THE LEFTOVERS -TEMPORADA 2- OFF RAMP


OFF RAMP (18 DE OCTUBRE DE 2015) -AVISO SPOILERS-

Con redobles de bombo y platillos -pensad en la banda sonora de Birdman (Alejandro González Iñárritu, 2014)- lo primero que vemos es un coche. Nuestra impresión inmediata puede ser que se trata del vehículo en el que desaparecieron Evangeline Murphy (Jasmin Savoy Brown) y sus amigas en los capítulos anteriores. Pero no es así. El coche pertenece a Laurie (Amy Brenneman) y como es habitual en The Leftovers, no sabremos por qué lo lava con tanto ahínco hasta la mitad de esta historia. Descubrimos también que el argumento ha vuelto a retroceder y que transcurre paralelamente a los acontecimientos del episodio 1 y 2. No estamos en Jarden, Texas, sino que nos cuentan lo que ha pasado con Laurie y su hijo, Tom (Chris Zylka). Ambos se han unido para luchar contra la secta destructiva del Remanente Culpable. Ya sabéis, esos que van de blanco, no hablan y fuman mucho.


La temática de este episodio gira alrededor del sentido de la vida. Así de ambiciosa es la serie de Damon Lindelof y Tom Perrotta. Aborda el problema -que espero que vosotros hayáis tenido también- de tener que buscar una razón para levantarse de la cama cada mañana. Basta con echar un vistazo a los -sesgados- informativos para llegar a la conclusión de que el mundo no es precisamente un lugar feliz. Pero ¿Es esa una buena razón para abandonarlo todo? ¿Hay tanto dolor en el mundo que no deberíamos ser felices? La mencionada secta del Remanente Culpable cree que sí. Nacieron tras la misteriosa desaparición del 2% de la población mundial -metáfora del 11-S- y decidieron que no valía la pena olvidar, ni pasar página, sino seguir viviendo con la culpa como bandera. Nietzsche los habría llamado decadentes. Porque además, los del Remanente Culpable hacen todo lo posible para que el resto de la sociedad se sienta tan desgraciado como ellos. ¿Os recuerda eso a alguna otra secta de la vida real?


Laurie ha logrado escapar del Remanente Culpable, pero necesita un motivo para seguir viviendo: ha perdido a su familia. Tom siguió a Wayne (Paterson Joseph) -el de los abrazos- como si fuera un santo, un líder espiritual, hasta que este murió. Para Laurie y para Tom, liberar a los abducidos por la secta se convierte en un objetivo existencial que, en principio, les mantiene motivados y enmascara el dolor, la rabia -Laurie atropella a dos miembros de la secta y por eso lavaba el coche- y la culpa ante los errores que han cometido. Pero no es fácil. La serie juega con metáforas muy claras y equipara, por ejemplo, la dificultad de salir de la secta a la de dejar el tabaco. Pero hay otros problemas. Los liberados necesitan sustituir el adoctrinamiento con otra "mentira" para no sentirse vacíos y verse abocados al suicidio. Los fracasos con algunos rescatados llevan a Laurie y a Wayne a dudar de su autoimpuesta "misión". Ambos sufren momentos de depresión y ataques de ira -los redobles reaparecen cuando Laurie decide recuperar su ordenador robado- que hacen coherente la utilización -por segundo capítulo consecutivo- del Where Is My Mind de Pixies, esta vez según una versión al piano del francés Maxence Cyrin. Mola. Al final es Tom el que encuentra su camino -tras ser violado por Meg Abbott (Liv Tyler) ante lo que solo puedo decir "wow"- al convertirse en el nuevo (falso)"mesías", el nuevo "Holy Wayne".

CAPÍTULO ANTERIOR: A MATTER OF GEOGRAPHY

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