Increíblemente entretenido es éste penúltimo episodio de la primera temporada de The Flash. Probablemente lo más cercano a la experiencia de leer un cómic clásico de superhéroes. Vamos, que mola.
La primera razón, es que juega con la propia mitología de la serie. El misterioso plan del doctor Harrison Wells (Tom Cavanagh) obliga a los protagonistas a movilizar a los metahumanos prisioneros en S.TA.R. Labs. Eso nos da la oportunidad de volver a ver a villanos de episodios pasados como Rainbow Raider (Paul Anthony), Weather Wizard (Liam McIntyre), Peek-a-Boo (Britne Olford), Deathbolt (Doug Jones) y The Mist (Anthony Carrigan). Ya solo por esta reunión de supervillanos, esta historia habría valido la pena. Pero hay más. Barry Allen (Grant Gustin) se ve obligado a pedir ayuda a su enemigo más recurrente, Captain Cold (Wentworth Miller) y a su hermana Golden Glider (Peyton List). Barry y Leonard Snart protagonizan aquí una historia similar a la fábula del escorpión y la rana. El héroe aprende que no hay que fiarse de un criminal como Snart.
Todo esto es solo el preámbulo para el enfrentamiento principal entre The Flash y el Flash Reverso. Aquí tenemos más sorpresas, porque Barry recurre a la ayuda de Firestorm (Robbie Amell) y de nada menos que The Arrow (Stephen Amell). Por cierto, éste último aparece con el traje de Al Sa-Him, lo que significa que las dos series "hermanas" mantienen una coherencia entre sí y corren paralelas, consiguiendo la sensación de que forman parte de un universo de ficción coherente. Esto se llama "narrativa transmedia" y es similar a lo que está haciendo Marvel Studios con su universo cinematográfico. Lástima que Arrow sea tan mala. Una curiosidad: Robbie (Firestorm) y Stephen (The Arrow), ambos de apellido Amell, son primos. Menuda familia de actorazos.
Volviendo a The Flash, cuando todo parece indicar que tendremos un gran enfrentamiento en el episodio final con el hombre del traje amarillo... el Flash Reverso cae derrotado. Hay que decir que los guionistas de esta serie se las arreglan siempre para sorprendernos. Quizás no en el "qué", pero sí en el "cómo" y el "cuándo". ¿Qué nos contarán entonces en el próximo y último capítulo? No puedo esperar.
Para acabar, toda la acción superheróica en esta serie tiene siempre un contrapunto emocional y humano. Hay una escena en la que el detective Joe West (Jesse L. Martin) cumple su papel de mentor y le enseña a Barry qué clase de héroe es. Pero el núcleo emocional de la serie -decididamente azucarado- es Iris West (Candice Patton) el verdadero amor del protagonista. Su actual-pareja-sentimental, Eddie Thawne (Rick Cosnett), ha visto el periódico del futuro que revela que ella acabará casada con Barry. Un conocimiento que aleja a Eddie de Iris y le hace desistir en su pretensión de pedirle matrimonio. Es más que interesante que la narración genere un "destino" en el que los protagonistas acabarán juntos que se corresponde con las convenciones de la ficción a la que estamos acostumbrados . Y lo mejor es que sentimos pena por Eddie. Esos sentimientos encontrados le dan a The Flash una complejidad impropia en una serie juvenil de superhéroes.
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