interesante de su historia y mantienen la incógnita todo lo que pueden. Aciertan, además, al desvelar de una forma natural, sin estridencias, que efectivamente Rick ha matado a Pete.
Ahora bien ¿Cuáles son las repercusiones de esta acción? La primera es el rencor por parte del hijo de Pete y el alejamiento de la exmujer de este, Jessie (Alexandra Breckenridge), del expolicía. Pero la más importante es el diálogo que se establece entre Rick y el recién llegado Morgan (Lennie James) que se convierte en una especie de mentor que cuestiona al héroe, como si fuera la voz de su conciencia. La gran pregunta es si Rick ha cambiado: parece obvio que la respuesta es afirmativa. Recordemos que el conflicto inicial de esta serie gravitaba en torno a las posturas enfrentadas del propio Rick y de Shane (John Bernthal). Los dos amigos se enfrentaron a muerte, pero el superviviente parece haber adoptado la filosofía del vencido. Rick tiene ahora una actitud que se parece mucho a la que defendía Shane: todo vale para sobrevivir. Por eso resulta raro que Morgan, tras conocer de nuevo "por primera vez" a Rick, llegue a la conclusión de que éste sigue siendo el mismo. Este juicio se produce cuando el expolicía le perdona la vida a Carter (Ethan Embry), un personaje que se rebela contra su liderazgo. Pero justo después, Rick mata a Carter. Una muerte que se justifica porque éste ha sido mordido por un muerto viviente y porque sus gritos ponen en peligro el plan para anular la amenaza zombie. Pero lo cierto es que Rick vuelve a matar fríamente, lo que nos obliga a plantearnos si seguimos considerando al personaje como un héroe positivo o como un tirano.
TEMPORADA ANTERIOR: CONQUER
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