Capitán Sky y el mundo del mañana (Kerry Conran, 2004) fue la primera película con decorados digitales, un experimento que se puede calificar como simpático, pero que no significó la oportunidad de una carrera cinematográfica para su director, que no ha vuelto a dirigir un largometraje. Un año más tarde, Sin City (Robert Rodríguez & Frank Miller, 2005) gozaría de un enorme éxito utilizando la misma técnica con el fin de dotar a la película de un look lo más similar posible al cómic original de Miller. Sin City es para mí en exceso estática precisamente por esa fidelidad a las viñetas. Mucho más satisfactoria me parece 300 (Zack Snyder, 2006), también basada en un cómic de Miller, también fiel a la estética de la novela gráfica, pero mucho más cinematográfica que las anteriores.
La canadiense Hellmouth también utiliza los decorados digitales, seguramente con el fin de conseguir una atmósfera y un look muy específicos que recuerdan, en su primer tramo, a los clásicos de terror, en blanco y negro, de la Universal... mal digeridos por el entrañable Ed Wood. La estética y las imágenes de la película son su mejor baza, pero la historia que nos cuentan tiene problemas de tono y sobre todo de ritmo. Peca Hellmouth de ser excesivamente estática: al protagonista le piden que tome asiento en unas 10 ocasiones. No me queda demasiado claro qué historia quieren contar el director y su guionista, ni por qué el protagonista es capaz de viajar al "infierno" para rescatar a una mujer de la que dice estar enamorado, pero a la que apenas conoce. Demasiado abstracta y "poética", no he conseguido conectar con la propuesta de esta película. Una pena.
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