En medio del desierto, tras ser robado, Max (Mel Gibson) descubre su rostro como lo hiciera Omar Sharif en su primera aparición en Lawrence de Arabia (David Lean, 1962). La tercera película de la saga se esmera en alejarse del feísmo de la primera entrega Mad Max (1979) y de la acción pura de Mad Max 2 (1981). Más allá de la Cúpula del Trueno es una aventura de ciencia ficción y un buen ejemplo de llamado "cine ochentero" que aspira llegar a un público mucho más amplio. La violencia ha sido rebajada hasta convertir al villano Ironbar Bassey (Angry Anderson) en algo parecido al Coyote que persigue al Correcaminos. Por primera vez, una película de Mad Max apoya su atractivo en rostros conocidos como Tina Turner y el propio Mel Gibson.
Estos cambios afectan además a la narrativa, que busca ser más asequible. Aunque se mantienen las secuencias visuales, encontramos los primeros diálogos explicativos de toda la saga: Auntie Entity (Tina Turner) describe el funcionamiento de Truequelandia, o las reglas de la Cúpula del Trueno: "Dos hombres entran, solo uno sale". Detalle éste auténticamente ochentero, como las 3 normas de Gremlins (Joe Dante, 1984) o el "no debéis cruzar los rayos" de Los Cazafantasmas (Ivan Reitman, 1984).
A pesar de todo, esta tercera entrega de Mad Max mantiene algunos elementos de su original inspiración en el western: Max debe dejar sus armas antes de entrar a Truequelandia; el ataque final al tren en el que intentan escapar el héroe y sus aliados. En el tramo inicial del film volvemos a encontrar la sombra de Sergio Leone, muy presente en las películas anteriores. Max aparece en la ciudad como lo hiciera Joe (Clint Eastwood) en Por un puñado de Dólares (1964) -y por tanto como Toshiro Mifune en Yojimbo (Akira Kurosawa, 1961)- encontrándose con dos bandos enfrentados y vendiendo sus servicios a uno de ellos. Que la inspiración ha sido siempre la "Trilogía del dólar" se hace evidente cuando Max es presentado en la Cúpula del Trueno como el "hombre sin nombre", el héroe que interpretase Eastwood en aquellas. Leone hizo luego una segunda trilogía -la de Érase una vez- que habla del nacimiento de América y sus mitos: el oeste, la revolución, el gángster. Quizás George Miller ha hecho la trilogía opuesta con la desintegración de una civilización occidental con la cara de Australia.
En todo caso, el personaje interpretado por Gibson está lejos de ese "hombre sin nombre" y más cerca de los populares héroes de Harrison Ford de la época. Hay un guiño al principio de esta película al famoso enfrentamiento de Indiana Jones con el espadachín de En busca del arca perdida (Steven Spielberg, 1981) y luego otro momento que recuerda a Han Solo en Star Wars (George Lucas, 1977), cuando envalentonado persigue a un solitario stormtrooper para luego volver huyendo, superado en número por varios soldados de asalto. Curiosamente, además de estos pequeños "robos", otro gag de esta película anticipa el famoso running gag de la posterior Arma Letal (Richard Donner, 1987) en la que el propio Mel Gibson le pide a Danny Glover que "cuente hasta 3". Hay mucho más humor en La Cúpula del Trueno que en las dos primeras películas. Curiosamente, hay algo que me recuerda un poco a Brazil de Terry Gilliam estrenada el mismo año, 1985. El futuro -más lejano- de Más allá de la Cúpula del Trueno parece más estético. Además, hay un tímido comentario irónico sobre los medios: la Cúpula es presentada como un programa de televisión; y los niños de la tribu han digerido mal la cultura popular de la civilización anterior al Apocalipsis atómico.
Alguno dirá que la aparición de la mencionada tribu de niños -claramente inspirados en los niños perdidos de Peter Pan (J.M. Barrie, 1904) y que en algún momento anticipan a sus contemporáneos Los Goonies (Richard Donner, 1985)- infantiliza la saga. Puede ser cierto, pero ello no es necesariamente negativo. La historia que aportan estos niños permanece fiel al argumento común de la películas anteriores. Max no acepta su papel de héroe en Mad Max (1979) y por eso pierde a su familia. En Mad Max 2 (1981) el protagonista intenta escapar solo y lo pierde todo, para luego sacrificarse por la comunidad. Aquí Max vuelve a equivocarse al defender los intereses de la malvada Tía. Luego parece morir y resucita convertido en el mesías salvador que esperan los niños y recuperando el look clásico de Max. Encontramos de nuevo aquí la influencia en el guión del mitógrafo Joseph Campbell y su libro El héroe de las mil caras (1949). Como en las películas anteriores. Max no quiere fingir que es el Capitán Walker del relato mítico fundacional que se ha inventado la comunidad de niños perdidos. Pero en su lugar se convierte en el protagonista de su propio relato que acaba cumpliendo la profecía: convoca los vientos -obliga al piloto Jedediah (Bruce Spence)- para que los niños escapen en un pequeño avión hacia Tomorrow-morrow Land: la ruinosa Sidney.
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