-AVISO SPOILERS-
Una regla no escrita del Fantástico afirma que para que nos creamos la historia hay que establecer primero un entorno cotidiano con el que nos podamos identificar como espectadores. Esto nos permite aceptar la ruptura de lo "real" para adentrarnos en el terreno de lo maravilloso. Se llama suspensión de la incredulidad. En La semilla del Diablo (Roman Polanski, 1968) este mecanismo es evidente. Un matrimonio joven se muda a vivir a un edificio misterioso y aunque todo parece normal al principio, Rosemary (Mia Farrow) comienza a experimentar extraños sueños alucinatorios. La película de Polanski se apoya sobre la duda de si lo que estamos viendo ocurre objetivamente o es producto de la mente de la protagonista, afectada por miedos relacionados con la maternidad que encuentran salida por la vía de una fantasía sobre brujería y satanismo. Las imágenes que conforman la película Another parecen salidas completamente de esas escenas de pesadilla del clásico de Polanski.
El director y guionista Jason Bognacki apuesta por saltarse la coartada realista para que cada plano de su primer largometraje contenga la tensión de lo sobrenatural. En ese sentido, me atrevo a decir que el Bognacki "director" le ha comido el terreno al Bognacki "guionista". Eso no es necesariamente malo, ni mucho menos, pero sí es cierto que quizás cada secuencia de Another resulta excesivamente intensa. Bognacki hace una propuesta estilista -también se encarga de la fotografía- y su "historia" avanza únicamente gracias a tres o cuatro escenas de diálogos. Con esto, creo que no consigue aterrorizarnos en ningún momento, pero sí logra una constante sensación de inquietud. Cada plano parece perfectamente estudiado y una banda sonora de ruidos y chirridos mantiene una tensión que en algún momento puede saturar.
Lo mejor es que, a pesar de que una propuesta estética como ésta puede resultar pretenciosa -agradece a Jess Franco y a Dario Argento en los créditos- Bognacki no se corta a la hora de utilizar elementos más lúdicos, más de género, como mostrar a sus brujas lanzando rayos por las manos. Hay además, estupendas ideas visuales, como la brutal escena en la que una bruja, la tía Ruth (Nancy Wolfe), aplasta la cabeza de una mujer poseída, Kym (Lilian Pennypacker), con una puerta que nunca vemos, utilizando el montaje. La frágil belleza de la protagonista, Jordye (Paulie Redding), y momentos malsanos que dan auténtico mal rollo, redondean una ópera prima que da pie a estar atentos a la carrera de su director.
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