Hay una tendencia en las series de superhéroes actuales -Gotham, Arrow, Agentes de S.H.I.E.L.D y Agent Carter- que minimiza la importancia de la figura del antagonista como motor de la historia en favor de los conflictos de los propios protagonistas. En contra de esa corriente, los supervillanos de The Flash me parecen los mejores de todas las ficciones que he mencionado. Casi en cada capítulo aparece un criminal cuya historia es relativamente interesante. Pero además, hay un enemigo principal que abarca toda la trama: el Flash Reverso, el doctor Harrison Wells (Tom Cavanagh). Lo curioso es que este personaje parece en principio "bueno", el perfecto mentor del héroe, pero luego se va revelando un lado oscuro. A pesar de esto, los guionistas no han descuidado la caracterización de Wells, que sigue comportándose de forma positiva de cara a sus compañeros incluso cuando ya conocemos su verdadera naturaleza. Eso hace dudar a los personajes y a nosotros mismos, los espectadores. Como Caitlin (Danielle Panabaker), no queremos creer que Wells es realmente "el malo" de la serie. Este es un gran logro de los guionistas de The Flash.
Este episodio, titulado ¿Quién es Harrison Wells?, nos cuenta la investigación de los protagonistas sobre un misterio cuya respuesta ya conocemos de capítulos anteriores. Que la búsqueda de Joe West (Jesse L. Martin) y Cisco Ramon (Carlos Valdes) sea interesante a pesar de ello, es también mérito de los autores de esta serie. Para sus pesquisas, el detective y el joven científico viajan a la ciudad de Arrow, Starling City. Un inciso: antes, Barry Allen (Gran Gustin) ha ido a comprar una pizza a Coast City, hogar de Green Lantern. Fin del inciso. En Starling City, nuestros compañeros recibirán la ayuda del policía local Quentin Lance (Paul Blackthorne) y Cisco conocerá -y ayudará- a Laurel Lance (Katie Cassidy), también conocida como Canario Negro y que, por alguna razón, sale aquí muchísimo más guapa que en su propia serie, Arrow. Joe y Cisco investigan el accidente de tráfico en el que murió la mujer de Wells y que además, cambió para siempre al misterioso científico. En el lugar del siniestro encuentran un cadáver ¿De quién?
Mientras tanto, Flash se enfrenta al enemigo episódico, un cambiante que mete en problemas a Eddie Thawne (Rick Cosnett) al dispararle a dos policías utilizando la imagen del detective. El planteamiento es más que interesante y nos hace preguntarnos ¿cómo demonios van a salir de esta? Eso está bien, pero lo mejor es que los guionistas se las arreglan para que esta trama resuene en el conflicto personal de Barry -y central de la serie- ya que su padre está en prisión por un crimen que no cometió. Esto compromete y motiva a Barry para salvar a Eddie (que por otro lado es su rival amoroso). Como suele ocurrir en cada episodio de The Flash, los guionistas exploran las posibles consecuencias del planteamiento inicial. Tienen entre sus manos a un personaje de nuevo cuño en los cómics, Everyman/Hannibal Bates, creado en 2006, que puede adoptar la apariencia de cualquiera. Eso sí, si la versión en papel debía comer parte de sus víctimas para poder suplantarlas, aquí basta con tocarlas. Everyman adopta las facciones de Barry y decide besar a Caitlin, lo que mete a nuestro héroe en un pequeño lío de faldas. Esto es diversión pura en el sentido más ligero y desenfadado. Por contraste, que el villano, una vez capturado, no pueda volver a su forma original porque no recuerda quién es realmente, aporta un matiz trágico a su historia.
Al final del episodio, las dos tramas se reflejan como espejos. Everyman ha engañado a todos gracias a su capacidad de suplantar a otros. Cuando los protagonistas descubren que el cuerpo encontrado en Starling City es el verdadero Harrison Wells, llegan a la conclusión que alguien se ha estado haciendo pasar por él. Tras la conclusión, un cliffhanger de infarto: Barry descubre el escondite del Flash Reverso y ese misterioso periódico con fecha del año 2024.
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