El segundo capítulo de Wayward Pines profundiza en el tejido social del extraño pueblo en el que el agente Ethan Burke (Matt Dillon) se encuentra atrapado. El protagonista entra en conocimiento de unas reglas que evidencian que está ante una especie de juego. La primera ya la ha experimentado por sí mismo: no se puede salir del pueblo. La segunda exige no hablar del pasado. La tercera da título al episodio: "No hables de tu vida anterior".
¿Habéis jugado una aventura gráfica de ordenador de los años 80? La mayoría eran muy entretenidas, pero yo siempre encontré en ellas un trasfondo inquietante. En una aventura de este tipo hay que interactuar con PNJ´s (personajes no jugador) que tenían un escueto guión que hacía las veces de rudimentaria inteligencia artificial. Si hacíamos las preguntas correctas estos personajes proporcionaban la información que necesitábamos e incluso una divertida -aunque guionizada- conversación. Pero si hacíamos las preguntas equivocadas o nos salíamos del guión, estos personajes quedaban al descubierto en su inquietante naturaleza de toscas parodias de la vida humana. Esta es la sensación que da Ethan cuando busca respuestas, sólo que él sabe que los demás esconden algo. Por cierto, otro elemento clave para resolver una aventura gráfica era hacer un mapa para poder guiarse, exactamente la pista que encuentra el agente en el cuerpo de su compañero asesinado, Bill Evans.
Lo más interesante del episodio es la lectura que se puede hacer sobre nuestra propia sociedad. Todos fingimos. Todos mentimos. Todos jugamos para mantener una -falsa- imagen de felicidad. Transigimos. Ethan, con su aspecto desaliñado, la cara llena de moratones y una infidelidad en su pasado, choca constantemente con los aparentemente felices habitantes de la perfecta Wayward Pines. En ese sentido, me parece muy inteligente que la escena clave del episodio sea una cita para cenar entre dos parejas. Los cuatro implicados se ven obligados a fingir que se lo están pasando bien. Como la vida misma.
Hay tres tipos de habitantes en Wayward Pines. Primero están los "carceleros", los que parecen saber de qué va todo y podrían tener la obligación de mantener el orden, como la enfermera Pam (Melissa Leo), el sheriff Pope (Terrence Howard) y el Doctor Jenkins (Toby Jones). A este último le hemos visto fuera del pueblo, hablando con el compañero de Ethan, Adam (Tim Griffin) y en esa conversación debe estar la clave de todo. Luego están los "prisioneros" como el propio Ethan o Beverly (Juliette Lewis), que intentan escapar. Pero además, descubrimos en este episodio a una mayoría que parece saber dónde vive, o al menos acepta las reglas, y aparentemente apoya a los carceleros. Estas personas se activan gracias a la última regla de Wayward Pines: si suena un teléfono, debes cogerlo. Una norma que se revela aterradora cuando Ethan y Beverly intentan escapar y todos los teléfonos comienzan a sonar al mismo tiempo. Hay en esta secuencia un elemento paranoico que parece sacado del clásico La invasión de los ladrones de cuerpos (Don Siegel, 1956). Tras la persecución, Beverly es ejecutada salvajemente en la plaza del pueblo, una muerte violenta que me hace recordar a un cómic -anterior a las novelas de Blake Crouch en las que se basa esta serie- titulado Morning Glories (2010) que decididamente tiene el mismo tono de misterio post Perdidos (2004-2010).
Donde no acaba de acertar esta serie, creo yo, es en su ritmo. Demasiado apresurado para una historia que pide más pausa para crear tensión. El descubrimiento de que todos llevan microchips injertados es un buen ejemplo. En apenas dos secuencias Beverly ha revelado esto a Ethan y enseguida le vemos extraerlo de su pierna. Demasiado rápido para un elemento que luego es importante en el argumento de este episodio. La compresión de la historia no juega a favor de la serie, que depende en gran parte de crear dudas e incertidumbres en la mente del espectador. Las supuestas alucinaciones que podría estar sufriendo Ethan no dan juego porque las interrogantes se resuelven casi enseguida. Por ejemplo, la aparentemente imposible visión que tiene el protagonista de su mujer (Shannyn Sossamon) y su hijo (Charlie Tahan) en el hospital de Wayward Pines se demuestra real casi enseguida, cuando Beverly expone que el tiempo en el pueblo pasa más lentamente -ella cree que lleva un año atrapada, pero lo está desde el año 2000- que en el mundo exterior.
CAPÍTULO ANTERIOR: WHERE PARADISE IS HOME
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